domingo, 27 de febrero de 2011

Camarita


Hoy no me fallaste, camarita, tu lente limpio, visor, tu LCD, tu batería. Estoy contento, camarita, no tanto porque tú me acompañaras. Es la oportunidad que hace tiempo esperaba. Nos vamos a Manzanillo, tú filmaras las olas del mar, estarás en mi mano, como mi predilecta compañera de viaje. No me dejarás, serás mis ojos, mis oídos y mi gusto por las grandes olas. Nos vamos en unos días, camarita, te irás en la mochila verde, sí, esa bonachona que luego cargo a la espalda cuando ando de pata de perro con mis cuates de Tlaxcala. Total, hay que arreglar papeles importantes, la ropa suficiente y el dinero ahorrado. Llegaras a un lugar, a un punto nuevo y novedoso, tendrás que hacer una vida, aclaro, no te casarás, aunque eso implique germinar para ti más vida. Así eres feliz, libre. Una cosa más, aquí dejarás amigos, conocidos, mujeres; allá no debes enamorarte, debes seguir pisando con cuidado la casa del jabonero, porque la pastilla del corazón anda en todos lados. Bueno, las maletas están dispuestas, no será sencillo hacer las cosas, dejaras truncas algunas, no será sencillo, ¿Quién dijo que era fácil?

sábado, 26 de febrero de 2011

La madriza


¡Puta madre, Chino, antier me agarré a putazos! Salí perdiendo pero también ellos se llevaron sus madrazos. Todo se dio en un bar que está cerca de mi Facultad. Yo estaba con una reinita que apenas conocía, pero vieras cómo se movía, eso sí, recia la potranca para moverme el cocherón, y la tanga de a tiritas. Ya estaba tomado, lo acepto, y cómo no, si toda la plata me la estaba quemando en puro alcohol y cigarros para la bandera. Nuestra mesa estaba al fondo, todos apelotonados escuchábamos a la banda en el estrado más alto, veíamos videos y tanta proyección emergía en la obscuridad. El caso fue que, escuché como se rompían las botellas al caerse una cubeta de una mesa cerca de por allí. Se daban duro una mujer y un hombre, claro y entonces, pude reconocer a Amada y a Julio, una pareja que antes hubieran de ser mis vecinos, en un cuartucho que hace unos años rentaba. Total, y sucede que se daban como se dan de hombre a hombre. Amada es una chica robusta y de gestos como de carácter incrementados al por mayor. Julio tiene un cuerpo atlético y ágil y medio bonachón se ha puesto. Pues, ya te has de imaginar aquella escena de agresión matrimonial. Todos expectantes de aquella singular pelea. Hombre y mujer se crispaban y propinaban golpes sin soltarse. Él la tenía de los pelos, y ella le arañaba la cara y los brazos. Nadie hacía nada. No sé cómo corrí a la escena, abriéndome paso y botando a la chica que hace rato me empinaba tanto cuerpo como de su botella. Total, llegué a la escena y traté de separarlos, les llamé por su nombre, les dije, paren, paren, háganlo por su hija, Amada para, por favor. Allí fue cuando un par de cadeneros se me dejaron ir a putazos, puñetazos y patadas, y yo volé bien lejos entre las mesas. Todos corrían y se plegaban hacia las paredes. Entonces, yo como hilacho volvía a volar entre las mesas y bancos, quería liarme con aquel par de grandulones, y como has de saber mi estimado Chino que, en eso de lograr mi cometido no me importan los medios, así pues con la cara hinchada, no sé cuántas costillas rotas en ese momento, pero sí problemas para respirar que, rompo un par de cascos de botella, y que me dejo ir valiéndome madres sobre aquellas bestias que intentaron protegerse tras las mesas, pero yo que les dejo ir una y otra vez los cascos, ora en la cara, ora allá sobre los brazos y el pecho. El chiste estuvo que, llegaron dos hombres más y que me sujetan, vieras mi estimado que me arrinconan a un cuarto de baño y santa madriza que me acomodaron. Ya casi toda la gente había corrido, me abandonaron los cuates con los que venía, y la chica traserona que traía pegada a mi lado. Total, me sacaron como perro apaleado a la calle. En pocos minutos me encontró una patrulla de rondín. Las torretas que no se iban. El bar ya había cerrado. Y sólo la noche y las estrellas sabían de mi estado y trayectoria, porque no podía ni hablar del dolor en las costillas. No pude levantarme y correr como otras veces escapé de los policías, tampoco recuerdo qué pasó con mi mochila, aún desconozco su paradero. Sigo aun en atención médica, mi madre ha venido de lejos, dicen que estuvo aquí mientras dormía por la anestesia, pero dicen que ya no volverá porque todos mis comportamientos y acciones le afectan. Yo no soy el hijo modelo como tal vez tú lo eres, y has educado a tu pequeño escandalito. Yo ya no puedo estar más con mi familia, es por eso que saliendo de acá me voy no sé a qué lado, pero ya no quiero causarle problemas. Volveré a escribir mi estimado Chino, espero me puedas ayudar a brincarme la frontera. Quiero hacer la cosas diferentes, ayúdame, canijo, entre cuates ya habrá día en que, pueda echarte yo la mano, por ahora sólo te pido esa ayuda. Recibe saludos, brother, de un cuate madreado por la histeria, el alcohol y las copas.

Soledad



Maldita soledad, me tienes anclado. Me consumes las ganas, los huesos de seguir adelante, de sonreír. Mandarte lejos de mi cuarto, no puedo, tú habitas en mí. Soy un ser abigarrado de voces desoladas. No puedo, no puedo y a dónde se va cuando no se puede, cuando todos se han alejado y sólo queda el silencio. Hay que romperse en trozos, en pedazos hasta sentirse añicos. He perdido el sendero y no quiero ver hacia atrás, tal vez sólo dormir, dormir. Amo mi independencia y mi sueño. Maldita soledad que te disfrazas, acércame la tecnología y vuélveme a frustrar. Sólo, desolado.

*¿Cómo decirte que me siento solo? Si me siento solo y no me respondes. Tú has de estar feliz allá en lo alto, y a mí me dejaste aquí olvidado. Yo no voy a reprocharte mi destino, tal vez hasta en un arranque yo lo escogí. Tal vez no sé si tenga el valor de suicidarme, es una locura que lo acabo de decir, pero si una amiga mía ha hecho su parte, por qué yo no voy hacer algo para volver a nacer. Encontrarle un sentido a mi vida es difícil, si yo no se lo encuentro, no puedo saber si tú algo por mí puedes hacer. Ya quiero despedirme de ti, ya no quiero hablarte, te he hablado mucho y tú permaneces omnipotente con tu silencio, ese silencio tan absurdo, tan tonto que sólo un Dios como tú puede hacer. Te dejo porque estoy insoportable, ya no quiero nada, ni saberme, ni escribir.

Un hombre cursi en el face, pregunta


“Mujeres: ¿Y por qué un hombre parece cursi si habla de amor? Yo soy un cursi si digo que estoy loquito por J, después soy una rareza de hombre en el face. Pero si los hombres han inventado el amor, nosotros, los hombres hemos inventado el romanticismo y el suicidio por el amor, por ustedes, las mujeres, tenemos el coraje de parecer payasos, furcios, hazmerreir, hasta acosadores, asesinos, y ladrones, etc., etc. Pienso en los suicidios que conozco. Pero no hay ningún hombre, ni el asesino de Cumbres, sólo mujeres, que por amor se han cortado las venas, tomado venenos y barbitúricos, encendido fuego en sus ostentosos vestidos, arrojado al tren en una mañana brumosa, arrojado por la ventana, ahorcándose, sólo ustedes, mujeres. El único hombre de quien me acuerdo es de Werther. Ese tipo no vale, no cuenta, para mí es nada. Ustedes, las mujeres, sí saben amar y comprenden bien al amor, hablan del amor también como lo hacen. Pero, y entonces, ¿yo seré una rareza de hombre en el face si pretendo ponerme cursi?”.

El comunicado


¿Qué sentimiento te viene cuando vas a dejar a tu madre? Te cuento, Chino que, yo en unos días voy a dejar definitivamente a mi madre. Te digo definitivamente, porque ahora sí salgo fuera de México para no saber de ella en un largo tiempo. Me voy, Chino. Estoy pensando en decirle, pero ella se opondría, me sacaría argumentos y palabras de la Biblia. Me lloraría, sujetándose a mi brazo para evitar la partida. Pero no hay vuelta de hoja mi estimado, no es que ya no quiera a mi madre, simplemente debo dejar esta vida que, ya me pesa como un lastre. Los sábados y los domingos caigo en la monotonía, no hay nada que de aquí pueda sacarme. La vida corre allá afuera, y la mía se ha estancado en cierta parte. Tú tienes familia y sabes que, cuando uno está solo y no hay nada que te maúlle o ladre, se siente de la rejodida y es la causa del desplaye. Mis hermanos han hecho su vida, un tanto la ha hecho mi madre, y yo fusil de reserva ni disparo ni veo al aire. Total, mi estimado Chino, te confieso me dolerá dejar a la madre que me proveyó de todo, hasta hacerme de alas grandes, de sueños y aspiraciones, de corazón y de sangre. Pero qué se le va hacer, los amarres se han soltado, y es el tiempo de virar con mis recursos, sino podre decirme a otras alturas que, en mi vida no hubo siquiera un chiste. Ahora no voy por la familia, pero tú me has puesto el ejemplo, que la familia es un paso en que debo pronto realizarme. Salúdame a la gringuita, y al escandalito, diles que pronto iré a visitarles, por el momento eso es todo, ya volveré a comunicarme.

Desinflado


Oye estimado, ya no sé con quién me desquito cuente y cuente, si contigo o con este mondrigo teclado. Hoy estoy triste y encabronado si ambos sentimientos son afines. Mira que, hace rato me la pasé dando consejos de seguir adelante, de dar el frente y ser guerrera. Le digo a ella que sonría, que duerma con un semblante de alegría, pero luego yo me desinflo, me pongo triste y rabioso, me pongo loco aun más hasta cuando un mosquito trompiza con mi comida, agarro una toalla y comienzo a descargarla a golpes sobre la cama. No, ya no puedo, necesito sacar lo que llevo, estoy medio intranquilo, medio frustrado, quisiera correr a los brazos de ella, besarla, besarla hasta alivianar mi coraje. Me siento solo y quiero estar con ella, ya no encuentro motivos para estar por estar. En unas horas me dormiré, y seguro me levante con el nombre de ella en la cabeza. Estoy locamente enamorado, si la locura y el amor pueden juntos en mi corazón concebirse, ya no puedo más escribir, quiero dormir y olvidarme, no sentir, no sentir este absurdo vacío que me mata.

El vecino


Marisol, Diana y Cindya eran tres jovencitas lesbianas. No pasaban de los veinticinco, cuantimas se acercaban entre los 23 y 25 años. Tenían desde hace medio año como punto de reunión la cama de Diana, ubicada en un departamento de la Narvarte, pues allí el silencio y la discreción son ingredientes necesarios para su cuestionada relación, pese a que en el Distrito Federal se halla legislado en materia sobre sexos.

Un domingo en plena tarde resignándose a la noche, después de haber disfrutado de una explícita acción sexual, Marisol comenzó a pensar en la vida de otros, diría bien al decir que comenzó a cavilar sobre los comportamientos y pláticas que escuchaba rumorar en los pasillos. Y reparó en que los hombres no siempre tenían la culpa de ser infieles a sus esposas. Cindya constató que ella sólo concretaba a un hombre infiel si era bastante pasional, coqueto o, cachondo, un agente de ventas, se le había ocurrido, como el que tenían en el departamento de primer piso, más bien preciso el número siete.

