viernes, 16 de noviembre de 2012

La partida de Don Chucho

Ahora con qué cara encaro su muerte, Don Chucho. Yo no le llorado como y seguro le han llorado mujeres y hombres en su velorio y rosario. Un día de ayer me enteré de su muerte. Aquel día volaban gaviotas, tan alto como las nubes y tan bajo como las olas. Hoy me entero de los detalles, porque siempre el diablo está en los detalles, decía usted. Fue usted terco Don Chucho, en algo nos parecíamos. Me gustaban sus anécdotas, señor, sus sabios consejos, usted quería verme triunfante; nunca se le hizo verme así, sino sólo alegre y acelerado. Yo no le di nada a usted, señor; alguna vez le pasaba a dejar jugo de naranja o coca-cola. Pero nunca se me ocurrió ofrecerle algo decente. Y mire, ahora ya partió. Nadie habrá de resignarse, su hermana y su hermano ahora tienen los párpados rojos y desolados; miran su cruz y su soledad les marca las manos vacías, sofocan su espalda, agrietan sus sienes. Puedo decirle que me acostumbre a usted, a su Black-Berry sincronizado a la red pública y sus talachitas en la casa; sus gritos desesperados y madrugadores. Y ahora usted ha de estar descansando, acordándose de su propio entuerto, sus peregrinas acciones. Y es que usted es un andarín, que le gusta pasearse cual trompito maleado a perinola. Hoy quiero pedirle que, cuando yo llegue a ser muerto consagrado, usted me tenga un mapa del cielo para no perderme, seguro y usted sí lo hará, porque la obscuridad y la lejanía son temas que bien y hoy y siempre dominó. Me hubiera despedido de usted la última vez que lo vi todo cansado y débil, pero mis pensamientos no alcanzaban todavía a comprender que se fue y nada más queda recordarlo entre voces fugaces y montones y montones de afinidades y resignaciones.

La vida es de los audaces

La vida es de los audaces y es un acto de fe, porque el conformista siempre se quedará rezagado y el diablo está en los detalles; esto me lo dijo, Don Chucho con su risa desdentada, pero su experiencia bien vivida. Don Chucho fue un pollero, así que conoce las fronteras del norte y del sur de México. Le creo que pasó miles de personas, y la verdad, yo sí le creo, pues conoce rasgos de nacionales y connacionales. Dice que, los hondureños son muy problemáticos, en cambio el salvadoreño es muy cabal y cumplidor. El hondureño tiene con qué, pero aún así se te va, para no pagarte, es traidor. Nunca trabaja colombianos, porque los rasgos de un colombiano son delatores, son negros como la madre; no tanto el brasileño que tiene rasgos similares al nacional. Cuenta que, un chino vale buen dinero en esto de la pasada de inmigrantes. También dice que, los hindúes son muy listos, habladores, pero que saben guardar silencio. Don Chucho antes de pasar gente, los instruía, les enseñaba los colores de la bandera, las clases de chiles, los presidentes y las autoridades en turno, con qué se muele el maíz. Don Chucho no se arrepiente, conoce tantos lugares como un mapa andante, es un rico mapamundi. Me dice que yo soy un pendejo, que no quiere verme rezagado, que me cambie de aduana para hacer buen billete. Y yo sinceramente le creo, ya sé bien que esta aduana no sirve. Pero al mal tiempo, buena cara, ya vendrá mi cambio y mi desquite. Ahora no he hecho mucho dinero, el justo, integro y honrado nada más. El tiempo ira retorciendo mis dientes. Sé que ahora estoy en el camino y que además soy bueno para el negocio, para tener contactos y gente, aunque me falta ambición, maldad y ser chingagente. Yo le dije a Don Chucho que, sí le iba atorar, que me esperara. Hasta le pedí su número telefónico para más adelante demostrarle. Él me dijo que yo sí puedo, que soy inteligente. Otra cosa me dijo: la gente honrada siempre está en lo mismo, hace lo mismo de lo mismo; está fregada. Así es Don Chucho, se la sabe porque se la sabe. Otro consejo me dio, el dinero bueno va en la bolsa derecha; y el malo, en la izquierda, así te vas caminando derecho. Ya hay un trato con Don Chucho, le dije que en unos meses nos iban a regar a todos los oficiales por varios lugares de la república, y así puede que haga yo el puro billete, y eso vamos a ver. Estoy en esto para tener, y afilar mi colmillo que está algo grande; dispuesto a pagar el precio que deben ser, como los que tienen y gozan de amplia vida y criterio de éxito y son audaces.

Me gusta como sopla el aire

Eso que veo allá arriba ha de ser una gaviota, madre, me hace pensar en la distancia. Es raro ver volar gaviotas en plena lluvia, y es que aquí está en que llueve y se vuelve a secar. Tú me dirás que soy terco al estar lejos de ustedes, que soy un mal hijo, porque no te voy a ver, ni te hablo por teléfono, ni te mando mensaje, mucho menos te mando dinero, es que en cierta parte me he vuelto un despilfarrador. Sí, enójate, nunca he sido ahorrativo, hasta lo que no tengo en los bolsillos lo sé gastar con provecho. Aunque sigo sintiéndome raro, y te sigo extrañando, nunca habrá algo más grande como el amor de ti, madre. Auque de esta gran península me gusta su mar, el viento y el bonito culo de sus mujeres, sí, regáñame, me he vuelto un vulgar y corriente, la clase la he perdido, y tiendo a platicar sin protocolos y con mil vulgaridades les hablo tanto a diplomáticos como a pescadores y maleantes. En Yucatán hay de todas; putas y putas, muelles y embarcaciones. En fin, madre, pero sigo aquí, colecciono mujeres e infidelidades. Gasto en marcas, en reservaciones de primera clase. Y tú con todo esto no has de aplaudir, sino aporrear mis acciones, porque tu niño grande ha cambiado, para hacerse gente y peatón, soñando con los pies en la tierra sobre sus limitaciones, te contaré cómo vivo. En algún lugar se encuentra mi habitación y mi descanso es económico y tiene los servicios corrientes. Clima, baño, y donde poner mis trastes; lo he dotado de lo básico, de lo que necesita tener un chico de veintitantos con todos sus gustos y sus costumbres. Aunque te cuento, que he eliminado lo que me hacia sentirme culto y joven. Tú allá en la casa has de tener mis pasiones, yo aquí ni un libro tengo, ni televisión, ni música, ni juegos, ni proyecciones, sólo tengo mi catre, dos espejos, un par de zapatos y mi uniforme. No necesito mucho para arreglarme: crema, gel y peine. Me he vuelto tan sombrío y gris, ya no sé de los colores, ni de la radio, ni del periódico, ni de los lápices. Hoy tuve un avance, compré un plato y una bolsa de jabón, y una extensión para conectar mi número telefónico al mundo que boté atrás, y que ya ni pienso en él, ni me causa tribulaciones. Todo ha dejado de sonar, ya no dependo de nada, quiero decir que soy libre. ¿Y cómo me va en el trabajo? Pues, te diré a veces regresó cansado, cuelgo el uniforme, enciendo el clima y me tiro al suelo frío, en calzones; al otro día, despierto, afeito mi cara, me sacudo con el uniforme y zapatos, tomo las llaves y conduzco al trabajo tan autómata de mi mismo. Platico, hablo, traduzco, anoto y doy órdenes, y le pongo el final que quiero al día de lunes a domingo, cuando tengo tiempo y dinero: concretó citas, mujeres, autos y licores. Puedo irme a tirar a la playa con un forrazo de muñeca, o planear el acostón con una veinteañera de carnes jugosas y firmes. Antes iba al gimnasio, levantaba kilos y bebía energetizantes. Hoy me conformo con digerir cualquier cosa, un día pueden ser harinas y quesos; y el otro: fibras o vitaminas esenciales. En fin, madre, hoy quisiera hablarte y escuchar tu voz, más no tu llanto, porque me deprime y me acota la libertad, mi libertad tan abstracta e uniforme que apenas creo y se figura en mis perdidos desplantes de hijo que busca y encuentra sus pasos en su madre.

23 balazos

Le voy a atorar, viejón. No hay de otra que pegarle a la vida tal y cual ella me ha pegado. Quiero que me enseñes ha hacer esos jales que todo mencionado y sonado cartel entiende. Me voy a animar a llevar mi Cooper eléctrico y pasarlo por la línea de Arizona; lleno de drogas y esos rifles largos y matagente. Dime qué hago, espero tu voz de mando, tus contactos que tanto me has apalabrado. Quiero aprenderme tus claves y tus comandos para pasarme por el arco del triunfo a esos Federales, municipales del Estado y tanto guacho custodia y hace operativos y graciosos retenes. Tú sabes que yo no me ando por las ramas, que ando con el tiro arriba, la 5.7 al cinto y éstas radios bien mamalonas; listo para en la arena brincar, sortearme las balaceras y demostrarte que garbanzo de a kilo se jugará la vida contigo. El rollo es que me gusta trabajar macizo, astuto y rifado hasta la muerte. Conozco de aduanas, de líneas, de aeropuertos. Me he infiltrado en plantíos de amapola y marihuana de carteles peligrosos; poco sabré de Alfredo Beltrán, Guzmán Loera, Joaquín y tanto tío se movía en caravanas y variadas terracerías en la obscuridad de la sierra sinaloense. Pero quiero aventarme el jale, jugarme la vida, forrarme de billetes y enfierrarme hasta los dientes. Quiero otra vida contigo, que me enseñes esas millas recorridas por tu jale. Quiero morir o matar, levantar gente, apagarles la velita, empercherarme hasta el diablo. ¿Qué dices? Cuidaré mi boca, que ni canturreando, ni pisteando se me soltará la lengua, te prometo mi sangre, viejón. Juro que conmigo no habrá fallas, que la raza cabrona no me truqueara confesión alguna. Tengo contactos de aduanas, aeropuertos, federales y uno que otro coronel. Cuenta conmigo, viejón, tengo una troca perrona, equipada, blindada y polarizada. Dime que soy tu efectivo entre varios boludos y pelones que se mueren en la raya. Cuentas conmigo para darle al gobierno y a los contras. ¡Fierro! enfréntame con esa gente de cuidado, con aquellos de esas armas importadas, curadas y sofisticadas; calibre cincuenta y lanzagranadas; con esa gente, Chayanne del año y Hummer equipada. Me gusta tu vida, viejón, y no por lo de pistear y pistear, ni por toda la plevada que gusta de mariguana, perico, mota y buchana´s, sólo es que me quiero ir para arriba, trabajándoles macizo entre la lluvia de balas de alto poder y mis comandos guardándome las espaldas. Quiero tu respuesta, viejón, dime que soy el efectivo, para dejar mis plebitas y pilotearme hasta España. En fin, viejón, platícale de mí al comandante, ofrécele mis servicios, mis ganas de morir en la raya; arriesgando de nuevo mi vida a cualquier jale que haya desde Navojoa a Mexicali.

