miércoles, 5 de enero de 2011

Yo no sé de mujeres, ni qué hacer con ellas.


Yo no sé de mujeres, ni qué hacer con ellas. Yo no sé de sus besos en mi frente, cuando duermo y cuando despierto. Yo no sé de sus labios, de su lengua y sus ritmos jadeantes. Yo no sé de su pubis y la humedad en mis dedos, de su boca y sus manos, y su lengua latigueando en mis huevos. ¿De dónde la humedad, el vaho caliente que embriaga mi ingle? ¿De dónde la marca en sus rodillas, sus ojos en blanco tratando de complacerme? Yo no sé de mujeres, ni de su nariz arrullando mi entrepierna.

Vamos a pensar en mujeres, quiero pensar un buen rato sin venirme, pero es desconsiderado olvidar la memoria en mis yemas, la luna en su cuerpo, el color en sus pechos, la respiración de su vientre. Es mejor decir, yo no sé de mujeres y quitársele a uno lo caliente, intentar lo enamorado. Un regaderazo y a dormirse, sin estrés, con el chile desflemado.

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