–Claro, ese hombre posiblemente es infiel –dijo Diana¬–, a mí me ha coqueteado en el elevador y el otro día quiso ofrecerme una tremenda secadora de pelo, a un precio exorbitante.

–Sí, posiblemente le ponga los cuernos a su esposa; pobre mujer la veo tan aplastada con eso del matrimonio y el hijo que espera, y nacerá pronto –añadió Cindya–. Es una mujer atractiva y de rara belleza, con ojos chispeantes. La he visto en el supermercado siempre lleva unos pantalones holgados y viejos. Creo sabe cocinar bien, por todo lo que lleva a cuestas, que condimentos, aquí; y carnes frescas, allá. Total, afanosa y amante de las laboras domesticas y el buen servicio de carne en la mesa. Una mujer como tal, tiene despreocupado al agente de ventas, sin duda, inteligente, bonachón y a todas luces infiel.

–Tienen un perro de meses, pero de enorme tamaño. Está siempre hambriento, gruñón y babeante –dijo Marisol.

– ¿Y qué puede ocurrir si el hombre le es infiel a esa sumisa y abnegada mujer? –intervino Diana un tanto indiferente a los chismes ya cocinados de siempre.

– ¡Ah, ya! Aquí está el asunto –dijo Cindya¬–, se me hace que la vecina abnegada tiene un cinturón de castidad, fabricado exclusivamente por el herrero de lado, amigo muy asiduo de este susodicho hombre, agente de ventas… El herrero aparenta una razón de ser y no ser, es afeminado y de un cuestionable amaneramiento en su forma de comportarse… Creo que el vecino se ha relacionado, más allá de amigo con el herrero, aunque creo su esposa se irrita cada vez que le sorprende rozándose las manos y fingiéndose miradas más allá del compadrazgo… Un día yo Cindya, soñé al vecino y al herrero intentando pararle la pinga el perro; estaban metidos en el ascensor, pensando que a esas horas no había nadie que pudieras verlos tendidos y manoseando al animal. Pero abrí la puerta manualmente y los vi como sólo ellos. Yo los saludé con amabilidad y, al momento di la vuelta, asqueada de ver tal acto. Y a raíz de ese sueño, no he vuelto a ver a la señora salir con la cuerda en la mano de un perro siguiéndole.

–Naturalmente se lo han prohibido el vecino y el herrero a la mujer, por eso de los celos que pudieran despertar a raíz de que el perro viera otros perros –terció Marisol.

–Presumamos que a ella le domina el terror hacia su hombre –supuso Diana¬–, pero… ¿y el cinturón de castigad que supuestamente trae la mujer?

Reinó el silencio y la incertidumbre.

En tanto, luego las tres lesbianas dijeron en coro:

–Seguro y piensan que un perro puede preñar a una mujer.
–Bueno, y si la señora espera en verdad niños con cara de cachorrito, ¿qué? –inquirió Cindy.

–Pues, seguramente –añadió Marisol–, también legislarán sobre eso los políticos del Distrito Federal, que en todas las posibilidades están metidos.

Las mujeres guardaron silencio, desnudas y pensativas, buscando alguna explicación a tal caso. Pero llamaron a la puerta y los ladridos de un perro no se hicieron esperar.

Mudanza



Ya me voy de aquí mi estimado Chino, dejo mi casa. Es una lástima saber que, si vienes por acá ya no me encuentres. Sí hay que pedir disculpas, te las pido. Yo bien hubiera querido pasearte por lugares entrañables que bien te he contado en otros escritos. Pero total, no se podrá, porque cuando una cosa es tan necesaria como demandante, no hay vuelta y el asunto ya se jodió. Te has de preguntar por qué dejo esta casa. Simplemente porque me trae recuerdos, de cuando estaba con mi familia, de cuando vivía con mi madre. Me voy de aquí, todo lo vendo, hasta quisiera dejar muebles, y tantos hilachos y andamiajes me traen recuerdos. Ya me veo en la mudanza cargando nuevos recuerdos. Claro, voy a extrañar esta casa, mi cuarto, el rinconcito predilecto que fue mi nido, voy a extrañar el clavo donde colgaba mi guitarra, la barra en donde descansaba mis libros, el sitio donde estaban mis cuadros, en fin, hasta la ventana que a bien me despertaba filtrando rayos solares. Mi casa no es tan amplia, bueno, llamarla casa ya es sólo absurdo y melancolía; un partido político me la ha comprado para hacerla almacenes y oficinas. Es más, ya han puesto banderas amarillas en la azotea, han remodelado los pisos, y colocado flores y enredaderas. Yo bien quisiera quedarme, o comprar la ventana por donde siempre me asomé, en donde descubrí tanta gente; al menos llevarme sus ruidos, o el ladrido del perro que en mi insomnio me inventé. Total, me voy querido Chino, esta casa fue mi niñez, mi infancia, mi adolescencia, y unos que otros años más; fue la vida de mi madre, vieras con cuantos apuros edificó tres y cuatro pisos, con que cariño y atención escogió el azulejo verde y la pintura pistache; vieras con cuanta atención procuró a los señores que subidos en sus andamiajes se afanaban por dejar preciosos los barandales. Pero hay una cosa que me llevo mi estimado Chino, mi credencial de elector con la dirección que, siempre me he prometido y llevaré incrustada en la piel, aunque te alcance dentro de poco en los United States. Te voy a contar una cosa, más bien algunas cosas que no sabe nadie; pues verás, que, en un terreno baldío de la misma propiedad, me he llevado costales y costales de ropa, las sábanas y las colchas de las camas que siempre tuvo limpias mi madre, y las he prendido, las que quemado, he quemado hasta el clóset de mi madre. Varios días se respiró a chamuscado, pero mis vecinos no son metiches, y siempre me hablan y sonríen. Ellos no saben que me voy, hasta se les va hacer raro verme partir en una mudanza tan pequeña, llevando sólo mis muebles. Hay cosas que se quedan allá abajo, en el sótano, entre telarañas, humedades y recuerdos. He metido todos mis tiliches: libros, libros, y más libros, trajes, fotos, cuadros, cajas musicales, atuendos de teatro, mochilas llenas de papeles, computadoras viejas, máquinas Olivetti, cajones llenos de cartas, cerámicas, muñequitos de vidrio y porcelana, juguetes, flores sintéticas, bolsas de piel, zapatos, peluches, pinturas y maquillajes, en fin, un etcétera que esperara que nunca llegue para evitar se prolongue. Y ya no regreso a este sitio, Chino, no, ya no. Ya este puente se ha quemado, ya me llevo lo más importante que, tú bien sabes y es para mí lo más importante; claro, las cenizas de mi madre. Y que me perdone mi madre si su casa le he vendido, que me entienda que nos retornamos a sus raíces. Claro, mi estimado chino, me voy a kilómetros de aquí, al ranchito de mi madre. La casa está descuidada, pero ya verás como la levantamos, sé que en el campo la vida es difícil, sé que por allá lleva meses que no llueve, pero así me voy a regar el grano, a raspar magueyes, y a lograr la cebada que a fe y gracia de Dios se pondrá verde. Y ahora que, te he dicho mi destino, quiero que guardes ese secreto como el sentimiento tan leal sabes te confió tu padre antes de partirse a los United States. Tú y yo sabemos bien el rango de la confidencialidad. En fin, así está la cosa de que me marcho, no quiero que le digas a mis conocidos ni a nadie hacía donde enfilé mi vida, nadie me buscará en mis raíces, siempre me han creído un burguesito de categoría incuestionable. Total, mi estimado gringuito, espero y pronto otros aires me empujen a tener ganas de verte, por ahora debo preparar la mudanza que llegara en unas horas, he decidido salirme en la noche, sólo espero un gato negro que en mi azotea siempre se aparece.

domingo, 20 de febrero de 2011

Frases cero


Cuenta conmigo, muchos dicen que contemos con ellos, pero hay tanta falacia en esa frase como verdad de un apoyo sincero. En momentos de frustración, soledad, abandono y crisis no se puede contar fielmente con el que de su boca, dijo, cuenta conmigo. Es un punto de vista muy personal, de un servidor. Y dónde vamos a parar si esa frase es muy conocida como tanto muy socorrida. ¿A quién creerle?, ¿a quién la repite una y otra vez?, ¿o a quien la repite a todos sus amigos? Y puedo estar equivocado y tergiversando el sentido, pero uno habla, dice el dicho, como le ha ido en la feria. Y a mí me va y me viene esa frase como el que dice: mucha suerte, échale ganas, pórtate bien, espero estés bien, haber cuando nos vemos…Total, una sarta de “buenos augurios”. Yo no quiero ser el abogado del diablo, pero sinceramente hay que curarnos de esas frases que, pueden ser tan cero e hipócritas como el que no se cansa de repetirlas.

Cambio de estafeta


Hoy quiero mentarle la madre a la literatura. Hoy la desconozco como madre de mi inspiración en aquellos mis años mozos, porque ella me arruinó parte de la vida. Viví engañado por la sociedad que me dijo, eres buen escritor. Viví engañado por editores y profesores, por no decir lectores que me leyeron y descubrieron en mí una desbordada imaginación. Estoy enojado con el arte de escribir. Escribir es un oficio que cuando llegas a edad sólo te deja aplausos y nada más. Hoy no tengo patrimonio, sólo libros, textos y cuentos en periódicos y revistas sin lector. Abandoné mi carrera hacía una vida mejor por ser entre comillas, poeta y escritor, pero la garra del destino me ha abierto los ojos de un puente que ya quemó. Maldita sociedad de escritores que en ella me incluyó. Ahora no tengo nada, y lo que sé no vale más que a cuenta gota para jóvenes escritores con un destino más que incierto. Voy a virar esta vida al carajo, porque reniego ser escritor. Por qué no sólo vi desde lejos, por qué estoy más triste hoy. Me enoja pensar en el puente que pude haber tendido y del que sólo quedo recuerdo, melancolía y abandono. Voy a quemar estas naves del escritor frustrado; aplaudido por gente contenta y feliz como lector.



* Mensaje de un escritor
Quiero que me crucen las manos cuando me muera, sólo así podrán decir a los que lloran, que nunca hice nada, no trabajé, no fui en busca del brillo contante y sonante, que me aparte del mundo con un lápiz siempre pegado a la mano, un pedazo de madera que venden en cualquier papelería. Pero nadie sabrá que aquel trozo de madera seca, dibuja golondrinas de los sueños, los días de mi insomnio; de noche no dormía y de día no comía, se la pasaba esperando que lo tomará, de cuando en cuando para contarle todo lo que había visto y escuchado. Acostado debajo de una flor, encogido de hombros, esperándome tejiendo y destejiendo ideas convulsivamente en su punto y en su goma, impaciente me esperaba con su mirada de lápiz, a veces bajo mi cama, en la alfombra olvidada, en el cajón húmedo del escritorio, dentro de la libreta vieja, con sus ojos alegres, siempre fosforescentes por contármelo todo, de noche mirando toda la soledad de la casa, la muerte que asechaba a quién sabe quién, la reunión de la familia podría ser alrededor de mí.

Recuerdo que a veces se escapaba conmigo en la libreta, pero hoy no está conmigo en mi muerte deshojada, tráiganmelo, quiero verlo, antes de que me cierren mis ojos y luego el ataúd de mi acostumbrado cautiverio, quiero tenerlo, quiero verlo llorar por última vez, llorando en una sala mortuoria atarragada de lamentos, quiero ver sus lagrimas de grafito sobre mi ataúd o empapándome la solapa y so pretexto de que se quiera ir a morir conmigo, juntarle sus manecitas, conmigo.