El exilio de un desterrado

Lo único que les puedo decir es que repartí ese dinero. Con la cara sucia frente a algunos y tantos años de trabajo y otras tantas mañas oficiales. Fui federal y mis astucias me respaldaron. Almacené dinero en cuentas y en bruto, pacas de billetes dentro de bolsillos de mi ropa. Anduve trotando mundo de cabo a rabo, probando y saboreando climas, altitudes y latitudes. Podría decirles que estoy sobrado y que nada tengo, sino sólo las manos ya desmugradas. Me satisface escribir que fui el Robin Hood en aquel sexenio. Le quité a: malandros, chulos y astutos para darle a gente trabajadora y honesta que sirve a México. Repartí dólares desde a una modesta sirvienta de oficinas como a altos mandos del ejército. Ahora la ley y mi conciencia me persiguen. Sólo puedo decir que estoy a gusto, porque he quitado necesidades y hambres por un tiempo, a otros sólo les he dado vicios y vicisitudes. Y ahora ¿qué voy hacer cuando estoy a unos pasos de pisar la cárcel? No hay mejor solución que pararme frente al juez y decirle mis penas, y que si la ley está densa, pues que me desaforen, no puedo recibir otro castigo por mi torpeza y acelere que el propio peso de la ley. Viví, crecí y desaprendí feo lo aprendido. Me arde la cara de vergüenza, yo que tenía ese halo de luz intachable, jugué al influyente y ahora todo mi obscuro y disfrazado andamiaje se descubre. Hace unos días estaba contento, almacene y almacene ganancias, abusando de mi propia autoridad, y pasando contra requisitos oficiales. Pero tenía que llegar a mi propio hueco y desbarajuste. ¿Dónde voy a meter la cara si esta noticia trasciende? Seré deshonra de mi propio México y algarabía de sus propias penas y cárceles. Ya no quiero manifestar mis manos sucias y cuentas por congelar. Ahora sólo tengo lo justo, mi ida y mi regreso para botarme a mi patria y desenvolver este trozo de mi vida que se me acaba. Hice tanto, sólo me llevo este revólver y uno que otro se me ponga al frente.

El bobo grande

Te confieso algo, amigo, te decían el bobo grande. Sinceramente para mí siempre fuiste un hombre hermoso y de grandes proporciones. ¿Qué has hecho mi estimado hermano de leche? Ya olvidaste a los compañeros de campo, a los que hombro a hombro se compartían el trabajo como los rayos del sol bravo y sin condiciones. Te cuento que, aún en Progreso, sigue brillando el sol que ataranta girasoles, su mar sigue manso y prodigo esperando los barcos enemigos que siempre imaginamos en el horizonte. La casa que llaman del Pastel ni la han tocado, los turistas siguen siendo abundantes. ¿Qué no me extrañas? Al menos debes extrañar: el extremo de un cabo desértico que se llama Yucatán; sus océanos remotos y sus aguas profundas, donde los peces son ciegos y los buzos se mueren de nostalgia; el viento del Caribe y la insistencia alevosa del Golfo de México zarandeando el muelle fiscal. Te cuento que ya no cargo astrolabio en mi mochila negra y vieja, la estrella polar de mis sueños poco a poco se ha despintado, he dejado de soñar para hacer el gran reportaje de Aduanas México, me he limitado a perseguir restos de cardúmenes y naufragios de mínimos narcotraficantes, y banderas y arboladuras de mi inmenso mar a piratas mercantes se ha minimizado. Siento tener agua estancada en los huesos, siento estar revestido de una coraza de rémora y de lodo que me da lata y privaciones, me encierra en un laberinto de corales obscuros y de confundidas tonalidades. Haz de recordar el olor de mar en Puerto Progreso, lo tengo en la nariz, es firme y de tortuosas cavilaciones. Pues te digo, que te acuerdes de tu mar y el mío, de tu casita de palma con tablitas y tu patio de piedra y tierra firme; que regreses aquí a bañarte entre los matorrales de sargazos y los filamentos de medusas; te he coleccionado abrojos submarinos de muchos colores y piedritas punzantes de malecón. Recuérdame, sigo en mis tiempos libres yendo a tirar la caña al muelle de Pescadores, he atrapado algunos peces grandes; ahora los saco llamándolos por su nombre, aunque todavía no tengo el caballito de mar del que están colmadas mis imaginaciones. Me he hecho de varios fierros para descamar pescados con más pasión que compasión; ven hacerlo por mí, amigo, seguro y tus manos rosadas de buey manso iban a terminar el mercado de San Benito y todos los buques que surten los vuelos de Amerijet y de Estafeta. Aquí todos te extrañan, hablan del promontorio obscuro y sigiloso que se movía en las noches con las torretas apagadas de la patrulla que chocaste, hablan de ese bobo grande que cargaba la Pietra Beretta cargada y lista para dispararse a otro mundo; tipo aire de Walter Ralrigh con guacamaya al hombro y arcabuz de matar caníbales. En fin, amigo, sólo quiero que de mí te acuerdes, como yo lo hago viendo esta pulsera de orientación que me regalaste, llena de estoperoles y calderetes. No me olvides aquí amarrado a Progreso, cual palo mayor de viejo galeón; recordando fabulas de sirenas y tantos funerales; fondeada mi ancla, escuálido y mezquino al ahogo fluvial entre la desolación de estas calles yucatecas; viendo en mis manos la aridez de sus patios y estreches de mis sueños. Recuérdame enorme amigo y hombre.

