miércoles, 5 de enero de 2011

Conversando con mi pene



¡Hola pene! Hoy voy a ponerme a hablarte a ti, especialmente a ti por cabezón y duro, también por soberbio y orgulloso. ¿Frunces el ceño, y te agachas?, ¿me urges con tu orinar? No, no voy a darte moralina, ni ética, ni mucho menos voy a ponerme de piernas cruzadas para apretarte y fruncirte. Hoy quiero hablarte con piernas abiertas, contarte qué es lo que me pasa, qué es lo que te pasa. Ya piensa con la cabeza, tú me dirías, y déjame de chingar con la reflexión de tu teclado. Por eso estoy un poco triste, porque no quiero pensar. Te ando metiendo en cada lado, sin siquiera encapucharte. Y es que he dicho absurdamente que: este mes de abril no me voy a enamorar, simplemente porque el amor duele, y tú sabes que es mejor hacer a un lado el corazón en estos tiempos de acelere, sexo y descontrol. Porque he concluido que la trilogía de mi felicidad consta de tres pilares claves: El ejercicio, el buen sexo y la conversación. Y vaya que, tú sabes que en el ejercicio le he metido ganas, por no hacer alusión al par de ladinos que cargas allí abajo. También, sabes que en el sexo allí voy, otro tanto es la conversación en sus diferentes modalidades. El punto es el sexo, (nuestro punto es, nuestro sexo para sernos más precisos) y ya te veo de cabeza gacha y semblante fruncido. Qué voy hacer sin ti, querido pene. Tengo 24 años contigo, pero unos diez u once conociéndote más de cerca. Tú sabes por lo que hemos pasado, tanto: golpes, un par de infecciones y puñados de gustos y placeres. Hoy me preocupas estimado compañero. Yo no quiero que te vengas luego, luego. Pero si a veces con una mano ya estoy bien que listo para terminar tu trabajo. Canijo, ayer te tuvo que ayudar mi mente y mira que, Alondra, también trabajaba. Nunca te había consentido de esa forma, tanto: labios, gestos, lengua y boca completa te mimaron, hasta el vaho en ingle, en huevos y en recto te estimularon. Pero ayer estaba duro para correrte. Luego te quedaste feliz, rojo, fruncido y cabeza gacha y dolorida, pero contento. El punto es éste, cuídate; yo haré otro tanto con el marido de la costurera que trabaja aquí abajo. Quisiera platicarte de Alondra, pero tú sabes más de sus gustos que yo, y mi lengua en su cuerpo recorrido. Y ahora bien, desearía lanzarte a conocer nuevos bríos, tú sabes bien que yo quisiera pensar contigo. Pero hoy me late el corazón, y ELLA, la mujer de cara bonita y perfecta está en mi pensamiento. ¿Qué sabes tú de pensamiento, estimado pene? A ti sólo te gusta pensar en la costurera con sus manos en la bordadora y moviéndote el culo a tus gustos y placeres, a tus tontos y ricos desacatos de no encapucharte. Yo quiero decirte y ponerte en alto. No te frunzas, no te estoy regañando. No voy a quitarte tus horas felices, si quieres ver el televisor te lo dejo encendido, si quieres bordadora la seguiremos frecuentando, si quieres capucha de sabor; tú sabes en que cajita las guardo, pero no me abandones. En el amor y en los besos, también se necesita de pene. Quiero contar contigo, compañero, no me dejes, pero tampoco te precipites. ¿Sabes? A ELLA quiero respetarla, tratarla como a una mujer diferente, porque ELLA es diferente, no quiero botarla a la primera; deseo entenderla, flecharla con el corazón…. Perdóname, pene…, pero te dejo, tú sabes en qué momentos levantarte, con ELLA no, ni lo intentes, demuestra que sabes comportarte, que no eres como el de muchos hombres. Tú sabes que yo te consiento, te pongo calzoncito limpio, te perfumo, lavo y corto tu pelo, no te apuro en las noches, no te aprieto adrede. Hazme ese favor, estimado compañero y seguiremos bien el trato, estaremos mano a mano. Quiero que a ELLA le demuestres que eres diferente, dale cabida al latido del corazón y a su ritmo; modera su sangre a tu ánimo muscular, a tu ego y existir. Bájate sin mandarme al carajo, sólo descansa un rato y relaja tu bonita y perfecta plomada. No te pido que pienses, sólo se noble y siéntate para que se paren algunos sentimientos que quieren fluir a nervios del corazón. Te quiero, pene, y te doy una mano. De ahora en adelante cuando la veas, hazme el favor de callarte. Ahora bien, beso hasta donde te encuentres pensando, reflexionado nuestro existir. Se educado, levántate para que, pactemos este nuestro trato de la mejor manera entre hombre y su mejor compañero. Pierde esos tontos modales y escupe, hazme feliz.

No hay comentarios:

Publicar un comentario