La dentista


Tú me dirás mi estimado, que esa mujer está gorda, y en parte sí. Pero creo que el asunto lo estoy tomando en serio. Se llama Camila, es mi dentista, bueno, ahora es más que mi dentista. Verás, Camila tiene un hijo y es madre soltera. No sé cómo le tiré la onda, el chiste es que ahora puedo ir a su consultorio y robarle besos sin que nadie nos ve. Bueno, la cosa resultó como al tercer día, era una tarde en que se había ido la luz en la colonia; nadie usaba nada eléctrico, sino sólo cosas y aparatos que tuvieran pilas. Total, yo llegué al consultorio de Camila, ella estaba pensativa en suspender sus consultas que tenía anotadas para ese día en su libreta. Pero llegué y la cosa se pospuso. Hablamos, reímos, conjeturamos ideas absurdas del que tal vez la luz nunca regresaría; el chiste estuvo, cuando yo trataba de ponerle la mano en el hombro y ella me la alejaba. Total, que entre tanto manotazos, y risas, que la abrazo por la cintura y que no la suelto, verás mi estimado, que comienzo a darle besos en su orejas, mejillas y cuello. Total, y que ella decía, medio suplicaba que la soltara, pero yo ni en cuenta, le pedía un beso y tanta palabra que tuviera yo para que no se resistiera y fuéramos más allá. Mira que yo soy cachondo, pero ese día sí que fui más allá. En unos minutos estaba sin camisa y con el cinturón y los pantalones caídos. Ella no quería ni quiso. La quise recostar en su unidad amarilla, quitarle más que el brassier. Total, para terminar la cosa, tuve que apretarme el bulto, fajarme los pantalones y salir con una promesa de volver al otro día. Mira que ahora la estoy conociendo, tengo días en que no la veo, pero comienzo a creer de nuevo en el amor, y me perdonarás mi estimado, pero aunque no te guste esa mujer, comienzo a confesarte que la estoy queriendo en serio.


*Abstinencia, distancia y tiempo

Prefiero que me sienta lejos, y se desamorizque de mí. Sí, yo no podría jugarme el pellejo con una mujer, con una familia, con la misma mujer y embarazada de otro niño. Sí, te cuento mi estimado amigo que, últimamente estuve revolcándome sin llegar a la cama, aclaro, con esa mujer. Esa mujer fue mi dentista, digo fue, porque ya no pienso volverla a ver; sé que es tonto huir de esta forma, sólo dándole la espalda y si te vi ya no me acuerdo; sé que es tonto y hasta cobarde, pero qué le voy hacer, cuando ella tiene a otro hombre después de haberse divorciado de su esposo. Ahora, me llama y, yo le digo que estoy lejos, le invento nombres y eventos, al principio no me cree, pero después hago todo el esfuerzo para hacerlo más verídico, así ha pasado el tiempo, y espero que si este tiempo no borra algo de ese sentimiento tan tonto, al menos la distancia sí.



¿Tú qué me recomiendas mi estimado? Si voy a ver a esa mujer hay de dos, o la considero una amiga, o sigo arriesgándome el jugar con fuego al ser una mujer embarazada de otro hombre. He pasado algunas veces por su consultorio, y claro que puedo acceder a ella, pero indeciso estoy aunque tengo ganas de verla y estrecharla; otra es que podría considerarla mi amiga, pero yo sé que a ambos nos va a doler. No podría verla en mi natura como amiga, soy algo apasionado y loco, y sé que acabaría por arruinarlo. Ahora de nuestra amistad ya casi o nada sé. ¿Qué podría hacer? Si pasa el tiempo y no la olvido. Necesito seguir sufriendo con esto del amor para sacarla de mi corazón aún vacante entrecomillas. ¿Olvidarla, mi estimado? Eso intento, pero algo me dice que no es de hombre dar la vuelta sin ninguna explicación. Algún día iré a verla, ahora necesito más tiempo, no sé, el necesario para tender otro puente que aquilate ese sentimiento de amor en mi corazón.


No sé si irla a ver. No sé si contestarle el celular. No sé si pretenderla otra vez. Ella me dice que la vaya a ver, yo sinceramente no quiero ilusionarme otra vez. Esa relación me hace daño, yo no debo andar con alguien así. Tiene a alguien y espera a un hijo ¿Para qué quiere continuar esta farsa? ¿Para qué iré yo a verla? Para besar, palpar y algo más. No puedo continuar, no quiero a alguien así para mí. Entiendo lo que es una relación sin compromiso. Pero yo no tengo a nadie y no tengo que perder. Debería tenerme respeto. Ella sí anda con otro, y pronto será madre. No quiero continuar esta farsa. A ver si aclaro las cosas, ya sea que la vaya a ver y me contenga, ya sea que rechaces sus llamadas. Pero porque me quiero y estimo no volveré a ser el otro.


**Es mejor así. ¿Para qué vivir enamorado de alguien que sabes está luego con otro? Es un amor a medias. Un amor de farsa. Qué bien que le dije, que no quería ser el otro, me dolió decírselo, pero también ella me partió el corazón al no contarme su razón desde un principio. Yo sé por qué se va de la casa de sus padres; es para vivir con él. Ella no quiere decírmelo, dice que el abogado ya no la ha visto. Me duele que no me digan la verdad, me duele que me mientan estando todo claro. Ella se va con él. Yo le dije que no deje a sus padres. No ahora cuando está delicada y va a tener al bebe. Pero, total, dice que se va y no hay marcha atrás. ¿Qué voy a hacer yo? ¿Volver a besarla, volver a fingir un tonto sentimiento de no quererla, de sólo estar con ella por pretender sexo, pasión y deseo? La verdad, ahora es más fácil decirle que no quiero ser el otro, antes no me hubiera atrevido. Ahora es un hecho de que me di la vuelta con algo más que claro. Tiene mi apoyo, pero no lo que se pudo haber dado y ella lo desbarató al no hablarme sincero. Adiós, mujer, y espero algún día encontrarte feliz del brazo del otro, y seamos los amigos que no pudimos concretar, porque nos faltó la comunicación y el tiempo.

Algodones de alcohol


Mientras redacto estas líneas de hoy, 11 de septiembre, no seré un terrorista en Nueva York, no seré un mercenario de la palabra, ni un claudicante de la pluma y el talento, en cambio hoy seré un falso hombre de papel, y haré lo que en el fondo de mi corazón y mi mente duele, por tan sólo cumplir con la tarea, escribir.
No escribiré de mi profesor de estilos periodísticos y literarios, aunque es un poco raro cada vez que entra al salón de clases, pienso que ha de tener alguna filia a las paredes frías.

La tarea que nos encargó el profesor Joel, fue crear un cuento que relatara fobias o filias, no es raro que a mi parecer ha de querer que el retratemos algún ejemplo de vida en su fina estampa de maestro universitario.

Para escribir debo estar preparado con algodones empapados de alcohol. Cada vez que mis compañeros de la facultad mencionan, ‘’prensa escrita’’; mis ganas de salir expulsado más lejos que el cohete Chalenller se vuelven enormes, porque redactar, me tortura y no me mata. No es en vano que el taller de televisión es mi claro pretexto para evitar aquella tinta roja que marque mis errores en cada nota periodística que entregó por una calificación fingida en mi historial. Al carajo con la pirámide invertida, y al diablo con objetividad del quehacer periodístico. Qué chingados me importa si Felipillo es de los más votados en you tube, qué carajo si hay una megamarcha mundial contra la narcoviolencia, qué chingados quiero saber si los secuestrados gritan de dolor o de sentimiento patriota, vendados de pies y manos. Al carajo con los niños de la calle que duermen con la mierda del burgués en las coladeras, qué canijo me importa si Pemex o la UNAM se privatizan por gringos valemadres. Mucho menos quiero saber si Cuba es arrastrada por un huracán divino al Triángulo de las Bermudas. No me importa si México gana todas las medallas paraolímpicas en China o Sudáfrica. O si se les escapa de los laboratorios un virus que invada al mundo, o si Obama gana la Casa Blanca o es el anticristo.

Hace unos minutos mejor me importó pensar en hacer un cuento de mis traumas en mi infancia, pero me dio miedo desenterrar los fantasmas que el psicólogo Limón, sepultó hace unos años en lo profundo de mi inconsciente. Es por tanto, que terminé escondiéndome en mi cuarto bajo llave, no sin antes partir una manzana roja, de las que nunca hacen falta en el frutero roto de Mina, mi abuela fallecida hace unos meses. Últimamente, se me ha hecho costumbre comerme la mitad de la manzana antes de disfrutar mi película porno favorita y, devorar la otra mitad después de lavarme las manos.

Alguna vez escribí poemas y cuentos en los primeros semestres de mi universidad, pero los abandoné, porque sufrí desamores y desencantos. Recuerdo el poema que hice para ella, un trozo de mi corazón y la mitad de mis lágrimas se fueron allí impresas; ese es uno de los motivos por los que me deshila el alma coger un lápiz y escribir. Desde aquel momento no me he enamorado, sólo me he ilusionado tontamente, tengo miedo a perder el último trozo de mi corazón que sigue esperando el golpe certero que me haga olvidar hasta la forma de la Tierra.

Ya no recuerdo que profesor mencionó, hace una semana que debemos quemar aquellos escritos que nos comprometa, pero aún conservo en aquel cajón húmedo de mi escritorio el borrador del poema que le compuse y regalé en la preparatoria a Dulce, porque si aún lo conserva vería cuánto amor sentía por ella y después sabría que mi pasión por escribir murió en sus versos.

Digo pues, no sé si trabajar con el cuento de la filia de mi profesor especial, el que desea escalar las paredes en cada momento, o en algún caso describir el acto pornográfico de las lesbianas gringas de las que me he enamorado cada vez que me encierro en mi cuarto a comer manzana, o de algún modo transcribir el poema de ‘’ella’’. Pero doy por sentado que ni el profesor, y ni las lesbianas, ni mi ex novia les importaría escuchar a un loco que huele algodones de alcohol y se torturaría si fuera escritor o poeta, y peor aún, que ve a Dios cada vez que viaja en Metro.

Hablándole al destino


Hoy voy a joderte a ti, destino. ¿Qué no puedes evitar ser obvio? En un mes me has puesto el aproximado de cinco chicas tocándome el corazón, pero su nombre comienza con “Y”. Hoy fue la quinta, y no la hagas, estimado destino. He tolerado coincidencias muy raras en mi vida, pero que me hagas ahora esta jugada y en nombre del amor, no tiene nombre, por hacerte rica y desagradable la cacofonía. Mira, destino, tú dirás lo que haces con mi vida, pero una chica de esas medio me ha roto el corazón, y ahora me dejas caer tres de sopetón. Tú sabes bien de quién te hablo, hasta te has dado el lujo de repetir nombres. Mi corazón puede ser un condominio, pero válgame tú, destino. Aquí no hablo de un condominio, ni de cualquier chica. Las chicas son un forrazo, están bien bonitas, con ventajas y desventajas, es por eso que quiero hacer las cosas bien. Y si decido coger un puente es para quemar los demás. Yo quisiera madurar, tener una chica y conocer de ella a profundidad, no sólo semanas ni meses, sino tan sólo un año y si se pueden más. Mira, destino, yo sé que mi padre fue un infielote, un cabrón que anda de mujer en mujer, de aquí para allá; botando hijos, ahora en una matrimonial, ahora en otra. Mira, destino, yo no te pido mucho, sólo que me controles, que temples mi temperamento, que me des ese plus de la firmeza que hace edificar relaciones. Total, estimado destino has de reírte si sólo estás jugándome una broma, son cinco chicas y ya con una no quiero volver a remendar mi corazón. Dame la luz para coger el sendero indicado, el valor para hacer las cosas bien y la cerotonina para volverme a enamorar.