Memorias de un viajero y republicano

1. Inventario. Mi inventario a estas alturas es grotesco, triste y avasallador. Estoy en mi casa, y nada como sentirse en sus propias raíces, con sus cosas, sus recuerdos, su misma gente. Pero no voy a escribirles de los recuerdos que en casa sigo encontrando. Hoy voy hacer mi inventario después de dos meses. ¿Dinero? No traigo, lo gané y lo di en tiendas y superes tantas veces, ¿Novia? No tengo, sencillamente tiempo me ha faltado para hacerme ilusiones, preferí comprarlo. ¿Amigos? Hice enemigos, admiradores, no tantos amigos, sigo sin volver a conocer la amistad en este mundo afín a las competencias. ¿Salud? He enflaquecido, mi estado: ojos rojos, barros de chamaco y espalda de adolescente. En fin, ¿Amor, dinero y salud? Van incluidos a medias y tantos en mi inventario. ¿Pero a dónde, cuando tengo las cuatro paredes que me vieron germinar tantos proyectos, limites y topes? La pista que responde a esta pregunta es una glorieta, es un retorno que se empecina a volver a recordar. Ya no quiero recordar, mejor voy a vivir tantas cosas que tengo quehacer, en vez de comenzar a inventariarse.
2. Sobre la eternidad de los padres.Yo pensé que los padres eran eternos, que mi madre era eterna, pero ahora despierto y no esta conmigo, tengo que madurar y anidar en otro nuevo nido. Ella siempre veía por mí, me daba de desayunar, tendía mi cama, como lavaba mi ropa; todo a tiempo, fondo, y forma. Ella siempre vio por sus hijos, racionó la comida en partes iguales como su amor y cariño. Pero ahora que a estas alturas he quemado puentes, tengo que desenvainar la médula de mi futuro y encauzarlo a nuevos brios. No me resta más que llevarle flores, y elevarle mis oraciones que, estoy bien y lucha su guerrerito.
3. Fiel a la distancia. Hoy la playa es mundo, hay muchas piernas, pero yo sigo sintiendo la necesidad de ti. Bocas me sonríen, pasos delatan un proclive coqueteo, pero mi soledad se reserva para un mañana que sea prometedor. ¿Hay amigos? Sí. Pero no quisiera volver a comenzar las parrandas, el amor comprado con dinero, la vida nocturna y cruda y briega soledad. Hay llamadas perdidas que quisiera contestar. Insiste el teléfono, quiere conmigo hablar, pero yo ya le di oportunidad, sólo me quiero bañar; no en la playa, porque mi cuerpo es débil, no mi corazón que ahora trata de serle fiel a la distancia y al amor que hay que conservar.
4. Solo soledad. Mi vida esta llena de soledad. Hay recuerdos vivos, pero no dejan de ser recuerdos para sólo traer a la memoria y recordar. Soy soledad. Habito en mí mismo, en mi soledad. Hay huecos que están por allí, igual solos, vacíos, esperando el hueco de su propiedad. Y hay que soltar la libreta para dejarse de acompañar, y hay apagar la luz para ponerse a soñar. Un, dos, tres, estoy a obscuras para mi propio amigo interno, crear. No puedo, no quiero más, la ruina de mi soltura ya no se quiere acompañar por mí solo. Soltero, gritando que hay que su vida habitar. Todo termina así, no hay para adelante, ni para tras.
5. Postura. Hasta ahorita no he tenido la necesidad de encontrarme con una puta, amor, porque aunque lejano creo en ti, en tu imperiosa necesidad de amarme y no fallar en tu lucha como yo en mi guerra. Pero desde hace unos días no tengo tu voz ni en el teléfono, ni en mi almohada que invoca mis sueños. Tengo la necesidad de ti, no me olvides. Recuerda que hemos prometido juntos, ser uno mismo, uno solo, a pesar de los fracasos que rodeen nuestra incansable lucha. Bien sé que, en una semana más, iniciaras una nueva vida, que la universidad a la que deseas entrar te ha abierto sus puertas, que botarás todo para abrir los libros. Yo festejo, lloro y en fin aplaudo esa situación, pero quiero estar en tus planes, como en tus manos mi corazón. En fin, amor, no voy a llorar, porque un hombre no escribe para esto, solo quiero hacerte una advertencia, tengo la necesidad de ti, y si me olvidadas, definitivamente me pierdes.
6. Cosa de dignidad. Vamos a botar todo al traste irnos y voltear la vista atrás. Para todo se debe tener orgullo y amor a la dignidad, sobre todo cuando esta en juego la reputación y la propiedad. Se puede caminar hacia atrás, desandar el camino hilado; golpe a golpe con perseverancia y volatilidad. Vamos hacer que los que humillan, ladren y muerdan, se muerdan la lengua de tanto rabiar. Vamos a poner oídos sordos a los servidores que quieran con chismes jugar. Hay dos formas de virar y retomar el camino, uno es decir, lo entiendo; y el otro es sólo escuchar, acatar, y virar. Hay que decirles, muy bien, entiendo. Y poner a sus pies el balón de tu dignidad. Yo escogería el primero, decir, lo entiendo, y salir avante del nido de culebras que del cielo amenazan con caer para nunca, nunca trepar, sino a rastras, por que la volubilidad es la máscara que anda por el suelo, la desgracia y el disfraz.
7. Un obrero hablando de monotonía. Estoy convertido en un obrero, fue un milagro que tome la pluma para añorar al escritor que no fui. No tengo tiempo restaurar la fachada de mi casa, ni siquiera para pasarle la podadora al jardín. Mi rutina consiste en darme un baño; vestirme: zapatos y uniforme del trabajo; y salir disparado cual corcho se precipita hacia el tráfico de la vida. Digo, que me he convertido en un obrero, porque soy autómata de mis pensamientos, mis acciones y ya ni sueño. Tengo bitácoras, partes informativos, reportes e inspecciones en las venas; numero, información y tantos datos hacen mi día. Las cosas con los amigos se han postergado, fueron otros tiempos cuando tenía planes y me divertía en las fiestas de pueblo y con gente sencilla. Hoy tengo que disfrazarme con gente que dice ser de etiqueta y equis categoría. Es un mundo de compañeros y competencias, pero al fin y al cabo seguiré siendo el obrero que trabaja por papel moneda, siguiendo sus pasos, repitiendo los mismos al siguiente día. Aislándose de sus sueños y aspiraciones, postergando su soledad a sus monótonas acciones. No hay otro balón el rol consuetudinario de mi vida, sólo rodar y derribar los mismos pinos de la vida.
8. El sabor a sal. Sólo te pido señor, que apesar de que esté lejos de mi familia, ellos no pierdan la fe de que voy a regresar. Conserva a mi madre, bien; guía a mi hermano por el sendero de la buena voluntad. Yo aquí no tengo a nadie, pero trato de esta vida afrontar, y mostrarte lo guerrero que tú y mi madre me enseñaron al de su vientre germinar. La vida no es rosa, ni menos azul cielo, ni verde mar, cada bocado que me llevo a la boca sabe a sudor, y salitre con sal. Tú sabes que te cuento mis días, bien cerquita del mar. Me dijiste uno de esos días que no vertiera más lagrimas al mar, así quiero que tú le digas a mi madre y a mi carnal, que no lloren, porque voy a regresar. Quiero que piensen que estoy a su lado, que duermo en su cama, que les hago el día con mi familiaridad. No descuides a mi madre, cobíjala con tu manto celestial. Qué puedo decirte, si tú eres mi padre, si conoces el rumbo de las palmas de mi mano, si has dormido conmigo y sabes lo que es el sabor a sal… no puedo decirte nada. Estoy pensando callar.
9. Inutilizable. Señor, inutilízame, si me vas a acompañar de soledad. Inutilízame, si vas a frustrar mis sueños, y no me mantengas, palpitando y despierto. Tú sabes bien, lo que se siente perder todo y a todos, pero tú eres el ungido y sabes decir no en cualquier desierto, yo sólo soy hombre y mortal en tus propios terrenos, sólo tengo mi propio polvo para dejarte plano el que hubiera sido un hueco en tu cementerio. No tengo más. Soy ese tu cartucho perecedero, tu ojiva inutilizable, ya quiero dormir, olvidarme de ti y tus consejos. Otra charla contigo inhabilitaría satisfactoriamente mis grises y sin relieve se dicen sueños.
10. Tristeza, azúcar y orfandad. Vuelvo a comer malvaviscos para que no me pegue tanto lo triste, y es que lo azucarado y chocolatoso es para quitar las penas. Y yo cargo unas penas en el alma. Y unas son de amores y otras de kilómetros y grandes distancias. El punto es que ya no podré ser el mismo de antes. Me tienen dando volteretas alredor de la republica, un día estoy en Yucatán y el otro en Sonora, un día en Tuxpan y el otro pasado en Manzanillo, de norte a sur, de oriente a poniente. Y es por eso la causa de mi tristeza, la estabilidad. Alguien me dijo que llevara día a día un diario, pero no entiende que entre el bolígrafo y yo hay un pacto de anticivilidad, si es propio así pronunciarse. El punto es que ya no estoy contento conmigo mismo, muchas veces quise hurgar en mis propios orígenes y me encontré con mí terminar. Me falta mi yugo y mi techo, mi madre y mi orfandad. Cuantas veces quise entregar por entregar. Ahora que sólo tengo mi casa y esta soledad. La tristeza me oprime, que si no es por estos bombones, ya me hubiera puesto a llorar.
11. No te he hablado, madre. No te he hablado, madre. Y me da hoy pena hablarte porque no estoy en mis cinco sentidos. Hoy me bajé el medicamento con cerveza. Si tú me vieras como hijo te diera pena. He recorrido los rincones más recónditos de la mierda. De pelos, alcohol y putas está llena mi conciencia. He llegado a ser el contraste de hombre, de estar en la cima a caer al bache de segunda preferencia. ¿Y qué voy a hacer a estas alturas en donde recubro por remedio el estómago de más alcohol? Nada, soy la vida loca con mis amigos, soy la bajeza y la perdición con mis amigos. Le he entrado a todo y mi preferencia es la coca, tengo la nariz y el olfato destruido. No puedo reconstruir mi vida que se viene cayendo. Soy la pena y el hazmerreír de ese público yucateco. Me vine con planes e ideas que nunca fructíferaran. Me perdí en la bajeza de mi propio ser. Estoy sucio, menoscabado de lo que nunca pensé. He perdido. Que alguien ocupe mi lugar vacío. Hoy ya no tengo amigo Dios. Mi amigo es esa lata dorada que promete seguir viviendo embotando mis sentidos. Quise estar perdido y hoy estoy perdido. Y no nací para lo estable, ni para el progreso, ni para lo ético, nací para la destrucción del ser, del yo mismo. Hoy me puedes decir que estoy perdido, madre, y tienes razón, madre, estoy perdido. Ya no soy ni de aquí, ni de allá, seguiré siendo el coleccionador de momentos. Una maestra me dijo que, hay que vivir el momento y poco me faltó para llevarla a la cama, si hubiera pasado eso, estaría con un tiro en la frente y de amante mal correspondido. Estoy pedo, no me creas mis debrayes de niño. ¿Qué puedo hacer mientras me sube el alcohol? Nada, al fin de cuentas seguiré siendo el de la pluma desconocida. Ya no tengo más letras, sino sueño. El alcohol recorre mis venas, será verdad que mañana, amanezca cuerdo; no quiero vivir mañana, será un mal día para mi estómago y para mi cuerpo. He destrozado mi vida, a veces he dudado en seguir viviendo, ¿Quién le da importancia a mi vida? Estoy triste, madre, y me da pena seguirte escribiendo ni puedo tolerarte mi alcoholismo. Puedo mirar el alcohol como nutriente, como indispensable en mi vida y abotargador de mis sentidos. ¿Qué puedo hacer si soy despreciable, si he caído en este agujero? Ayúdame, madre, que me doy pena, mañana no sé si luchar contra mí mismo, estoy en el punto de hundirme en mi existencia, me da pena por los niños que han hecho sus vida bien, estoy como destinado al punto muerto.
