miércoles, 5 de enero de 2011

La bruja


Había una vez una bruja que tanta gente frecuentaba porque predecía el futuro.

Todos los días abría la puerta de su casa y encontraba que la fila era larga, y cuando la tarde caía la bruja enfundada en su traje marrón, se tanteaba las bolsas llenas de monedas, y decía a la gente aún formada que volviera mañana:

– ¡Anden, vuelvan a su casa y, mañana regresen… que aquí los atenderé!

Y algunos marchaban sus pasos con la cara fruncida:

–He visto cómo la bruja invoca al futuro, sólo necesitamos una bola de cristal, cartas y una túnica negra para podernos disfrazar –decía un anciano–: ¡Seré un mago!
– ¿Qué pretendes? –preguntaban los hombres al anciano de tan arrebatada idea.
–Yo mismo me convertiré en el mismísimo Oráculo de Delfos –brincaba el hombre de barbas blancas –: ¡A que no cuesta trabajo adivinar!

–No, no te creemos. La magia y la adivinación no son cosas del azar, –contestaba la gente aún boquiabierta por la blasfemia que habían escuchado.

Al otro día la bruja atendía en su casa, y el mismo señor que tanto pregonaba adivinar se había plantado con una mesita a lado de la acostumbrada fila; compitiendo por la gente que acudía excitada por una predicción certera que la pudiera llenar.
– ¡Pásele gente bonita! –decía el anciano–: Yo soy el mago Melquiades de aquella lejana comarca que le sabe adivinar.

Y los hombres acudían a él, porque tenía un singular aspecto con su bata llena de brillos, y guantes blancos en las manos que le hacían la vista magnetizar.
Una mañana la bruja no abrió su puerta como todas las mañanas, pero cuando se le buscó no encontraron más que el cuerpo del hombre de barbas blancas colgando de un árbol.

Esa tarde, al volver a abrir la puerta de su casa, la bruja invitaba a entrar a la gente que pronto rompía la fila.

– ¡Anden, gente bonita les diré lo que les depara el día!

Y ellos contestaban en coro:

–No, no con esa bata y esos guantes batidos que guardas del mago de barbas blancas, mejor regresa a tu casa, que mañana el mismo árbol te atenderá.

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