*Milagro, destino, hoy me presentas una con nombre diferente. Al menos ya no es la clásica “Y”. Tiene nombre de país, se llama Irlanda, y está bien buena. Perdón por la expresión, pero hay de tres aguas. Dos con nombre que comienza con la “Y”. Las veré mañana, una es Yazmín y la otra Yunuen, la buenota se llama Irlanda. Tengo ciberprospectos, pero esos no cuentan, Yazmín y Jennifer se han ido. Me salen nuevos amores, hoy vi a tres mujeres, besé a dos, y a la tercera no la quise besar, es buena chica y anda confundida. Pero mañana en el gimnasio creo se me van a juntar las tres que, te he mencionado al principio. Mira, destino, te voy a contar, pero tú ya has de conocer de manera sobra mi proceder. Yunuen fue el primer caso. Ella me habló, estaba ella en la escaladora y yo tomando agua por allí. Yunuen tiene la cara más linda de las tres, es estudiante de pedagogía y tiene una sonrisa que destornilla el corazón, pero; es que no está muy buena y tiene dos que tres kilitos de más, y es un poco corta de estatura. La otra se llama Yazmín, y es la más alta, es estudiante de derecho y la más inteligente de las tres, tiene un cuerpo bonito, una cara lisita, pero usa unos lentes blancos que, tienen estilo, pero como que no terminan de convencerme. Pero allí viene la tercera que, también se me acercó, sólo que hoy; se llama Irlanda, y está bien buena, todos en el gym lo saben, además es bien cotizada, me ha caído de raro que se me acercará a preguntarme mi nombre. Irlanda no está muy bonita de la cara, también usa lentes, tiene un poco de cicatrices por el acné, es chaparrita, pero tiene una cinturita y unas pompas que embelesan el proceder, además, que igual que las tres, está en segundo semestre, estudia derecho y va en las mañanas ¿Qué voy a hacer, destino? La próxima semana está agendada la cita con una nueva mujer, el caso es parecido al de hoy. Nos citamos un rato, y el robo de un beso ya se dio. Y luego una vecina, es casada y con hijos, pero allí estoy y ya casi me la llevo a la cama. En fin, busco a una novia, y creo está entre estas tres. La bonita, la aplicada y la buenota. Sinceramente, me gustaría escoger a la aplicada, porque con una chica con sesos en la cabeza, me siento bien, pero y si no me gusta su cara cuando la bese y sus anteojos. Total, mejor escojo a la bonita, aunque estaría un poco celoso, porque hay cabrones que se le acercan, y qué voy a decir, tampoco soy el gran galán. Pero está la buenota, a ella no se le acercan muchos, admiran su cuerpo, pero se les hace inalcanzable, muy apretada, muy payasa, además, a esa mujer hay que invertirle fondos, presumirla, no celarla y dejarla que también se obsesione con uno. Con ella no duraría mucho, le daría buen sexo, sí, pero para saciar sus gustos, hay que invertirle poco a poco. Pero, ¿con cuál me clavaría? Tal vez y con la de cara bonita, es una mujer término medio, ni muy inteligente, ni muy sonsa. La mujer lista, me sería duradera, porque tiene el psique desarrollado, y si no habría sexo al menos habría curiosidades que resolver. Pero la buenota, válgame Dios, sólo le pondría un cutis mejor, y de las caderas, nalgas y piernas, de nuevo: ¡Válgame, Dios! Total, creo que ya me has dicho, destino, cual es la mejor, y creo que si no me quiero clavar, desecharé a la bonita, además, la buenota, sería sólo para la ocasión, no tendría una relación duradera. Lo mejor es la mujer de psique avanzada, la alta y de anteojos ¿Pero cómo le voy hacer mañana con las tres? Una ya tiene el número de mi cel, y la promesa de una reta de básquet. La otra ya tiene mis gustos y mis desacatos. Total, no sé, pero mañana, guardaré silencio, llegaré temprano y me iré, y como siempre, quien aguante la vara de mi actitud pasiva y el coqueteo de otras niñas conmigo. Total, la escogeré.

Cuando era niño


Yo igual cuando era niño soñaba con ser grande e importante, ser presidente; soñaba con volar aviones y conocer el espacio. Pero ahora que soy un hombre veo que sólo fueron sueños disparatados. Algunos dicen que leyendo libros de superación personal puedes vivir haciendo tus sueños realidad, pero ahora sé que los sueños son sólo eso: sueños para sólo soñarse.

Afuera las cosas están cada vez más violentas y difíciles. A nadie le importa si estuvieras tendido en el asfalto, muriendo o implorando una moneda, sólo se jode el mundo, y el mundo somos nosotros.
Los niños vienen a competir y a arrancarse el pan, las ilusiones. Es una lástima que la lucha de clases siga siendo una utopía que sólo se imparte absurdamente en las universidades.

Yo estudié la universidad sólo para saber lo qué es pasar sobre otros y licenciarse. La verdad no soy ni más grande, cada vez que me conozco, me siento difícil de seguirme conociendo. Soy ignorante y a veces eso me hace infeliz, pero cuan dichoso soy cuando me alejo del mundo y no quiero soñar, sólo dormir con planes de despertar mañana y seguir viviendo el momento. Qué le voy hacer, no quiero frutar mis días en ver mi futuro estancado al infortunio de otros más sagaces y breves.

De tierra y cosecha soy


Me gusta ser quien soy, no soy grande ni chico. Tengo la cara limpia como caprichosamente sucia. Sí, vengo desde abajo, pero no me siento estar arriba. Aquí entre nos, creo tengo suerte. Sí, ya sé que algunos dicen: que la suerte no existe; yo creo que es relativa. Total, no me apena decir que tengo mis raíces con gente, con familia de tierra y cosecha, de ranchitos y abuelos de hacienda. Ahora no tengo nada, aprendí hace años habilidades que ahora están estancadas, añejas y archivadas. Dicen los papeles de mi universidad que he estudiado Comunicación y Periodismo, pero yo no sé relativamente para qué sirvo, sólo sé que tengo necesidades de comer, de querer, de ganar, de verme y tener éxito como salud. Pero a lo que voy es, a decir quién mondrigo soy yo, quién soy yo; si ese es el punto no creo aclararme todavía el arranque de mi existencia. Sólo sé que a estas alturas me encuentro entre feliz y contento, eso sí, estoy mejor que hace unos días. El porqué lo tengo en mi mesa; la esplendida comida de rancho que nos trajimos mamá y yo, de nuestro, bueno, de su terruño más que mi terruño. Total, ese soy yo, gente de abajo más que de arriba. No tengo mucho ni pienso en cuando tener, pero si a ojos vistos de los demás es bueno tener y desear, siempre desear, vamos a conseguirlo para seguirse a unos y a otros, conociendo.

Deserción, cambio


Estoy a punto de dejar el bolígrafo que me motiva a escribir. El porqué no está muy lejos; me siento medio frustrado, medio intranquilo. Dice un dicho que escuché hace unos días, que: “La vida es muy corta y muy breve para estar haciendo sólo una cosa”. En parte sí coincido con el dicho y en parte me opongo. Yo he andado y desandado camino, he hecho números como letras y aquí sigo sin que me absorba una pasión del todo. Qué voy hacer si vienen años y, yo no creo haber llegado a la cima de la que gozan algunos hombres que admiro. ¿Les he contado que soy un tanto protagonista, no? Pues sí, me gusta hacerme notar y llegar por fines lejanos y extraños para cumplir con un dicho y nombre que me reconozca entre personas diferentes en sociedad. Pero creo ya ha llegado el tiempo de virar y probar otra suerte. Tal vez la música, tal vez los autos, o tal vez las mujeres absorban mi atención para disfrutar la vida sin obsesionarme en trascender, sino dejando algo que perdure en mi familia, entre los míos, entre mi gente.

Una carta desesperada


Desde Israel

Para: Israel Maldonado Leal


Oye papá, espero que todavía vivas para poder leer mi carta, juro será breve.
Hace tantos años que nos dejamos, que no sé de ti, que no nos sabemos. No quiero recordar el motivo, ahora sólo me importa el aquí, el presente. Te cuento que ya soy un hombre. No sé si tú hagas el cálculo de mi edad pero ya tengo 19 años. ¡Qué rápido se nos pasó el tiempo!, ¿no?

Total, pero seguimos siendo cuatro: mi hermana Verónica, mi hermano Ismael, mi mami Tere y yo; Israel, igual que tu nombre. ¿Me recuerdas? Espero que no te hayas olvidado de nosotros, al menos debes recordar quién fue el primero.

Lo poco que yo sé de ti es que te juntaste o te casaste, algo así, pero que tienes otra familia. Me duele un poquito que hayas encontrado sustituir nuestro vacío. Aunque, qué le ibas hacer, te dejamos. Tú, tal vez nos buscaste como tantas veces, pero aquel miedo a ti nos hizo perdernos. Te confieso que antes tenía miedo ir a la primaria y encontrarme contigo. Ahora no creo poderte tener miedo, imagino a veces que cuando salgo a la calle te veré hecho un viejo. Dice mamá que has de estar acabado, porque has sufrido mucho. Aunque, sin embargo, tuviste tus tiempos de disfrute y descontrol. Logramos por fin hablar de ti, antes teníamos cierto miedo, luego coraje, después misterio, ahora cierta curiosidad. A veces sale la pregunta en las noches, tirados en la cama, decimos: ¿Quién se parece más a ti, mamá?, ¿quién tenía los ojos de color en tu familia?, ¿cómo era mi papá?, ¿qué te gustó de él? Yo realmente antes tenía miedo parecerme a ti, ahora como que me da igual. Creo conocerme y sé hasta dónde pueden llegar mis límites. Aunque te he de confesar que a veces tengo miedo a tener mi propia familia, a ser papá; no quiero maltratarla, no quiero hacerla infeliz, tal vez sólo darle lo que esté a mi alcance y la felicidad, mi apoyo no es problema.

No sé si te guste leer, espero que no te falle la vista o que tu trabajo me regale un trozo más de tu tiempo para seguir leyendo esto. A mí me gusta leer, apenas me he definido por ser escritor. No soy tan bueno en la teoría como algunos chicos que he conocido en talleres literarios y, que hasta estudian la carrera. Yo realmente creo tener talento para hacer letras, pero en cierta manera, venir de una familia con trayectoria y el dinero son positivos ingredientes que hacen más rápido impulsarte en el camino de los escritores.

Total, pero a lo que voy es a decirte en que yo te perdono… ¡Sí, te perdono! Trataremos como amigos, después veremos si puedo llamarte PADRE para podernos dar el hombro mutuamente. Por mis hermanos tal vez haya uno poquito de inconveniente, pero seguro y podremos acercarnos, pues, el tiempo creo nos ha borrado un poco las malas experiencias que nos hicimos años atrás.

Yo estoy tranquilo y puedo acercarme a ti sin rencores o resentimientos, siempre he tratado de perdonar, si en algo me parezco a mi madre es en ser una persona noble.

Bueno, me despido. Cuídate mi viejo y espero saber pronto de ti, la carta la dejo con una tía mía hermana tuya, que creo vive por Indios Verdes, iré con mi mamá para allá dentro de unas horas, y seguro y también te dejo el número de mi celular para que nos sea más fácil ubicarnos y nuestros destinos por fin puedan cruzarse como creo se deben de padre a hijo. Cuídese mi viejo y espero pronto poder estrecharle. Un saludo bien afectuoso de un hijo tuyo que bien lleva tu nombre.