12. Por el amor. El amor cambia a los hombres, los doblega, los apacigua. Ya no andan relinchando tras otras nutridas y prominentes ancas. Aunque el mundo de flirteos femeninos pueblen su cabeza, el hombre embelezado por su dulcinea no renunciara a mirarla por otras mujeres. Pero en fin, todo sea por el amor.
13. Dejarse ir. Si no es cuando tú quieras buscarme, ni cuando se te antoje salvar mi tristeza con el naufragio de tu cuerpo deleitable. Ya no, ya no más, hoy la tranca de mi cuerpo está al tope, hoy tengo que vivir punto y aparte. No quiero curvas, ni muecas bonitas, ni jadeos, ni otras pasiones. Quiero mi soledad y mis caricias, mis sueños y mis pesares. Ni por el amor de toda mi vida, ni aglomerado de mis necesidades. Tengo sueño, voy a dormir, cuando abra la puerta, no quiero encontrarte, es mejor que naufragues y me sueltes a la deriva cual botella y su mensaje.
14. Lo inestable. No me gusta que llores por teléfono, mami. Sí te extraño, pero si soy expresivo, tal vez me gane el sentimiento y en unos días más me tengas tirando de tus faldas como un niño. Y no es que ya no sea tu niño, lo soy y en cierta manera necesito de ti, necesito de tu protección y cobijo. Hay veces en que me quedo estático, tranquilo, es como si no pasara nada, como si estuviera blanco e ileso, pero tú sabes bien que apenas y puedo aquietarme. Soy todavía un niño que necesita de tus brazos y consejos. Entiendo, que la moralina y la ética para ti son piezas fundamentales para empezar a fincar sólidos sueños y estimarse a uno mismo, pero qué puedo hacer cuando estoy sólo y no tengo ningún amigo rondándome, queriendo estar conmigo, que puedo hacer si no es nada la compañía que alquilo. Sólo me queda putear con mis ganas de no estar sólo, pagar, pagarles para que me estafen el cariño que ya no tengo claro ni limpio. Soy otro, soy tu otro hijo con cara agrietada, lleno de frío.
15. Triste y vil. Para qué quiero una vida y todo su lujo, si estoy sólo y poblado de inconformismo, los deseos me trepan por todo el cuerpo, me fermentan la piel y me agujeran los ánimos. Se puede tener mucho y estar lleno de vacíos, de vicios viles y silencios mal habidos. Soy el corcho inasible que tiene estructurado el pretérito mal planeado. Quiero hacer buena vaina de mi tesoro mal perdido. Qué puedo hacer con estas ganas, con esta estructura llena de paralelismo, nada, sólo cantar y cantar, luego hacerse el disimulado y llorar en un obscurito bien escondido.
16. Amor fiero. ¿Por qué no se aferra una mujer a perderte? ¿Por qué aman a los cabrones, a los que la humillan y la sobaja; a los que brincan de cama en cama? Una mujer que te quiere te perdona todas tus pendejadas, el amor es indescifrable y no tiene cola ni rabo, es un hibrido de la sociedad burguesa, y de Aleph sin majestad.
17. La suegra. La suegra es ese fantasma enfermizo que se refleja en cualquier objeto, su rostro es un ente andante con parlante incluido. No se puede descansar en paz, porque hasta en el juego relajante y onírico de la inconciencia se hace conciente y recalcitrantemente enfermo. Cuando una suegra viene con todo y el paquete incluido no hay de más que apechugar, visoreando el bello desastre que deja a su paso cual errante torbellino proclive al devastador huracán de mil ojos y cien manos. La suegra es una especie de Leviatán, para todo quiere pensar por todos, no se queda en paz, busca el bien conyugal y quiere lo mejor para sus hijos, es ese aguacero abundante pero acido. Para que la suegra se amaine hay que mentarle su reputísima madre, dejarle así de tener miedo. La suegra tiene cara de jirafa, cuerpo de hormiga, tamaño de ratón y piernas de Rambo en la batalla perdida, y los cien años de soledad más frustrada que con uno adentro, pero podrido que empuja sacarlo. Pero dice que, quiere así su niño rubicundo y sano, aunque sólo te desea a ti, más: torpe, tonto y comprometido
18. Caídas. Qué te pasa, haber, ¡cuéntame! ¿Te sientes mal? ¿Por qué esas lágrimas y kilos de moco? ¿Te falta mami, hermanos, casa? Tienes un año fuera de tu casa. ¿No qué lo aguantas todo? ¿No, qué no te afectaría la soledad, qué la conocías de cerca? Eres un puto, un chillón puto, porque ya no sabes cómo se paga el precio por tomar decisiones al momento, porque dejaste a un lado; a tu mami, eras su báculo, su pañuelo de lágrimas y consuelo. Eras todo para tu madre. Y ahora vienes a chillar cual niña de chiste. Tiene que reírte, y ya no puedes payasito, ríete de tu apariencia, de donde no tienes dónde batir tus mocos, de que haces ruidos como si se te escapara la vida. Ya no llores, la vida también es gris y tiene bajos colores. ¡Por un carajo, cállate! ¡Endereza tus pies y sal a desayunar, ponte gotas de ojos y sonríe! ¡Levántate! ¡No ha pasado nada, ni Dios lo sabe! Ya no mi hombre dentro. No pasa nada, nada que no se pueda resolver sino que volviendo a llorar. No puedo.
19. ¿Qué es vivir en pareja? Es llegar a tu casa y sentir que alguien te espera, es amanecer acompañado, es tener alimento en tu mesa, tu ropa limpia y tranquilidad. Después de tanto sexo a diario, viene el compañerismo, la empatia, si uno sale a delante, el otro le ayuda. El sexo pasa a segundo plano, como los pretendientes y amigas. El objetivo es la familia, la niña y el niño, los gastos y las quincenas. Viene la obligación de llenar el refri y la alacena, vienen los seguros médicos y los escasos viajes, se acota la libertad en ambas partes, ahora funciona el compañerismo de pareja, si una mano se entera de lo que hace la otra, todo va por buen camino. Vienen los psicoterapeutas y los celos, las relaciones de una vida en pareja. Que si tú lees esto, lo lee también tu pareja, que de música y cumbias se conocen. En fin, la vida en pareja es una bonita experiencia, porque nunca se está solo, ahora dos cabezas son un mundo más y más ideas prometedoras y nuevas. Creación y gente nueva.
20. Ella se llamaba así. Ella fue mi novia por nueve airados meses, ella se llamaba Martha. Tenía la sonrisa esplendida de una niña de diecinueve primaveras. Le faltaba vivir y es por eso que la dejé libre. Nunca terminé en la cama con ella, supo cuidarse y me demostró colmada madurez para dominar sus emociones. Le hablé de amor y de sueños grandes, de ser madre y de contar a nuestros hijos como pupilos de kindeer garden. Hoy le estoy diciendo adiós y no es que ya no me interese, sí me interesa, pero hay cosas de su carácter que no me cabían por más que en mi mente conforme se aprieten. Le gustaba dormir mucho, también hacerle tanto caso a su madre, hablaba con groserías y no cuidaba ciertos modales, pero en cambio tenía un enorme corazón noble. Viví feliz a su lado, no me preocupó nada, ni el tiempo, ni el espacio. Fui suyo y todo lo que en mi espíritu contiene. Cómo decirle que por mi orgullo no voy a buscarle. Debo de ti curarme, debo de ti alejarme. Me pone triste y me absorbe.
21. A VECES HAY UNO QUE ENOJÁRSELE A DIOS. A veces hay uno que enojársele a Dios. Jalarle las orejas a Dios no siempre es bueno, pero hay que decirle alguna vez en su vida que no siempre debe tener el control de uno mismo. Me enoja, y un buen me encabrona que quiera manejarnos cual sus títeres de niño. Seremos humanos, pero no puede ponerse a ser nuestro titiritero sin al menos conocernos. En mí ya ha colmado cual mis límites fronterizos, estoy en la raya de mi tolerancia cero. No quiero apuntarle a la cabeza y pronunciarme ateo, no, más bien quiero soplarle al oído, y mazapanearle la nuca. Porque ya no más me dejo. En tanto, le concluyo mi enojo viva o muera, no es cosa suya, yo sólido y gente de espíritu libre me creo. ¡Jummm… encabronado!
22. Panditas de mi infancia. Los panditas me recuerdan mis tiempos de joven. No es que me sienta viejo, sino que aquellos fueron tiempos mejores. Hoy muerdo las gomitas con cierto gusto de despedazar mis recuerdos. Las panditas vienen en una bolsita color a recuerdos sabor Ricolino, pero vienen muy pocas, casi contadas. Mi hermano me invitaba helados con panditas dentro. Mi madre me regalaba los domingos, bolsitas con panditas para que formara mi pequeño ejército. Mis tíos me premiaban la memoria de tablas de multiplicar con esos ositos de grenetina sabor: fresa, piña, naranja y limón. Fueron tiempos aquellos en que me atarragaba la boca y salía brincoteando, ahogándome de alegría, grenetina y sabor. La mayoría de mis tíos están diabéticos, los recuerdos, el azúcar y el sabor atosigó su vida. Yo aún puedo masticar dulces, morder frutas, manzanas, y miles de azucares me permitan mis molares y mi garganta. En fin, tiempos aquellos. Vámonos llenando la boca de monitos de colores y sabor al por mayor.
23. “Quiero ser esa ancianita erguida, barbita prominente, nariz afilada, que vestida con sombrero viejo, túnica de gasparín y botitas retorcidas; mueve el caldero humeante para formular la vida cual pócima efectiva termine por decidirme entre Centrocapital o península de Yucatán”.
24. Para endulzarles la vida. Te diré que me gustan sangronas, difíciles, para enamorarlas y endulzarles la vida. Y esto es juego de todos los días, las grandotas, güeras y pegalonas para nada me gustan. He estado en el norte y puedo decir que más vale dominar la situación que salir dominado. Hoy las chicas deben tratarse con cuidado y más si son de trato delicado. Puede uno lidiar con el carácter de una jarocha, hasta de una yucateca y colimense, pero que salga una niña batallosa y de Sinaloa; no hay para mucho aguantarse, la situación con estas mujeres es delicada y de armar tomar, más vale desaparecer hablando de este origen.
25. Manzanillo en el aire. Hoy recorrí de cabo a rabo la ciudad de Manzanillo. En todas las ciudades hay diferencias. Mi primera impresión de esta ciudad es que es familia afable y tranquila en donde todos trabajan y aportan ideas para vivir mejor. Aquí hay mucho trabajo y además de la oportunidad de educación. Estudian más varones, sí, pero también las mujeres aportan; es una señal clave de que la ciudad sin ellas no vive, se necesita de la mujer colimense para darle sentido al paso y al reloj de este pueblo calido y costeño. El cielo es limpio como el aire, los árboles grandes y verdes como las casas rectas y bien pintadas. Los niños tienes juegos, parques, pastos verdes; los hombres tienen autos, carreteras, puentes y caminos. Puedo decir que me gusta Manzanillo, porque huele a manzanilla, arena y sol. Todos tienen por aquí: carro, moto y bicicleta. Qué puedo decir de un lugar que me ha maravillado, nada; sólo quiero reposar y ver el cielo más negro y fresco que me pueda regalar para un mañana prometedor.

