jueves, 17 de febrero de 2011

Yo no me caso


¡Es que Chino! Yo ya le invertí a esa chica una fortuna. Que chocolates; que salidas al cine; que restaurantes caros, carísimos; ramos de rosas; perfumes de la línea XY; vestidos y tantos pantalones que a la cadera, que a la de crédito; aretes de una, de otra plata y platería; total, joya y joyería y media, Bueno, bueno, una fortuna para prolongarme un etcétera largo como costoso. Y mira, sería fácil dejarla, pero todavía no me termina de llenar por completo. Yo sé que ella puede darme más. La cosa iba bien hasta el límite de que quería hacer de nuestra relación algo duradera. Mira, yo no estoy para gilipolleces de esas de organizar un bodorrio, nada de eso, yo no me casaría. Casarse es el gran compromiso de tu vida, y yo no estoy dispuesto a pagar el precio. No, no me casaría. Además, la carne es débil y yo sé que no aguantaría vivir en el cautiverio doméstico que es el matrimonio. Sí, claro, me gustaría tener hijos, pero todos sabemos que los hijos son una tremenda responsabilidad. Los hijos representan el sacrificio de décadas y más décadas. No. Yo sólo quiero disfrutar, sí, enamorarme, pero no vendarme los ojos con eso de que…, y fueron felices para siempre. No, nada de eso, yo te pido una enorme disculpa, porque sé que has formado una familia con la americanita. Pero no más yo sólo quiero vivir, y si me muero de viejo, pues, sólo mis medios me hallen como la muerte. Total, ahora voy a ver a esa chica, y estoy seguro que me presentará con su familia, o al menos me pasará al frente, yo como que no quiero, como que no me gusta que me presuman como trofeo, nada de eso, soy tan feliz siendo tan libre, tan desconocido, sólo disfrutando de esta vida a la que venimos a compartir.

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