Israel Maldonado Maldonado



** Me hubiera gustado viejito que estuvieras conmigo, poder abrazarte y contarte mis penas. Soy y adulto ya, es verdad, pero a veces no puedo salir adelante, me faltas tú, me falta un trozo de mi vida. Con cuántas ganas necesito un padre, a un viejo a quien abrazar y soltarme en llanto para que enjugue mis mejillas. Necesito a un viejo, cuando la vida me aporrea, cuando el destino incierto me acorrala. Necesito las palabras dulces y los sabios consejos, necesito quien avive la chispa que no encuentro. Voy desandando camino sin una dirección, sin ningún maestro. Necesito a un viejo como el campo necesita de la lluvia. Tú eres mi pilar y mi sustento. Ven abuelo de todos mis años, ven hombre y canas de mi sueño, mírame con tus ojos engafados por esos lentes delgados, ven y escribe en mí tus sabios consejos.

Pony


Pony, usted hoy se arregló para mí, sin duda, ese toquecito en las mejillas la delata, su piel blanca y su cabellera rojiza la envuelven en un singular encanto de muñequita irlandesa, muy de sus ojos, muy de usted, Pony. Nadie diría que usted anda conmigo, tiene la chispa que años atrás había encendido. Es especial, usted entre todas las mujeres que no quieren tener hijos, cuesta trabajo pensar que ni casarse quisiera, y es feliz como puede, como toda mujer actual está en su planes, y válgame que tiene planes y metas que asombran, una historia intensa e interesante, porque todo gira a su favor, a su manera, cada vez que clava sus pupilas con esos ojos profundos y encantadores que casi no parpadean, todo el mundo gira que gira, y usted al volante regando mariposas con su voz dulce y educada, de maestra.

Claro Pony, hoy sabe usted que es un día especial, lo piensa, lo decreta, dice, un momento especial. Sonríe. Usted que por cada sonrisa tiene un ademán de muñeca, créame, se he puesto colorete en la mejillas para combinar sus labios, su sonrisa. Sí, Pony. Véase al retrovisor, al espejo, aprecie la magia que la envuelve, el aire dulzón de una jovencita, fresca y alegre. Nadie sabe que usted anda conmigo, nadie debe saberlo, porque el encanto está en las miradas de otras que no dicen nada o se callan tan sólo al saberlo, porque cuando está conmigo la mirada se le vuela con su cabello rojizo, las pestañas se le quiebran, se le suaviza el carácter, se le endulza el gesto. Todos la voltean a ver, Pony, pero usted sólo tiene la mirada puesta conmigo. Qué bonita se ve al volante, qué lindas manos, qué acento suyo, muy otoñal, muy maduro y tierno. Se vería maravillosa con ese fondo de nubes y pájaros, volando, se vería mejor conmigo. A claras cuentas sé que su expresión oculta algo, una terca historia, un cielo perdido, perdone el atrevimiento, pero es que no pasó nada desde que se enamoró del chilenito, su ex novio, su gran amor. Desde entonces usted, Pony, se ha encerrado en el trabajo, en las clases, en los libros. Ha desplomado sus relaciones, sus castillos. El compás de su vida se tornó bajorrelieve, absurdo y gris, como todo proyecto que no existe al final de un túnel, al final del limbo. Se podría hacer con sus deseos reunidos un collage diverso lleno de claroscuros y sueños. Dejó de soñar para cumplir metas ya caducas. Siguió estudiando, tomando la misma ruta al trabajo, soñando en el mismo sueño y así viviendo lo mismo sobre lo mismo. Luego vino el dinero por su trabajo, los viajes, departamentos, y el reconocimiento de amigas y allegados más que amigos. Y se convirtió en una trabajadora eficiente. La óptima recta, Pony, no varía según los medios y el resultado. Cayó en la rutina, en el absurdo sentido de moverse sobre una ciudad entorpecida de autos, y edificios grisáceos, a actuar como un autómata, como uno de ellos. Ya ha clavado el calendario en la oficina, dándose poca cuenta de cómo se consumen sus días, trabajando por proyectos, por costos, por resultados como una maquinita de hacer crecer dinero ajeno; salvo observa el almanaque para salir de viaje y llevar la crema adecuada o, su elegante atuendo de muñequita irlandesa con el que ahora la miro. Declare si estoy equivocado, Pony, confiese si algo de ello estoy mintiendo, como todos los hombres que machos se vuelven al ver mujeres triunfando, dígame ¿qué tanto tiempo hace que no nota algún cambio en el aire de abril a mayo? Dígame, Pony, ¿cuántas flores le sobreviven prendidas a su oído la última vez que escuchó, la frase, amor mío? Su pose de bailarina cambió a atleta y luego a maestra emérita de su propio proyecto, aunque ajeno. Algunos blancos en su cabeza se están anunciando. Su entrecejo no conoce el relajamiento de una música tranquila sin aspavientos. Su sonrisa se niega apagarse por completo. Hubo una vez que ni se dio cuenta del abandono de su primer amor, ya pasaron años, ya se hizo olvido. ¡Su primer y único amor, Pony! Hasta hoy, usted me parecía una estación lejana y fría, tapizada de escarcha, mansa y sumisa, una de esas diosas tahitianas del erotismo declaradas al férreo voto de castidad. Con singular entereza de gran mujer contemporánea ha rechazado frustrados intentos de ser feliz, que acercamientos de profesores, colegas y hasta estudiantes. Le han llegado arreglos florales, chocolates finos, todos se han dado cuenta, Pony, y ya no le hacen obsequios, ve usted porque se ha quedado así, oronda y tranquila.

Pero hoy sabe es un día distinto. No porque vengo a su lado mirándola como puede ver un niño, porque sabe soy un hombre sujeto a los desvaríos. Se ha dado cuenta de mis labios. Sabe que va a ser diferente, el deseo. Pero, por qué no, ¿sabe que soy diferente? Años atrás me ha visto, como dicen los que saben y usted sabe los matices y los susurros con los que le hablo, cerquita de su oído. Aceptémoslo, Pony, usted ha decidido volver a ilusionarse, ve que fácil es levantar una vida que se viene cayendo. Si hasta el colorete en sus mejillas tiene el toque matinal donde puedo estallar mis besos. Qué me dice, Pony, ¿cree en los besos voladitos?
Hace tantos años que se reunió por última vez con su amor, el chilenito, su adoración vuelto delirio. Era una tarde nublada, el día estaba frío y gris, su cama, tapizada de esperanzas que usted no quería echar al suelo. Le gustaba figurarse en las noches recostada hasta el amanecer con su hombrecito viajero, usted llevaba una blusa azul y pantalones hasta los tobillos; muy linda, muy hermosa. Llamaron a la puerta. Le temblaron un poco las largas y lindas piernas al bajar las escaleras y preguntar: quién. Sí, claro, era la voz del chilenito. Abrió la puerta y lo encontró. Se encontraron en un tenue beso con más cadencia y ritmo que lengua y saliva. Usted lo abrazó y guió de la mano, lo tiró en la cama y, ¡pícara!, se desnudó bailando en medio de la admiración y la música que embriagaban el lugar. ¡Qué hermoso cuerpo! Usted en esa época hacía ejercicio hasta cansarse. Corrió a buscar la botella y la destapó (no se acuerda, ya, whisky). Y así se embriagaba con el chilenito, trago tras trago, contenta a morir, briaga de alegría, glup, tomando directo de la botella, glup, aproximándosela a él, sonriendo ya entregada a su cuerpo. Fue una inolvidable ocasión. Escucharon y vieron el mismo punto en el horizonte, glup, la vida en sorbos, glup, el efecto de una dulce cosecha. Mientras se terminó la música, glup, usted se quedó dormida, y él se fue con la misma satisfacción de haberse tomado una botella, un último glup. No volvió nunca más, Pony, simplemente no volvió a saber nada de él, nunca más se le ocurrió buscarlo. Desapareció de su vida. ¡Y sus brazos que tan bien moldeaban sus caderas! ¡Tan fuertes! Un encantador cuerpo de hombre. Sus ojos profundos y tiernos, su sonrisa blanca, sus bíceps trabajados, su cuerpo tan viril. ¡Oh Dios! El cuerpo es el templo del alma. El chilenito suyo, el chilenito su amor, su único amor con encanto de niño.
Tres meses después decidió deshacerse de su cama que tenía el recuerdo de su adhesión al cariño, la vendió a no sé quién la necesitaba a bajo precio. Y el tiempo la fue haciendo a usted, práctica, tranquila, ¿fría y distante? Poco quedó de su corazón tamborilero, de su romanticismo veinteañero. Y dejó de disfrutar su cuerpo, lo apartó del ejercicio de vivir.

Sí, ya sé, todo ese tiempo entre ser y no ser, comenzó a automatizar sus roles, en fin, se postró a lo mismo. Nadie que la conociera, diría ahora que, sigue siendo alegre y fiel al juego de amar que haya conocido antes. Claro, usted bien lo tiene entendido. Definitivamente, no hay duda. Claro que su cuerpo aún atractivo, su forma de caminar, serena, tranquila, llena de misterio, su ropa elegante, su pelo y esa expresión otoñal al mirarme, pueden encender la hoguera que hace años está latente. Algo queda en la memoria, en la reminiscencia del recuerdo cuando se pasa por la academia de la ternura y el romanticismo, un dejo de nostalgia y un arribo al puerto del naufragio, del olvido.

Pero ahora está conmigo. Disfrutemos el camino más arduo y difícil, el interior. Hemos llegado. Todo claro, raro e intenso. Atardece a su manera, Pony, por favor, recuerde que se trata de un sentimiento que puede apretar en un puño, o puede colgar en su bolsillo.

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* La espera

Mira que enamorarme con un beso, Pony. No, no estoy enamorado, aún no puedo concebir enamorarme de una mujer que me dobla la edad y los años de experiencia en esto de las empresas del amor. No sé si llegues a nuestra cita, Pony, al el lugar en donde ayer aceptaste mis labios, mis manos, mi voz. Sólo quiero ver allí tu carro rojo y cerciorarme de que nuestro amor, más bien relación, puede ser posible. Mira que imagino tu cara y los nervios, los dedos y todo yo ya quisieran tenerte. Mira que venirme a enamorar de mi maestra de redacción es un sueño que apenas concibo en mis sueños, sólo deja recorrerte con mis manos, con mis labios, con mis ojos, y ya verás que el amor de estudiante, existe.

Dices que no te casarás, dices que al diablo los hombres que no ganan dinero suficiente para hacerte viajar por el mundo al que te has acostumbrado por trabajo y suerte. Yo no tengo carro ni casa y aún vivo con mi madre, pero este corazón que no quiere hijos, quiere estrecharte.

Dices que los niños no son lo tuyo, que no te imaginas siendo madre, pero si aceptas estrecharme siento yo me aceptarás como el niño que no tuviste.

Ya te veo, perfumándote, ajustándote la playera bajo el pantalón que bien guarda tu silueta de mujer en su esplendor, ay de mí, mujer, ay de mí, Pony. Espero y te haya llegado mi mensaje y al rato estés allí donde ayer, esperándome con todo tu deseo de querer pasarla bien y del amor, luego hablamos de imaginárnoslo para prestarle un poco de atención.

* No llegaste, Pony. ¿Por qué no llegaste? Posiblemente quieres seguir siendo libre. Está bien yo no voy a arrancarte tu libertad. Búscame si quieres, trataré de pensar que nuestro beso fue un sueño de un momento equis. ¿Qué le voy a hacer? Conozco de mujeres como la palma de mi mano, ¿quién iba a decir que tú eras diferente? Adiós, Pony y clarito sé que lo que yo guardo de tranquilidad, tú lo guardarás de desconcierto al no verme.