Manzanillo en el aire

Hoy recorrí de cabo a rabo la ciudad de Manzanillo. En todas las ciudades hay diferencias. Mi primera impresión de esta ciudad es que es familia afable y tranquila en donde todos trabajan y aportan ideas para vivir mejor. Aquí hay mucho trabajo y además de la oportunidad de educación. Estudian más varones, sí, pero también las mujeres aportan; es una señal clave de que la ciudad sin ellas no vive, se necesita de la mujer colimense para darle sentido al paso y al reloj de este pueblo calido y costeño. El cielo es limpio como el aire, los árboles grandes y verdes como las casas rectas y bien pintadas. Los niños tienes juegos, parques, pastos verdes; los hombres tienen autos, carreteras, puentes y caminos. Puedo decir que me gusta Manzanillo, porque huele a manzanilla, arena y sol. Todos tienen por aquí: carro, moto y bicicleta. Qué puedo decir de un lugar que me ha maravillado, nada; sólo quiero reposar y ver el cielo más negro y fresco que me pueda regalar para un mañana prometedor

Postura

Hasta ahorita no he tenido la necesidad de encontrarme con una puta, amor, porque aunque lejano creo en ti, en tu imperiosa necesidad de amarme y no fallar en tu lucha como yo en mi guerra. Pero desde hace unos días no tengo tu voz ni en el teléfono, ni en mi almohada que invoca mis sueños. Tengo la necesidad de ti, no me olvides. Recuerda que hemos prometido juntos, ser uno mismo, uno solo, a pesar de los fracasos que rodeen nuestra incansable lucha. Bien sé que, en una semana más, iniciaras una nueva vida, que la universidad a la que deseas entrar te ha abierto sus puertas, que botarás todo para abrir los libros. Yo festejo, lloro y en fin aplaudo esa situación, pero quiero estar en tus planes, como en tus manos mi corazón. En fin, amor, no voy a llorar, porque un hombre no escribe para esto, solo quiero hacerte una advertencia, tengo la necesidad de ti, y si me olvidadas, definitivamente me pierdes.

Solo soledad

Mi vida esta llena de soledad. Hay recuerdos vivos, pero no dejan de ser recuerdos para sólo traer a la memoria y recordar. Soy soledad. Habito en mí mismo, en mi soledad. Hay huecos que están por allí, igual solos, vacíos, esperando el hueco de su propiedad. Y hay que soltar la libreta para dejarse de acompañar, y hay apagar la luz para ponerse a soñar. Un, dos, tres, estoy a obscuras para mi propio amigo interno, crear. No puedo, no quiero más, la ruina de mi soltura ya no se quiere acompañar por mí solo. Soltero, gritando que hay que su vida habitar. Todo termina así, no hay para adelante, ni para tras.

Fiel a la distancia

Hoy la playa es mundo, hay muchas piernas, pero yo sigo sintiendo la necesidad de ti. Bocas me sonríen, pasos delatan un proclive coqueteo, pero mi soledad se reserva para un mañana que sea prometedor. ¿Hay amigos? Sí. Pero no quisiera volver a comenzar las parrandas, el amor comprado con dinero, la vida nocturna y cruda y briega soledad. Hay llamadas perdidas que quisiera contestar. Insiste el teléfono, quiere conmigo hablar, pero yo ya le di oportunidad, sólo me quiero bañar; no en la playa, porque mi cuerpo es débil, no mi corazón que ahora trata de serle fiel a la distancia y al amor que hay que conservar.

Para endulzarles la vida

Te diré que me gustan sangronas, difíciles, para enamorarlas y endulzarles la vida. Y esto es juego de todos los días, las grandotas, güeras y pegalonas para nada me gustan. He estado en el norte y puedo decir que más vale dominar la situación que salir dominado. Hoy las chicas deben tratarse con cuidado y más si son de trato delicado. Puede uno lidiar con el carácter de una jarocha, hasta de una yucateca y colimense, pero que salga una niña batallosa y de Sinaloa; no hay para mucho aguantarse, la situación con estas mujeres es delicada y de armar tomar, más vale desaparecer hablando de este origen.

Coplas de un promiscuo

De tu queso quiero eso, De tus tetas quiero leche, De tu boca dame un beso, Y con tu lengua mama éste. Dices no chupas pito, Porque no eres prostituta, Pero yo esto te lo repito, Porque eres mi gran puta. Qué bonitas pecas tienes, Ayer te las vi en tus nalgas, Pero como las mantienes, ¿Les rezas para que te salgan? Dices que mi negro es tuyo, Yo te digo que es verdad, Es apenas un capullo, Y toda tu felicidad. No te escribo en el fundillo, Te escribo en la promiscuidad, Si te vistes de amarillo, Te desvisto de verdad. Al pasar por tu ventana, Te observé bien desnudita, Te he de quitar la manía, De tocarte mi güerita.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Sentido de la fidelidad

Lo más importante es la familia. Tu esposa que es bonita y no debes cambiarla por un pedazo de carne y cera sólida. Actualmente la mujer de hoy debe ser muy profesional e independiente, además de cariñosa. Unos corremos con la fortuna y con todo el paquete de mujer, y le somos infieles, no debe ser. Uno vive con el remordimiento, con las manos olorosas al otro sexo. Siempre hay remordimiento, y el fantasma de que la cama huela a otra, de que se encuentre la tanga y las mordidas ajenas en la almohada de tu esposa. Hay que reinventar nuevas técnicas y caricias en la cama para que tus fantasmas no te mortifiquen la conciencia. Uno debe evocar y proyectar su mente en otra cosa que no sea el engaño y la infidelidad…Las cosas deben cambiar y limitarse a no levantar la gran avellana que termine con la Atlántida de tus sueños.

Mundo, tiempo tardío

“Llega el momento en que te cansas de andar putiendo. En que tienes tanta basura en la cabeza que cuando volteas a ver tus manos no tienes nada, sólo momentos. Es decir, que ves tus canas y eres un viejo, sólo un viejo. Quisieras brincar, correr, y volver a emprender los proyectos truncos y sembrar de árboles los cerros tardíos. Pero ya mañana no emitió y menos sus proyectos latentes y proyecciones. Tiempo tardío. ……………. Mundo no me satisfagas todos mis anhelos, porque no sé distinguir mis límites ni mi ego. Si me das: cuerpo, sonrisa, miradas, corazones y besos, dame el FONDO para entender los límites de mis sueños”. …………… Hoy todas las putas del mundo me conocen, aunque yo ni su cuerpo recuerde. A algunas no sé si hablarles, temo quemar mi poca reputación con tanta gente. He dicho que me olvidaría de esas mujeres; de esos gestos, ojos y caricias que venden. A mí no me importan todas las putas del mundo, cuando estoy enamorado.

La culpa del sidoso

Yo contraje SIDA por andarme metiendo en lugares que no. Ahora sufriré sus consecuencias. Toda nuestra vida la cambiamos por un momento, por la curiosidad, el desacato y el desenfreno. Probé, dí, y conocí muchas formas de hacer el sexo. Qué fortunas, trabajo, amigos y tiempo; algunas veces corrí con la suerte del primerizo. Robé y escondí, use todo medio para lograr mi objetivo. Me depravé en la palabra y su extensión, violé edades, limites y respeto. Merezco el escudriñamiento del omnipotente, por ser la bajeza y el mal ejemplo. No tengo cara para dar consejos, ni menos escribirles, tengo en mi boca la culpa de seguir vivo. No podré seguir en pie ni menos escribiendo. Voy hacer uso de este frío metal, y acabar con lo que por mi culpa se desató y ya hubo muertos.

Cortar por lo sano

Voy a alejarme de la putas, no porque me hayan enfadado ni porque quiera seguir la senda del bien, mucho menos al temor de una infección, sino porque estoy en números rojos. ¿Cuánto puede quitarte una, dos o tres? ¡Nada, pero ya traer una y otra puta del diario, si que está cabrón! Quiero cortar de tajo este ánimo nocturno que luego me anima, hoy es primero de mes y voy a enderezar mi camino como mis bolsillos. Vamos a suspender los planes, el pacto de ayer: escapar, escabullirse. Cortemos por lo sano y a entregarse a otras pasiones.

