sábado, 12 de febrero de 2011

Me dirás pendejo




Carnal, me dirás pendejo, y sí estás en tu razón, pero es que a mí me gusta su forma de ser. Vieras, hoy las vi juntas, estaban haciendo ejercicio en las escaladoras. No imagino la cara que puse al equipararlas a amabas chicas. No te he contado cómo son. Total, pues estarás diciéndome pendejo, porque a la buenerrima no le la atoro yo. Está bien rica como dirías tú, y todos los del gimnasio lo saben. ¡Puta!, que se me juntan, ya ni quiero contarte como fue. Mira, el chiste estuvo en que traté de salir bien librado, ambas me cuestionaban, ambas argumentaban, pero más la buenerrima me tiró el can. Total, mejor hablemos en nombre, la tal buenerrima se llama Irlanda, está bien formadita, pero tiene un poquito de hueca y superficial. El caso en el que me enfoco es la chica intelectual, se llama Jazmín, y es alta y tiene un cuerpo regular, además de que estudia derecho y tiene las mejores notas que en su carrera se pueden dar. Total, el punto es que tú me estarás diciendo pendejo, si vieras a las dos. Una de lentes y la otra toda coqueta y pestañas risadas. El punto es que… Total, no te voy a decir cómo concluí el caso. Mira, el sábado tengo una cita con Jazmín, la intelectual. Y el viernes, o sea mañana, tengo cita a las dos con la buenerrima en un bar. Yo quiero a la intelectual, estoy decidido a cambiar, quiero hacer crecer una relación y con ellas seguro y lo voy a lograr. Y la otra, ¡hay mamá de Dios! a ver qué se da en la obscuridad, yo siempre en mi papel de amigo y nada más.

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