Mujeres cotizadas


Ustedes mujeres, tan alzaditas, tan cotizadas, si bien que sabemos que sienten el mismo deseo por nosotros. A ustedes que les gusta jugar con el amor, con las citas, con las promesas a un corazón caído. Sí, todos somos iguales. ¿Y qué?, ¡no cambiaremos! Seguirán siendo las débiles, las inferiores, las pisoteadas. Yo no soy el que dijo, pobre de ella, pero sí, pobres de ustedes. Hoy todas me han herido, y quisiera ser un auténtico misógino, pero considero a mi madre. ¿Qué hay mujeres superiores que yo? ¡Felicidades! Yo no soy, pobre de ella. ¿Qué si estoy frustrado y al borde de mi locura? Pues sí, hoy todas me han fallado, mi madre, mis hermanas, y las demás que por nombre se consideran mujeres. ¿Qué tal vez mañana se me pase el berrinche? Pues puede. Aunque, hoy no soy el más grande del mundo, ni el más galán, ni el todo poderoso; hoy no tengo amigas, novia, hermanas, madre. Hoy y en días que vienen disfruten de mi indiferencia, no es una promesa, ni un aviso, sino un hecho. Que ni me hablen, porque se me sale lo machista y las mando a chiflar a la loma, a su madre.

El Mundo Mágico de Disney


Hola estimado Escandalito, yo conozco a tu padre, le digo estimado Chino. Tú eres Americano, pero también tienes algo de mexicano, tu padre es de por aquí. Bueno, chiquillo de apenas unos años, ¿sabes una cosa? El Mundo Mágico de Disney es una falacia olímpica. Yo no te envidio porque tú ya lo conoces, y yo apenas y en unas fuentes me he informado de su existencia. Pero, ¿cómo justifico que el Mundo Mágico de Disney es sólo el sueño de algunos?, cuando andes por el mundo de la mayoría te darás cuenta de lo que he dicho. Mira, Escandalito, mi objetivo no es abrirte los ojos así de improviso, sin decir al menos: agua va. No, yo no me voy a poner a disertar sobre el andamiaje del mundo, no. Hoy sólo quiero enviarte el primer llamado de que el mundo no es como te lo pinten tus padres. El mundo es el que pronto tú verás, el que pisarás, el que oyeras, el que vivirás en carne viva. Total, Escandalito, tú sigue soñando. Los sueños para algunos duran toda la vida; para otros sólo en ratitos se dormita. Y bien, Escandalito, ¿qué dice mi novia Rapunzel? Háblame mejor de mi heroína y exuberante Pocahontas.

Soledad sin pausas, soledad con comas


Creo que a nadie le importa lo que hago en vacaciones de diciembre, ni una invitación o correspondencia, el teléfono está muerto, a veces creo que la universidad es el lugar más obscuro y aburrido, pero rasco, hurgo en mi interior y creo que no es verdad, me he vuelto gris y aburrido, me encierro diario como caracol y me aburro como una ostra en el ancho mar, no sé qué pasa conmigo, siempre tirado en la cama, ya casi no leo ni escribo y cuando hay una fiesta cerca de la casa me duermo temprano, no hay duda que el limón hace gestos conmigo, no sé qué me pasa, nadie me dice que soy aburrido, pero no necesito que me lo digan, ya me di cuenta de lo que soy, un vil hombre atado a su almohada, que se llena de sueños y tal vez despierte, cuando el tiempo traiga funestos presentes, que no me despierten que quiero seguir soñando, que no me digan que en sueños existen la felicidad absoluta, porque no les creo, no la he visto, será que por eso estoy así y otros ya la han conocido, por qué no me dicen, qué pasa en este mundo globalizado, hoy nadie guarda secretos, díganme, cómo funciona el mundo, díganme, que ya no puedo, no he visto nada en los libros, ni en los sitios de inteligencia secreta, en mis familiares y amigos, no me salgan con su cuento, no he visto la vida real, ni la de los cuentos, no abusen de lo que no sé, no he visto a papá perfumado antes de morir, no he visto la corona de flores inmortales que presumen los poetas, no he visto vencer al tiempo, no he visto a nadie sufrir en las empresas de amor, todos son felices, no los he visto atados a su almohada llorando por no descubrir la realidad de sus sueños, qué me pasa, por qué no puedo sentirme de otra forma, como una piedra, un sacapuntas, una mesa, un teclado o algo así, no siento nada, no estaré muerto, pero por qué me miro así, qué tengo, ya no quiero irme, no quiero pensar, no quiero teclear nada más, nada, por qué todos son felices en la nada, cómo lo han hecho, quién se lo dijo, cómo lo saben, ustedes no sufren, no los he visto sufrir en las empresas de amor, no he visto a nadie entablar una amistad intima con la muerte, no he visto héroes de los que mamá relata en sus cuentos a mi sobrino Leonardo, no los he visto con su piel de pantera, su máscara de contento, su capa o su espada, no los he visto ni en los sueños ni brincar en los edificios, ni he visto a los villanos, su alma de crueles serpientes, riendo con su súper ego, mordiendo su freno dorado, no es verdad lo que cuenta el abuelo, no es verdad que existen caballos pegasos en los cuentos; cruzando el cántico del mar, o arañas brincando los edificios, no es verdad lo que cuentan mis compañeros y amigos, al menos no lo he visto, ni lo conozco, ni lo he conocido o a la mujer o al vino más atractivo de la tierra, el oro de los cabellos de las sirenas o la cara blanca de la ninfa y rubia como una espiga, el oro del sol, el oro de las monedas, el oro de la seda, el oro del oro, no he conocido a la mujer como una risa, con sus mejillas entintadas de mil rosas, con sus cejas hacia las sienes, fina como el amor, fina como las cortinas púrpuras de seda de mamá, como la finísima pulpa néctares de amor de mis vecinos, no he conocido el amor, sólo lo veo escrito y escucho del poeta azul como algo muy fino, como el agua diamantina y sonora, como las gotas de cristal que te calan el corazón, pero no sé si lo he sentido, hace mucho tiempo que lo quemé en unas cartas, se fue el amor, se marchó lejos del cajón de mis recuerdos, atiborrado de tareas, un escape más de mis sentimientos amargos, un hombre más muerto para México, solo entre la muchedumbre, más muerto que mi lengua enmudecida, que mi frío pecho de acero, más muerto que este corazón a una tinta, ya no quiero esta vida arbitro de mi existencia, no me importan las vacaciones de diciembre, ni lo que haré con ellas, no me importa el dos mil nueve, no me importa si el teléfono igual se ha muerto, no me importa qué carajos harás con mi cadáver, si lo entregas a la facultad de medicina o a una universidad gringa o al viento, no quiero verlo, qué diablos si me arreglas cuando me muera de traje o peinado con garra al aire, qué carajos quiero ver mi cruz grabada con la fecha relativa de diciembre dos mil ocho o por el ruido violador del silencio, sólo que me trueques mi suerte, mi olvidada suerte y saber si existió, mi suerte canija en algún lugar deben haberla visto.

A las mujeres hay que consentirlas poco


A las mujeres hay que consentirlas poco, nunca darles todo, ni entregárseles con charola y las grandes frases venidas del corazón como: te quiero, te amo. A una mujer dice el dicho, ni todo el amor, ni todo el dinero. Estoy en el punto del equilibrista y aquí no hay que entregar el corazón, nada de ser conquistado, el placer y allí murió. Hoy he conocido a otra mujer, con sus atributos, bonita como muchas, pero no voy a entregármele, voy a hacer que me ame, que me extrañe. Hoy la besé, pero mañana hasta la dosis del abrazo debe ser precisa y controlada, voy a sonreírle, sí, pero nada más de allí. No voy a decirle cuanto me gusta, no le daré besos de a piquito ni nada de eso. Voy a curarme con la distancia, pero cuando esté cerca de ella, la neutralidad ya dirá. Hoy me remiendo el corazón.

La pluma



Es que hoy no puedo escribir algún blog, porque no me siento bien, más bien no siento, nada. Se debería pensar un poco en la pluma de un escritor, en su pluma cansada, cayada por algún otro motivo que no sea de inspiración. Voy a fallarles a mis lectores, a los que acostumbran el principio y el fin de un blog. Es terca mi pluma, y terco este tiempo que ya no puede mantener su prosa, menos pensar en que fluyen bien sus letras. No quiero, simplemente me callo, cierro las palabras con la caída frustrada de esta pluma que quiere irse a servir acostada, y ya poner punto y aparte, caerse y finalizar, Enter.

Alejandra


Y QUÉ VOY A DECIRTE HOY EN TU CUMPLEAÑOS, que eres una niña bien linda, una mujer bien parecida. Parece que fue ayer cuando estuve en tus quince, ¿recuerdas? Tú siempre tan linda, linda conmigo, linda contigo, linda con todos.

Te cuento que me siento dichoso al conocerte, al contar con tu amistad y tu cariño, y aunque a veces duramos mucho tiempo para vernos, es un hecho en que seguimos queriéndonos como siempre nos hemos querido. A mí me encantaría estar más tiempo contigo, quererte, abrazarte, contarte todos mis secretos, pero tenemos sólo minutos y la dicha del momento.

¿Recuerdas la tarde en que nos conocimos? Yo un chaval, tú una niña linda que idolatraba a Memo Ochoa; aunque hoy como mujer lo sigues queriendo. Aún recuerdo esos juegos de pelota, esos chistoretes a veces sin sentido. ¡Ah, niña linda! ¡Qué tiempos idos!

Qué bien, que aunque lejos nuestra amistad ha sobrevivido; qué bien, que aunque distantes nos hemos querido. Yo clavado en mis proyectos, y tú con tus novios, tus pretendientes, tus ilusiones y sueños.

Sinceramente como tú has sabido no soy tan ducho en esas cosas de amor, pero espero y te hayan servido algunos de mis consejos. Recuerda que el mejor amor que puedas tener, es el príncipe azul que te respete y vea el mismo horizonte donde tus sueños.Tienes mucho que vivir y aún hay tiempo. Estudia, baila, canta, ama, has cuanto puedas para no estancarte en la vida ordinaria. Conoce, aprende, cuídate, y sigue soñando en lo que más te ilusione, nunca claudiques y ten fe en tus esfuerzos, pues, siempre habrá alguien allá arriba o abajo que te premie tus éxitos y tropiezos.

Bueno, chica bonita, tú como mujer y guerrera sabrás todas las recetas que hay que preparar para tener éxito, yo sólo soy el portavoz de algún rinconcito de tu inconsciencia. Mira que tú para mí eres una gran pequeña, una mujer linda con cualidades y defectos. Pero hoy en tu cumpleaños no voy a ponerme a enumerarlos y a ser extensivo, sólo quisiera regalarte todo mi cariño en este papel impreso. Cuídate y ya sabes que cuentas con todo y en todo conmigo. Pásala bien y te dejo para siempre un beso, mi mujer y niña al mismo tiempo, TE QUIERO.

Amor por celular



Tú has de saber mi estimado que, enamorarse por internet es una cursilería. Pero yo vi algunas fotos en su face y me gusto, aclaro no me enamoré, pero poco a poco me voy clavando al responder sus mensajes en el celular. Es una chica que dice me conoció en una boda, yo no recuerdo haberla visto, pues consiguió mi número, me mensajeó y yo corrí a buscarla en el face. Se me hace bonita, le gusta el teatro, y es culta, pero lo que más me gusta de ella son sus mensajes, es tan clara y trasparente que no le avergüenza mostrar sus sentimientos más álgidos y profundos en pos de incurrir en un tropiezo del corazón.

Creo que la noche es el momento más adecuado para abrazarnos a la almohada y sentirnos más cerca, tú has de decir que esto es un debraye, pero la verdad mi estimado, nunca me había pasado una cosa así en pocos días. ¿Será porque cada vez más los medios ocupan una parte importante en nuestra vida? Total, la chica se llama Yenifer, es de Tlaxcala, a miles de kilómetros te la has de imaginar, pero ese lugar dice mucho para nosotros, aunque sólo recuerdos de ello en la memoria nos acompañe.
No sé si esta relación sea distinta, yo siento que sí, he conocido a chicas de Uruguay, de Perú, de Argentina, hasta güeritas y paisanas americanas, pero con ella es algo diferente. Hasta he tratado de no clavarme, pero cada noche nos reencontramos, usando sólo un teléfono celular, y diciendo que: abracemos la almohada para las distancias acortar.