Sobre casarse

He pensado en que posiblemente no me case. Aunque sí quiero tener un niño y una niña, si me gustaría ser padre. Creo que el matrimonio te limita el plumaje de tus alas, aunque te eleva hasta la ejemplaridad en sociedad y ante Dios Padre. Me gusta conversar con gente que ha vivido en pareja, que tiene una bonita familia, y hasta los que se dicen solteros y felices. Aunque ahora yo estoy soltero, con novia y con la curiosidad de entre andarme y seguir libre. Me han contado los solteros que se dicen realizados y felices. Otros tantos casados se lamentan y cuentan que no han conocido bien a su pareja, y ahora el divorcio es todo un fraude que cuesta y cuesta caro. Otros tantos que ha seguido bien la senda del “vivieron para siempre felices”, se sienten otro tanto perseverantes y felices. Me cuentan que para que un matrimonio esté bien de principio a fin es tener que casarse primeramente con Dios Padre, luego que se deben tener respeto tanto físico como verbal, enseguida la comunicación es un rol que define tanto fidelidad y los no celos; todo esto sin que padres, hermanos, y tíos influyan en dicha relación. Así es el triangulo perfecto. Pero para qué tanto complicarse la vida, si el noviazgo es bonito, y más el sexo sin compromiso. No hay nada que detenga si no se tiene cordura y pasión por vivir la vida loca en esta hermosa vida a donde se viene a multiplicarnos tanto en ilusiones, sueños y fornique. El corazón es plástico y el sexo endeble, no tiene fuerza de voluntad, nada que con el dinero no se pise y compre.

Como el mercurio en la palma de tu mano

Llega el momento en que el hombre se cansa del amor y sólo piensa en la libertad, no precisamente en el divorcio, pero sí en la libertad y no en el cobijo de las mismas piernas. Un hombre puede tolerar la asfixia por unos días, meses y hasta un par de años, pero el engolosinamiento destapa al tope el germen de su tolerancia. No hay mejor fórmula para este mal de amores que las mujeres de vida fácil, que las piernas sin recelos por el amadrinamiento de unos dólares en el calzón. Dicen que el amor sin compromiso es uno de los peores errores del ser humano, y lo diría Gandhi en sus libros de colección, pero él no piensa en la libertad sin ataduras, él piensa en la libertad común. Una libertad común no le queda al hombre del que estamos citando, al hombre que como yo quiere zafarse del monótono empalagamiento del amor. El amor apesta, llega el tiempo en que se consume, y no queda otra solución que reinventarse otro yo.

Vete 2

Te veo como cada día te haces más joven; mientras, yo cada día me hago más viejo. Aunque noto mi cansancio, me finjo ante ti el mismo chamacote quince. Algunas veces me tiembla la pierna, me cuesta más trabajo levantarme, se me complica sonreír, estoy encaneciendo. Dicen que a ti te gusta estar conmigo, que me amas y te gusto físicamente, no mientas, ¿a quién le va a gustar un hombre de muslos fofos y cutis seco? Tú eres la ninfa que de niña es mi mujer, la madrota de mis sueños. Te digo, que eres tú misma a lado de un viejo que sólo refleja tu energía, cual luna disfrazada de espejo. Tú sonríes, brincas; eres la flor de loto en su pleno apogeo. Yo tengo ganas de dormir, de cerrar los ojos, cagarme, decir que, es todo y ponerme a charlar con el viejo. Quiero mi tiempo para leer, para escuchar al silencio, para conocer a quien yo quiera, para llevar mis propias flores al cementerio, tú quieres todo lo contrario: quieres vivir; agitarte en la calle; sonreírle a la gente, tomada de mi brazo; ir a darte un baño al malecón, nadar conmigo hasta cansarte; hacerme el amor para que me veas contento. No estoy agrio, simplemente siento que se me escapa el aire, que sólo tuve sueños truncos. Y ahora bien, mi niña, tú que fuiste mi mujer a corta edad, que supiste corresponder mis ansiedades y desasosiegos, aún y cuando te ofendí y denigré con insatisfacciones y malos y sucios deseos, ahora bien, te dejo libre, tienes la energía que puede irradiar con provecho a un corazón sin agujeros. Yo ya estoy cansado de sueños incumplidos, de amores añejos. No tengo palabra de hombre, ni para mis infidelidades, ni para abotonar mis cortos sueños. Vete mujercita de mis tiempos, olvídate del bumeran y sé feliz con quien te ofrece campos verdes y ricos semilleros. No soporto verte, ni que me vean otros tomado de tu mano como si fuera yo una robusta cadena inhabilitando tu colorido vuelo de amazona en cautiverio. Galopa lejos de mi, otro cuerpo.

Olor a ti

Traigo en mis manos el olor a ti. No me las quise lavar para recordarte, para traer tu esencia, para que me sigas, para que sigas conmigo. Tú dices que no te quiero, que sólo me importa el sexo. ¿Pero qué hace un hombre de veintitantos con una niña de quince? Sí te quiero, te quiero a mi manera necia de no mostrártelo todo con palabras, sino con caricias, con gemidos y con secretos indescifrables en tus oídos. Estás manos te escriben a lo que hueles, hueles a mimetismo, a sombra, a fiesta, a libertad. ¿Qué hace una paloma dentro de una jaula con un ruiseñor, si el ruiseñor es mundo y la paloma la paz y la libertad? Puedo decirte con facilidad que te amo, pero aún no siento en la boca del corazón ese deseo de pronunciar. Te quiero es cierto, me gustan tus senos como magnolias, el lunar que tienes en uno de ellos al respirar, me gusta cuando te curvas al placer de mis dedos. Me gusta verte contenta, pero también adoro mi libertad. No es que quisiera cambiarte por otra, no. Sólo quisiera decirte que todavía no hay en mi corazón un te amo. Nada más y más adelante podría germinar en mí esa frase que tú me dices con todo el corazón. Yo comprendo a mis manos y adoro a lo que huelen, te adoro a ti.

Así somos

Siempre estamos deseando a la mujer de nuestro prójimo, aunque tengamos una mujer de ensueño. El hombre es así, siempre a la expectativa; que los tacones, el caminar de gacela, que la cadencia y el vaivén de la cintura, y dos que tres encantos que saltan a la vista. Estamos hechos de instinto y de mirada, de colores de piel y voluptuosidad. Nos encantan los senos marcados y las minifaldas, los culos alzaditos, y las caras bien enmarcadas por unos labios ávidos de chupar, y una lengua voraz que todo apacigüe. Porque así somos, les hablo de, hombre a hombre. Esto no es un concepto para comulgar, para generalizar con un deseo, que bien podría decirse es de licencia colectiva y de sentido común.

Sobre la infidelidad

Estoy repartiendo mis horas en todas mis infidelidades, una me llenará el corazón, y las otras me dejaran satisfecho. Yo no soy un hombre de una sola mujer, no puedo, ellas aparecen. Tendríamos que borrar a la mujer de la Tierra, porque sola ella es el motivo de mi desorganización. Podría decir que cada día me organizo, distribuyo mis tiempos, dinero, y espacio, mis ganas y mis saciedades. Mi corazón es una memoria regrabable, basta darle clic derecho en su opción de formatear para deslindarme o afianzarme a una relación o acabar el principio de un tormento. Los hombres infieles somos así, siempre nuestras manos está deseosas de conocer y conocer cinturas diferentes.

El camino que se bifurca de a mbos senos

No es fatigosos el trabajo ese de buscar el centro mismo de mujeres con abundantes senos y puntiagudos. Es agradable el recorrido, y se disfruta más cuando tus manos son chicas, y tienen la memoria táctil para reconocer las texturas y los deslices de un cuerpo bien formado y lleno de juventud, de piel fresca y prometedora del enajenamiento de alusiones y divergencias de un hombre cuerdo. Someramente sus encantos son balones que fructífera la cosecha femenil de cinco kilogramos cada uno, hay distracciones, pero no encanto acaeciendo en pletórica palabra del afanoso camino que llama y salta a la vista varonil, es por que hoy prefiero bajar la mirada ante unos labios carnosos llenos de malicia.

Conducir alcoholizado y con putas

Estas gafas son lo que queda del inventario roto de aquellos días. Conducía con aliento a alcohol. Casi embisto a dos policías en sus motocicletas. Las tres mujercitas putas que traía en mi compacto, bajaron una a una y se pusieron al tú por tú con el refuerzo que había llegado en una patrulla para aclarar la infracción. Mi león eléctrico fue llevado por un perito del orden, se borró el video que una alcoholizada igual que yo había hecho gracias a su mini celular; luego se fueron pidiéndome mi número telefónico. Yo fui subiendo a una patrulla y puesto en posición de desventaja. Recuerdo que ya conducido a la comandancia me pusieron la pistolita delatora de si hay o no hay mayor problema. En fin, debí dejar mi vehiculo y salir para mañana pagar el saldo que había arrojado mi boleta. Al otro día regresé. Pagué la deuda y saqué al eléctrico de su estadía. Ahora pienso en no conducir bajo ciertos efectos de mareo. No hay tour, más sí colchón.

Ojo no lectoras

Aún siendo hombrecito, yo sí me encamo con hombres, pero de esos hombres vestiditos que sí huelen y son casi mujer. Tengo amigos que son gay y son todo masculino, de esa clase de género no me interesan, les ofrezco mi amistad y mi más sincera admiración por su masculinidad y saber verse bien. Algunos dicen que eso de no ser coherentes con su genero es una aberración, yo soy hombre y me gustan las mujeres, pero no les digo aberración eso de reconocer a un travestí que operado tiene boca y sabe trabajarle a la polla tan bien que cátedras se hablan en el Kamasutra y tantas versiones corregidas y aumentadas, habidas y por haber. ¿Pero cuál es mi punto de fuga e interés? Es tal vez tranquilizar los ánimos, y las inquietudes a los chicos que gustan de travestis y lo que hacen sólo con la boca y la lengua, sólo hasta allí, porque eso de fornicar con los hombres que no gozan de un vientre y una matriz, eso sí ya no es tan agradable. Los cuerpos son diferentes como las sensaciones. Así pues el cuerpo de un hombre como el cuerpo de una mujer es la mejor estampa para gozar de otras agradables sensaciones, un travesti y sus terminaciones labiales ya son una contradicción, deja que sólo te mamen, lo que hagan más adelante me deslindo ser portador, podría ser el interés porque por tus medios lo descubras, estimado lector.