Bueno, eso es conmigo, espero tú estés bien, cuídate mi estimado, Chino, y me saludas a la americana, y a tu hijo. Pronto les caeré por allá. ¡YA FIRMAME MI FACE, NO SEAS MALO!

Calpulalpan, Tlaxcala


Ahora sí mi estimado, Chino, voy a contarte lo que hice allá en nuestras lejanas tierras de Calpulalpan, Tlaxcala. Como he prometido contarte todo, voy a resumir en dos pares de cosas: unas buenas y otras malas. Así pues, las buenas son que sí me fui a Calpulalpan el viernes por la noche, y regresé sano y salvo el lunes por la tarde, pegándole el ojo a la noche; además de, enamoriscado de una chica gemelita y de cara bonita, que antes de partir de Tlaxcala había conocido, te estoy hablando de casi cinco o seis años atrás, los mismos en que he estado en México. Bueno, a merito de la brevedad que trataré en lo posible, voy a hacerte de conocimiento el otro par de noticias, pero éstas no tan buenas, son que: primera, no encontré a ni uno de nuestros contactos de la prepa. Los amigos han sido tragados por la tierra, bueno al menos este fin de semana se me han desaparecido; y la otra mala es que perdí un reloj de unos miles de pesos que me había hecho presente y con moñito, mi hermana en mi graduación. Total, iré a referirte en cómo llegué a Calpulalpan, y en cómo la encontré, porque tú allá en tierras americanas ni te has de acordar del olor de su tierra convertida en lodo después de una lluvia caprichosa de enero. Bueno, pues el viernes en la tarde salí rumbo para Tlaxcala, no sin antes ducharme y rasurar mis barbas del día. Iba irritado de la cara, pero arrastrando tras de mi espalda; una mochila rechoncha llena de pertenencias, y mi incondicional cámara de video. Compré paquetes de galletas en el supermercado. Abordé el Metro. Adquirí en taquilla de la Tapo mi boleto y, me dispuse al recorrido de casi dos horas y media en el asiento número cuatro del autobús. Procuré colocar bien mi equipaje y minimizar el aire acondicionado para evitar la carraspera que se me avecinaba. Puse atención en la película ficción, mientras el vaivén del autobús hacía mover mi cabeza a trompicones y mareos. Total, creía en los viajes relámpagos, pero aquel recorrido superaba en tiempo y forma mi concepto, pues llegué a Calpulalpan en poco tiempo, bueno al menos a mí se me pasó leve y ligero el rodar de las ruedas sobre el asfalto. Has de recordar mi estimado, Chino, que en Calpulalpan existe una enorme asta bandera, pues sí, sigue existiendo a lado de la gasolinera. En tanto que, antes de bajarme del autobús, envié algunos mensajes para acordar mi arribo con un amigo y compadre que, para este asunto le autonombraré, como yo bien y él lo sabe, nos hemos conocido, así pues le digo: El Bambino. Ocurrió que, después de una larga espera, has de recordar la estatua que mal llamaran y llaman aún; La estatua del Chavo del Ocho, pues sí, allí llegó mi amigo, El Bambino. Nos fuimos a su casa, porque cabe decir que la boda fue en Tlaxcala, Tlaxcala. Así pues, no había nadie en su casa, todos estaban lejos, organizando todo preparativo para festejar a la hermana de mi cuate, El Bambino, que bien se llama Liliana. Total, llegó mi compa, venía con su primo Elivorio, mejor conocido como Boyo, que para mi palabra y mi fe, te he de dar a conocer es un chico trabajador, pero valemadres en ocasiones, no tiene suerte para enamorar chicas, pero en los bailes has de ver como las mueve. Total, venían jalando una bicicleta de carreras, digo venían jalando, porque una rueda, precisamente la trasera no le funcionaba. Total, entre saludos, gritos, empujones y buena lid, llegamos a la calle cerrada que has de recordar está bajando del CBTis, nuestro CBTis; ya tan cambiado, tanto de generaciones como de instalaciones y tantos aditamentos. Total, abrimos zaguán, botamos regalos, y encendimos tele. Llegaron otros dos primos de mi cuate, El Bambino, así pues, fuimos cinco los que observamos cantar y concursar a las quinceañeras en un canal especial de la tele. Reímos, criticamos y nos repartimos los nombres de las chicas que concursaban en una fiesta de quince años, yo me quedé con la conductora que hacía más de hermosura en el televisor. Se calentaron los ánimos que ya nos estábamos discutiendo el culo proyectado en la caja idiota; todo en juego, aclaro, que hasta sacamos la cámara de video para filmar nuestros mejores zapes. Tú has de saber mi estimado, Chino que, los chicos de acá son buena lid y no se encabronan hasta romper madres y desconocer a los amigos, así pues ya nos estábamos dando dos contra dos y el otro filmando todo nuestro desbarajuste: que ya nos aventábamos cojines y le dábamos a los cuadros, que ya nos amagábamos cerca de la cantina, casi derribando a tantos santos y virgencitas había en un aparador y otro allá cerca del refri. Total, botamos jarra con agua; rompimos CD´S; estropeamos regalos; desenfundamos cojines y sillones; nos revolcamos en el suelo contando: un, dos, tres. Has de saber que todavía traigo adolorido el cuello. Total, después de dos o tres intentos lograron amagarme, hasta mi calzoncito puteril, quedó roto al hacerme calzón chino, has de saber a qué me refiero; si tú lo practicaban tanto en el CBTis, ¿no es así? Total, nos la pasamos a toda eme. Llegó el momento de recoger tanto galletas, destrozos y charcos de agua que se hicieron en el centro del lío. Finalmente, observamos nuestro desmadre en la cámara de video. Uno reía y el otro adolorido se quejaba, otro sudaba y el otro más sostenía la de video. Así nos cayó la noche, todos apestosos y viendo la hora en el celular, acordamos la partida exacta a Tlaxcala. Nos levantaríamos a colocar la corona de flores blancas y centro amarillo en el zaguán de la casa. Nos bañaríamos y arreglaríamos los regalos que salieron aplastados en nuestra batalla campal. Total, después de estrechar manos, salieron los primos de mi compa. Me lavé los dientes y jalé mis cosas para dormir. Mi compa, El Bambino, me invitó a quedarme con él en una cama algo apestosita a orines, pero ofrecida con mucha hospitalidad y cariño. Recuerdo, platicamos algunas cosas de Calpulalpan y sus mujeres, observamos videos y fotos en celulares, hasta que el sueño nos atrapó… El ruido de un huitlacoche picoteando la ventana…. Al otro día, sábado, te soy preciso, nos levantamos; mi cuate apuro el paso con su primo que ya estaba en la puerta: colocaron la corona, dieron de comer a los animales, y le atizaron a un bote lleno de agua para bañarnos en el siguiente orden. Primero yo, que como princesita apenas había endulzado algunas tazas con té, y preparado mi atuendo; camisita a rayas moradas y pantaloncito negro y de vestir, zapatos que allí mismo engrasaba. Total, el segundo era el primo Elivorio, que con flojera postergaba su manita de gato; yo no, pues en poco tiempo ya estaba calzándome zapatitos bien lustrados, y engominándome el pelo. Mi cuate, El Bambino, fue el último en terminar de arreglarse, y por consecuencia el último en engullir galletitas y taza con té. Él iba con un chaleco negro y una camisa a rayas moradas, parecida a la mía. Hacía frío, pero tratamos de organizar todo: que la batería de la videocámara, que los anillos y monedas, que los regalos, que las llaves, que el dinero; total, hasta la comida de pollos, perros y tantos animales tiene mi amigo y compadre, nos la arreglamos para dejar bien concluida. Para no hacértela más larga mi estimado, Chino, estoy por concluir mi anécdota que te había prometido (ya te veo cansado, y pensando en que te albureo, pero no, SIENTATE). Salimos de la casa, no sin antes atorar la puerta con su debida tranca y salir por un camino ajeno. Ahora bien, los cinco, incluyéndome, compramos boletos, y fuimos los primeros en alojar el autobús y el asiento que quisiéramos. Todos íbamos cerca. El Boyo escuchando sus cumbias. Los hermanos clavados en la película de espadachines que el chofer había puesto; yo preferí alternar la mirada ante las bellezas exuberantes que se proyectaban en el televisor, y las mujeres calpulalpenses que caminaban sobre las aceras y el andador. Has de recordar mi estimado, Chino, en cómo dejaste Calpulalpan, bueno, pues ya dio todo un cambio; ya tiene quiosco, la Presidencia se ha pintado de amarillo, han colocado parquímetros, han adoquinado la avenida principal, han cambiado la estación de bomberos, policías y hoteles. Bueno, Calpulalpan es otro que, de seguro te recordara mucho cuando regreses. Total, pues salimos de Calpulalpan con rumbo a Tlaxcala, nos fuimos en autopista y llegamos en breve. La Capital, también es otra, nos bajamos del autobús para abordar luego una combi. Recuerdo una mujercita con cara de ejecutiva, me echaba el ojo, y yo conocedor del flirteo capitalino, lo sabía y allí salían a la luz mis técnicas de ligue y reojo. Total, pagamos y el chofer nos dejó en la Iglesia de San Juan. Bonito el lugar de San Juan, hasta tú lo has de conocer; sino pues, allí hacen una feria, dicen muy bonita; aunque cuando llegamos los juegos mecánicos estaban apagados. Total, repechamos poco a poco la lomita, íbamos estrechando la distancia con peldaños grandes y pequeños, pero ambos sofocantes. Hacía un calor de fuego, pero de fuego como de peregrino apostando sus plegarias a la montaña que coronada con su iglesia daba la absolución de todo pecado. Para no hacértela más larga, y ya te veo riendo de albur… Te cuento que allí estaba la novia, estaba en la justa entrada de la iglesia; Manuelito el sobrino de seis años, sobrino de mi compa, le agarraba la cola del vestido de novia. Llegamos algo sofocados. Alguien por allí encendió la cámara de video, pero yo llegué saludando a mis padrinos, a la novia que agradecida me apretó de la mano, y me dijo algunas palabras gratificantes. El Padre estaba dispuesto al arribo de los papás y padrinos de los novios, con su traje de Padre y su atuendo que lo cercioraba para oficializar la unión de los prometidos; esperaba y esperaba, hasta que estuvieron presentes todos. Hubo una formación de personas que se sentarían cerca del altar con los novios. Entró el mariachi. Se abrieron los micrófonos y se dio pie a la misa con la voz, la biblia y la reflexión del Padre. Yo estaba a la mitad casi del butaquerío y la gente. Y precisamente, a la mitad de la misa me hice del poder de la filmación del evento. Cuando el Padre ya estaba oficializando la unión que, me paso atrás de él para dejar permanecía del acto. Hacía paneos completos, nunca zoom, pero sí paneos que incluían al Padre, a los novios, a los invitados, al mariachi, altares y tantos santos y adoratorios. Me sentí único e indispensable ante la mirada de una cuantía de niños, señoras y señores; además, de algunas primas de mi cuate que ya me estaban echando el ojo. Vieras que diferente son las mujeres de provincia a las chicuelas de la ciudad, y demás suburbios. Pero a lo que me truje (por qué ríes, ah ya), diremos que los papás de los novios dieron su visto bueno y el Padre su bendición. Se hizo la fila para tomar la ostia y perdonar tantos pecados, no sé si tuvieron confesión, pero la misa concluyó al jolgorio de mariachis y tantos confetis y arroces les tirábamos a los novios, que pobres tenían que cerrar los ojos y la boca y seguir bajando escalones. Se siguió filmando, yo corrí a apachurrar a la novia, deseándole abundancia y