Tirarse y corredse

No todo en la vida es tirarse y coger. Pagar por coger, tirarse a niñas chichonas y a señoras otoñales. También, hay que dejarse domesticar y darle cabida al corazón más que al pago sobre sexo. Fácil te las consigues, al grano y sin que se sienta, si va a pasar pues que pase, que no se note, hay que darle a las niñas lo que está de moda y a las señoras dejarlas hablar y que se desahoguen. El matrimonio es para reivindicarse, para sentar los pies sobre la tierra y tener cimientos y bases, para una vida mejor. Aunque mil veces se sufre en el amor, hay que darse prioridad uno y quitarse ese bombeasangre y coger, bombear, salirse de uno mismo, si existen los medios pues adelante.

Tamaña mujercita

Grandotas y aunque me peguen, pero no dejo que una se vaya sin conocerme. Gaby esta alta y tiene tamaño motor potente, y te avienta la carrocería y es como si se dejara resentir el laminaje tonelero por centímetro cuadrado en tu cuerpecito endeble. Hoy la invité a comer y vaya que le daba el paso para en su fila formarme, tiene los labios gruesos y sus ojitos rasgados, sabe reír y callar. Me gusta cuando carga su bolso, es como si trajera los juguetes de toda una eternidad, tamaña bolsísima llena de todos accesorios y ocupaciones. Digo, me gusta cuando calla, es bonita y todo lo vale, es todo oído y compresión. Aunque para su edad, no deja de aparentar tamaña estatura, tiene veinte para más de dos metros de estatura, cuando la agarras de la mano y la jalas, te sientes enorme, porque es como si jalaras la Torre Eiffel, todos te ven y eres grande, porque el corazón te flota, tienes la fuerza que motiva a alguien acompañar.

Fiebre de un adolescente

Como me hubiera gustado que ese día del niño me hubieras visitado para despertar tu virginidad de niña dulce, para darte órdenes de cómo vestirte y desvestirte, para meterte bajo la regadera y macanearte el cuerpo pegada a la pared. Luego secarte cual lámpara maravillosa y arremeter mis bestiales ganas de ayuno, mientras te tomo de los hombros y jugueteo mi lengua por tus senos, cuello y pelo embriagante de jabón con perfume. Pero el treinta de abril llegó a mi puerta y ni una carta echaste a la rendija, ya eres otra y tus tiempos de mujer ahora disfrutas en ese cuerpo primero besado con mi nombre. Dicen por allí que, el pasado ya es pasado y muele tanto atormentarse, es por eso que aquí todavía sobrevive tu juguete, has de recordar un poco mis ánimos bestiales y tendrás que volver a pincharte cual ave que vuelve al nido conducido por su espíritu de madre. Tengo hambre y dependo de ti, ven a alimentarme el monstruo depredador del que estoy hecho cual hombre que demostró por vez primera a vestirte y desvestirte con devoción a tu cuerpo de niña dulce.

Por una llamada

He llegado a los extremos de hacerme pasar por gay en esto de los labores de un sancho. He modificado mi vestir, mi caminar, mi pose y hasta el vocabulario y voz juega un papel importante. Al principio cuesta trabajo, pero después te acostumbras al ritual de las pestañas chinas y las uñas de color. En la cama es diferente y allí desato mi instinto y bulto oculto. Comenzó con una llamada haciéndome pasar por gay frente a un cabrón que bien protegía a su chica. La táctica era fácil, seguir siendo gay, hasta posar y relacionarme con ellos. El caso fue simple, después me fui complicando y metiéndome en círculos más selectos, donde pasean las modelos y las mujeres de silueta y marca prestigiada. Era rudo y hacia trabajo rudo, aunque posteriormente y a la sombra del juego y simulación, tuve que cambiar de trabajo y volverme diseñador de moda. Hacia vestidos, cortaba el pelo, ponía uñas y demás coloretes. El punto fue que me lleve a la cama desde jovencitas hasta mujeres ejecutivas y con trayectoria en el mundo de los negocios. Allí fue cuando el dinero no me faltó, pero ya comenzaba a preocuparme con mi apariencia; comenzaba a convertirme en una mujer. Antes había hecho una lista que pegué en un muble de mi antigua casa, y esa lista incluía casi veinte puntos; y uno de ellos y el más importante era que: no me iba a operar nada y menos iba a dejar que un cabrón quisiera faltarme al respeto tocando mi cuerpo. Fui una fémina nominada a la belleza gay del estado. Logré escalar escalafones y terminé operarme el busto y respingarme las nalgas. Me inyecté las piernas, hasta diestra me hice con la pintura en parpados y pópulos. La cirugía plástica pobló mi rostro, mis manos, hasta las uñas de mis pies. Fui reconstruido y orillado por la fama, el dinero, y el gusto a ser la mujer más bella del estado. Obviamente cambie de sexo y el gusto por el hombre comenzó, hasta ahorita que estoy tan confundida o confundido. Horrores tengo frente a este psicólogo que me ha puesto a escribir. Ya no quiero juegos. Y si pudiera tirarme de este edificio, no sería uno que, muere orillado por el SIDA. Y la confusión de una vida que plásticamente moldeo para encontrarse, así misma, o mismo, qué sé yo. Jugué con fuego, me estoy quemando. Voy a acabar con esto.

La espera de puta

Preparo los condones. Siempre los he dejado a la vista. Hago esto para que ella se de cuenta a lo que se atiene conmigo. Dos cajas de reconocidos plásticos de látex. Pero ella tiene su nombre como su historia. Dice llamarse Samantha. Tropecé con su nombre hace algunos ayeres. Pero la apodan, la Diabla, desde hoy y para siempre. Se ha hecho tatuar esas letras rojas en el coxis. Muero por volver a ver esa greca. Mueve rico el culo, tiene unas tetas delicadas, y una cara redonda cual su boca que puede albergarlo todo. La espero impaciente, ya es la hora en que debería estar aquí. La he esperado una larga noche. Ahora debe traer unas copas más desde que la vid por última vez. También, debe traer la baba de otros fulanos que osaron plantarle besos en la boca. Yo antes besaba a una prostituta, ahora prefiero no hacerlo. Uno debería tener más cuidado con eso, y no es por cuestión de salud, bueno en cierta parte sí, pero es más romper un trato con su propio yo, con el amor verdadero. Una mujer así está para divertírsele en la cama, para aprender nuevas posiciones, para azotarle las nalgas, para hacerle grietas, para morderle los brazos, apretarle los senos, comerle la cosa, pero no darle de besos, uno tras otro, son pocos y contados. Quiero trepar a esa mujer, Samantha, la diabla sobre esa hamaca. Yo no he hecho el sexo sobre una hamaca, me han dicho unas bocas que sí es posible. Tengo una manía para querer comprobar ciertos rumores.Ya me he cansado de espérale, si no viene es mejor, me ahorro unos billetes nuevos, y otra tanta lujuria que termine por arruinarme. Dije que ni una mujer más de esas que baile públicamente sobre altos y agujeantes tacones. En fin, este sueño esta para arruinarme. Aunque quiero vivir, seguiré soñando, ya no con ser grande y destacar en el inmenso mundo y su protocolo. Sólo estaré equilibrado, ni tanto ni poco. La trascendencia era para mí un empeño, ahora es una tonta carta que en mi manga debe desaparecer. En fin, todo debe mantener un perfil. Esta es la espera de una puta, una mujer que sabe muy bien al tubo repegarse, a la que pide plata educando cierta indiferencia, no porque sea muy ambiciosa, sino porque su trabajo lo vale. Así me la paso tirado boca abajo. Todo está arreglado para el mejor encuentro, aunque de la cancha del corazón algo le impide desmoronarse.

Lucubraciones para una niña

Extraño sus cartas de amor de aquella niña: las ponía bajo mi puerta, y cuando yo llegaba del trabajo las recogía, me dio tantas como tantos te amos allí había escrito, hay una en especial que escribió a letra de molde con tinta roja, me dice el sentimiento que tiene al escuchar mi machista comentario al reprocharle su virginidad. Terminé siendo malo y dañino para ella, aunque ella me quiso tan fuerte y con pasión. Ahora la, extraño, en cierta medida, era una niña aún, pero con una madurez emocional que asombra a grandes y a chicos. Morenita y jarocha, y con un talento en ciertas artes. Yo termino lastimando lo que quiero, me desbarato con el tiempo, me corrompo con tontas ocurrencias y lucubraciones. ¿Y a dónde quiere llegar este texto? ¿Y adónde mi antojo de citar su nombre? Ella se llamó Ana, porque en mi corazón se está secando su nombre. Sé que ella en realidad está floreciendo. Es una mujer de pocos abriles y mucha zanja y sol. Mi brecha es productiva, aunque la de ella se esta abriendo. Miedo tuve de germinar en ella mi semilla, miedo tuve de seguirla viendo, primero sacie mis gustos y bajezas carnales, luego le dije… Hay que darnos un tiempo; ella insistió con una carta más bajo la puerta, mensajes y otras tantas llamadas celulares, yo con mi ausencia y mutismo. Ahora, sólo me queda el despreciarme, porque he hecho tantas cosas y patetismos. Mi libertad se ha convertido a libertinaje, estar lejos de mi casa y de mi madre me está arruinando a seguir tantos patrones de conformismo. Llevo una vida sedentaria y una rutina mecánica y absurda que da miedo. Aunque apenas salí a dar mariachi, luego después me fui con putas internacionales. Tengo mi vida hecha una perinola que, no cae, ni para aquí. Estoy en la rampa del engreimiento entre compañeros y andantes, puedo escribirme soledad en la piel y su contexto. Tal vez extraño a alguien que venga a visitarme, tal vez la niña de las cartas que me llenó de juventud, saciedades y sexo, la niña virgen de los poemas bajo la puerta, la extraño y ella seguramente me ha olvidado, su madre seguramente le ha contado que me vio caminando de la mano con otra mujer. En fin, ahora sólo tengo soledad y patetismo, quiero de ello curarme. Iré a forzar los músculos al gimnasio para dejar de pensar en amor, en sueños y otras ilusiones que no se si sean planes de vida o solo trucos que me juega mi mente, el músculo gris que nunca ejercito, porque ya cumplí el objetivo de aislarme y perder mi nombre entre al concurrencia de lo desconocido. Aunque dañando a algunos y haciendo a un lado mis sentimientos, sobre la carta que tengo escrita con letras rojas, mejor no les hablo porque de lo malo que tengo en el corazón, tengo un benevolente arrepentimiento

Mi teoría de la mano y el poliamor

El hombre debe tener varias mujeres, yo las tengo. Aunque hay que darle preferencia a algunas. A mí me gustan: altas, gueras y entronas, y si son de Sinaloa, mejor; aunque también hay sus excepciones, porque hay gorditas tan buenas que incitan a descubrir más que belleza en su rostro y opulencia en su cuerpo. Seamos directos, no se puede vivir sin la mujer, al menos yo no puedo, no necesito esposa, aclaro, soy ese macho corregible que puede hacer sus quehaceres y vivir holgadamente sin la ayuda doméstica de una mujer. ¿TEORÍA DE LA MANO? Me refiero al corazón y a la nutria reglamentaria; la mía reúne todos los requisitos para nutrir a toda mi prole de mujeres en número y formas básicas. El número básico son cinco, porque lo que puedes agarrar con los dedos de una mano, lo puedes hacer con la otra y sin exagerar. En fin, hay que tener a una mujer oficial, la dueña de todos los rinconcitos en donde acumules los millones de tu corazón; aunque esa hay que tenerla segura, en un palacio, si es preciso, intocable y virgen, para ti nunca ha sido tocada. La segunda, es para no sufrir en las empresas del amor, es la de casa, la de los permisos con papi, la buenota y que todos quieren, la de revistas de modas; aunque para no obsesionarte con ella debes tener segura a la primera. La tercera es la que tiene segura a tu descendencia, debe ser mucho menor que tú; consíguela virgen y docta, hazla tu fiel servidora, luego quítale tu amor para que se eduque, enfríale el corazón y luego vuélveselo a encender. La cuarta debe ser el objetivo del flirteo, la calentura y el derroche, ella es la que consentirá a la nutria, con sus mejores ligeros y sus innovadoras poses. Y la ultima y quinta pleve, debe ser el objetivo que te impulse a seguir conservando a las demás, debe ser la conquista, la niña de las rosas, las paletas, el helado y la ilusión. En fin, es el itinerario que debe seguir aquel hombre primitivo que va descubriendo como esencia de la vida el poliamor. Lo demás es sólo matrimonio y costumbre, cuasi comunicación.

Jade

Siempre me he jactado de ser un cabron, pero cuando yo besé a ese hombre, me olvide de todo, hasta del dolor. No tengo nada en contra de los gays, aclaro; los admiro y a primera vista me ilusiona la mirada. Se llamaba Jade, y digo se llamaba, porque es sólo repertorio que almacena mi inconsciente, fue historia y lo es aquí ya escrito. Digo, que tal vez su nombre artístico era Jade, total, lo recuerdo una vez. No recuerdo bien los detalles cómo la conocí, todo ocurrió en una de esas fiestas tropicales que se organizan en nombre de la feria del pueblo. No haré nombre e ubicación de la feria, aunque cabe decir que es un evento de vuelo nacional e internacional por nombre y éxito conocido. En fin, recuerdo que era un evento de carpa enorme, la música era estridente, y los tarros de cerveza, las parejas y las minifaldas pululaban de acá para allá. Yo soy cantante. Terminé mi evento, recibí los aplausos, el material editado por mis promotores y cargaba buen dinero, la feriecita que guardaba en los bolsillos se había convertido en miles. Total, entré a aquella carpa enorme, estaban los atados y las gradas como un escenario de circo, sólo que había escaleras y pasillos, que terminaban en segundos pisos. La música banda dejó de tocar, para darle cabida al show y cierre de la madre de cantautoras, además de Gloria Trevi; el show de Pimpinela. Volaban sillas, mesas, y trasvetis se empolvaban uno sobre otros, una sobre otra. En fin, el show corría. No faltó quien me sonriera y me invitara a su mesa, una lesbiana con su pareja me tomaron de la mano para suplicarme una cerveza. Mi dinero cedió, y mi voluntad también. En unos minutos estaba yo todo presenciando hasta arriba del tendido y rodeado por lesvis, y trasvetis; unas con otras chocando los vasos y sirviéndome. La protocolaria invitación, las insinuaciones directas, y los flirteos sexys. Había mucho cabrón. Bragados y delicados. Era una competencia de muslos y músculos. Yo neutro y pensante. Neblina, música y cerveza, sorpresa con confusión. Me sobraron las lesbianas y los travestis que me invitaran a hacer sus fechorías sexuales. Travestis gabachos, operados y nacionales. Mis sentidos estaban embotargados de cervezas y luces. Bailábamos en rueda, lesvianas pegándome culo y bubis, cabrones mostrándome el producto recién bistureado de su escote. No faltaba uno que otro bigotón que quisiera hacerse sentir todo el sexy del show con su ligero a rayas, y su pequeña ombliguera de puton reciente. Tomé mucho, sin hielos y directo del envase. Gasté en lujos y lugares de primera clase, meseras y servicio de calidad. En fin, el lugar continuaba, y la fiesta se desbarataba en la promiscuidad. Las lesvis y los cabrones depilados y operados ya tenían la orgia y el próximo lugar ubicado. Yo cumplí todos los requisitos que mi caballerosidad me permite y saldé toda cuenta, hasta que hubo el momento y me les perdí entre la concurrencia danzante y la muchachada calenturienta. Hasta que allí aparece Jade, un rubio operado y despampanante. Me tomo de la mano, y me hizo su pareja de baile, yo baile separado de ella, agachado de alguna miradilla que me volviera a retornar entre similares que ya volvían a insistir con agarrarme la pierna. En fin, allí entran hermosas lesbianas, hombres y mujeres, un carro, y el próximo lugar; una discoteca de mala muerte, aunque con la reputación de servir buen banquete para gays y lesbias y tanta clasificación en la que confusamente me incluían toda la servidumbre y acompañantes. El punto era, que algunos hombres se repartían a pelirrojas, gueras, y travestis en una mesa de billar. Yo dejé mis dólares sobre la mesa y me valió madres. El negocio me despelucó todo mi dinero, aunque las tarjetas de crédito seguían intachables. Baile con hombres y mujeres, una lesbia me encuero en el baño, y mientras una travesti me hacía perder la conexión y los cabales. Los perdí, y aun así salí del baño sintiéndome un macho. El negocio sació su sed con nuestros billetes, y nosotros salimos acelerados en vehículos y camionetas hacia la casona que tenían planeada seguir con botellas y desmadre. Yo quise salir corriendo del vehiculo, cuando un cabron me quiso dar un beso, ya no era la lesbiana, ni la rubia Jade, ellas iban atrás con otro hombre, por tanto tuve que usar la fuerza y le solté un madrazo guantero en la cara de aquel pusilánime mal depilado y aborrecible. Esperé algunos minutos hasta que se le parara la sangre, para soltarle otro y bajarme; le solté otro y salí lejos de donde había cruzado varias y desconocidas calles. Encontré al rubio hecho rubia despampanante, me acomodó el brazo de un jalón y caminamos a su casa, yo agarrado de su brazo y ella béseme y béseme.

Cosa de trofeos y mujeres

A mí me gusta presumir mis culos, y que digan que buen culo se carga ese cabrón, algo ha de tener, porque a leguas se le ve que le sobra el dinero. Yo no tengo dinero, ni mucho menos me he propuesto obtenerlo; tengo el suficiente para solventar mi vida sobrada de veinte para arriba. El punto es no reflejarse narciso en el trofeo, un buen culo es un cotizado trofeo, a la mirada exhibicionista es público, y a la mirada servil es privado. A mí me gusta que haya cabrones que miren mis ultimas adquisiciones, más no caigan en la rechifla y el piropo si yo estoy a su lado. Puedo toler algún promiscuo que quiera sumergirse a vista y tacto en las compañeras caprichosas de mi dama, pero que se toque la macana o suelte alguna vulgaridad e indecencia frente a mí, o sobre mi dama, no lo tolero. Últimamente, estoy enamorando a dos gacelas en sus dieciocho primaveras: grandotas, frondosas y sexys; a relamerse los bigotes de buenas, vistas por extranjeras y conocedores nacionales. Hay una en especial que esta grandota, culona y pechugona y con carita de virgen; esa misma está entrando en mi corazón, pero en un tiempo debo sacarla, porque los trofeos no deben monopolizarse, ni uno mismo debe sentirse sólo en la liga premier. Yo soy hombre de muchas mujeres, porque tiendo a obsesionarme por algún amor distante. No quiero, ni puedo aventurarme a conocer otras mujeres, necesito un punto de equilibrio que me permita seguir con esta vida loca que me lleva de cama en cama haciendo malabares, y dando fe pública, sacando mis trofeos tanto a hombre como a mujeres.