felicidad, y luego corrí con la banda a una camioneta que nos llevaría al lugar del festejo y el debraye. Mira que yo no soy achacoso, pero apenas y cupe en la cajuela de aquella americana negra: que ya se me clavaba una rodilla, que ya el frenado en mi riñoncito daba molestia con una moldura metálica. ¡Por aquí un palo de escoba, por allá un griterío de chamacos y clemencias de muchachas! Total, el arribo no estuvo muy lejos, era el lugar un ranchito con adobes revenidos y una lona amarilla que bien se veía a lo lejos. El pasto estaba quemado y listo para la fertilidad de algún cultivo que a bien se sospechaba iba a ser de nuevo: cebada. Alguien en la entrada había comenzado con el ritual del lugar; se había encendido una gran copa que quemaba ocote, o copal, qué sé yo; algo humeante muy lejano al incienso que ponía mi madre, y ahora pone mi hermana. Entre zanja y zanja fueron llegando los invitados en tantos vehículos del año y deportivos, como destartalados y en desuso existen. La novia estaba allí con su vestido blanco, me acerqué a ella para que me encargara a su chamaco como de dos o tres años. Total, qué iba a hacer yo, compadre, sólo abrir los brazos y recibirlo, tratando de convencerlo para que no llorara. Mira, mi estimado, Chino, tú has de saber, y lo digo por tu niño de cuatro años, lo que es un niño a punto de estallar en llanto con su trajecito de catrín que le da un aire entre cómico y tierno, finalmente un auxilio desesperado. Total, hice dos que tres contorciones con el chamaco en brazos, me fui a sentar junto a una mesa desocupada; siempre tratando de que el niño viera a su madre y no llorara. La dos en una; madre y novia, paseaba con su esposo y sus padres, trayendo consigo una corona de flores blancas en la cabeza y, la copa de copal abriéndoles el paso en cada cuarto del ranchito con olor a orines en el aire, y las higuerillas asomándose en los adobes por donde se les viera, todos verdes. El caso fue que terminó el ritual del paseo de aquella cruz hecha de flores blancas y toda esa gente siguiéndoles. Entregué al niño a alguien que bien le enseñó unas galletas y del suplicio infantil me deshice. En mi ayuda llegaron: mi amigo y acompañantes, grabando, grabando y grabando. Con ellos llegó una señora ofreciéndome el primer trago de la fiesta, y el tequila no se hizo esperar en mi vaso, ni en mi estómago. Pero no podía tomar más, porque el fuego intestinal se me hizo presente. Y allí venían los platos, los saleros, y las tortillas recién calientes; luego, el arroz; los mixiotes; los tlacoyos con salsa verde, queso y cilantro. A veces el alcohol te pide una cama de reposo interior. La comilona estuvo buena, y algunas chicas que tenía enfrente, observándome. Yo, como que me acomodé de perfil y allí estaban las gemelas; Mónica y Monce, bonitas como sólo ellas, primas de mi compadre, El Bambino. Comí sin tratar de forzar miradas, algunas que otras se me escaparon. Total, yo cuidaba el comer sin ensuciarme la camisa, pero los puños de la misma; alguno que otro rastro de mixiote se embadurnaron. ¡Nada de qué preocuparse! Busqué el refresco y terminé por llenarme. Mis cuates abrieron y cerraron la orden con dos o tres más platadas de tlacoyos recién sacados del aceite y engalanados con su quesito y cilantro. Un primor de comilona se hacía en todo el ranchito. La música del mariachi (loco), aloco y amenizó a su forma el ambiente, luego se fue y dejaron tomar parte al sonido. El sonidero es lo de ahora por esos rumbos, mi estimado, Chino. Bueno, pues la boda era un éxito, no faltó el papá del novio que fuese poeta y declamara versos de Amado Nervo. No faltaron las risas, las ganas de comer, de mancharse los dedos, la ropa y perder los modales. Has de saber que así se disfrutan mejor las fiestas de pueblo. Pero bueno, a lo que voy es a dejar la mesa y a decirte que me senté con toda la plebada de mis amigos y acompañantes. Las primas de mi cuate, El Bambino, estaban que se quedaban torcidas de verme. Pero bueno, salimos un poco al patio, lejos de música, y tanto sonido y platicas de comensales. El dialogo entre primos se tuvo que dar, mi cuate hasta se aplicaba, seguro con una prima suya, pero la gemelita Monce, no tenía madre, es muy bonita. Total, entre juegos y acercamientos que, mi compa me presenta a sus tres primas que eran hermanas ellas; todas bigotudas, no me gustaron, aunque había una que hasta se clavaba en sus tacones y me ponía sus ojos en blanco. No me importaban tantos resbalones, lo que yo quería era el menos el número celular de la gemelita Monce. Se dio el caso que mandé a un primo de mi cuate a pedirle el número a Monce, no pude sacar mi celular y pedírselo, me faltó más producto de hombre. Pero bueno, Monce se acercó y yo que saco luego, luego el celular para anotar también su número. Después de algunas carcajadas y bromas, se fueron las gemelas. Estudian en un internado y tenían que irse. Total, un beso y adiós. Ya tenía su número. Algunas mujeres me sonreían, pero ya todo era para mí, broma y reto. Una chava por medio de mis cuates me llamó, le tiré la onda y le hice anotar mi número de celular, diciéndole que si regresaba pudiera que bailara con ella. Total, se fue la susodicha Pati, y no me importó si fuera a regresar. Entramos de nuevo a la fiesta, las primas bigotonas estaban con mi cuate, El Bambino. Yo acudí a la mesa de otra prima de mi cuate, se llama Rosario; que ya me estaba presentando a una amiga suya, originaria de Oaxaca, alta y pechugona la mujer, unas piernotas que imponían y unos tacones que iban más allá de mi loca imaginación. Total, nos presentamos, compartimos algunas experiencias de nuestras profesiones, y que le doy el número de mi celular a la tal mujerzota que era la Vianey, una potranca recia y frondosa. Ella hizo timbrar mi cel, pero yo como que no lo traía, ni se escuchaba ante el ruido de tantas bocinas bailoteaban el lugar. Bueno, mi estimado, Chino, pues que estuvo allí el ligue, las encaminé a su trasporte y regresé a bailar, a tomar y a filmar. Luego, me sumé a cargar al novio, a la víbora de la mar, al ritual de la corbata y el liguero. Saqué a una bigotuda a bailar, luego, a una señora que me tiró alguna vez la onda; después, conversé y filme borrachos, reventé huevos con confeti, serví tragos, agarré piernas de bigotona, presumí mi trayectoria en México, saqué a bailar a una señora casada y celada por su marido; una cinturita que atesoraba un holgado traje sastre. En seguida, terminé por despedir a las primas bigotonas y estrechar manos de sus papás que bien sé, les tuve que ver caído. Señor panzón, aires cómico Galván, y señora ojitos María “Feliz”; pensaban que les iba a sacar de blanco a una hija. Soñaban ebrios. Total, eran apenas como las diez de la noche, y yo ni pastel de chocolate quise comer, mejor me acerqué a una chica que antes niña hube de haber conocido; ahora una mujer que de alta me pasa unos centímetros. No me gustaba, pero reverendo cuerpo tiene esa chica llamada Lorena. ¡Lorena, que caderas, Lorena! Pero todo fluyo como amigos. Nos fuimos a acostar, pero en unos minutos nos salimos, ella y yo, porque todavía la música y los pies aguantaban otros requiebros. Y que bailo y que baila la chica, vieras que cintura la suya, preciosura de hembra en mis manos. Total, el tiempo que luego tuvimos, fue de estar comiendo pollo a las brazas, quemando cerrillos que bien poseía en una chamarra borreguera que me había puesto anteriormente. Total, después los borrachos se pusieron locos. El hijo que dormía, salió como sonámbulo a sujetar a su padre, lo amagó hasta que se cansó y lloró el borracho, diciendo puras palabras horribles que de seguro hirieron a madre y a hijo. Total, yo seguía platicando de los romances de Lorena, la chica alta, hablamos de sus galanes, sus metas y proyecciones. En lo que se podía trataba de darle consejos, aclaro, siempre quise y fui su amigo, nada de insinuaciones. Los borrachos y las borrachas, bonitas borrachas, terminaron por encender celulares y cantar y cantar y cantar. Yo con la chica alta, comiendo pollo a lado de una fogata y quemándonos los zapatos, luego comiendo tamales. Salió del cuarto mi camarada, El Bambino. Se nos unió a la contemplación de borrachos, y le serví una copa, luego otras dos para mí. Concluimos irnos a la cama, ya eran como las tres de la madrugada, pero aún así había alcohol y fogata; no nos importó, cerramos la puerta para adormecernos de frío en una colchoneta. Bueno, pues has de saber mi estimado, Chino, que aquí es muy de México el recalentado, así pues, al otro día ya estábamos sacando agua del pozo, barriendo el patio, tendiendo mesas, manteles, sillas; y otro tanto desayunando poco, para en seguida: limpiar tomates, hacer el menudo, moliendo maíz, chiles; calentando todo, todo. Y otra fiesta, llegaron las bigotonas en la tarde; medio discutí con mi cuate, porque yo ya hecho polvo y teníamos una reta de básquet en Calpulalpan, y él bien que mal quería ligarse a una bigotona de sus primas. Total, servimos, comimos, repartimos fruta a invitados. Pronto, vimos partir al bailarín del Boyo, todo enojado y sacando chispas. Yo me quedé con mi compadre, El Bambino. Total, ya habría momento en que nos fuéramos, mientras posábamos para y con las bigotonas frente a sus celulares. Por fin sus padres se iban, cargando por la patas a un gran guajolote. Se fueron las bigotonas, pero la interesada me pidió el número de mi celular, se lo di. Minutos después, partíamos mi cuate y yo en una camioneta americana con rumbo a Calpulalpan. Entre tope y tope, yo iba agarrando la jarra con mole que amenazaba con vaciarse completa de una bolsa sobre otra que, de emergencia había improvisado. Viajaba atrás con un niño que, yo asimilaba tenía o tiene una historia parecida a la mía. Su padre seguro es un demonio que casi nos los quiere. Su esposa seguro le tiene miedo, y está con él, por sus hijos. Bueno, llegamos a Calpulalpan entre trompicones y reversas. Le di un billete al tío de mi cuate, El Bambino; se rehusaba el hombre, pero dicen que con dinero baila el perro, y así fue. Llegamos a casa, cansados. Estaba maltrecha mi espalda. Vimos el resto de una película que se proyectaba el canal cinco. Salimos a darles de comer a los animales, luego arreglamos la cama y dormimos. Al otro día contacté a la gemelita Monce, y logré con un par de mensajes robarle un beso. En la tarde bajamos al Centro a quemar un par de DVD´s, y luego a ver si encontrábamos a Lucy, pero no la encontramos. ¿Te acuerdas de Lucy, mi estimado, Chino?, ¿no? Bueno, pues no logré reencontrarme con nadie, después de todo regresé camino a México, trayéndome recuerdo, olores, sabores y por qué no, uno que otro amor, que aunque lejano no deja de mensajearme.

*Qué crees mi estimado, Chino, la gemelita ya no me mensajea. Antes, cuando quería que le marcara, me timbraba y me colgaba, pero ahora ni lo hace. Yo fui el último que le envió mensajes, pero ahora no pienso escribirle. Mejor me llegaron mensajes de una chica que supuestamente me vio en la boda y consiguió mi número. Me ha pasado su Facebook, y se me hace bonita. Ayer nos mensajeamos y creo es una chava excepcional; sé que estas relaciones de lejos me hacen daño, pero qué se le va hacer a uno como yo de corazón viejo y joven con un sentimiento vacante.