domingo, 20 de febrero de 2011

Una carta desesperada


Desde Israel

Para: Israel Maldonado Leal


Oye papá, espero que todavía vivas para poder leer mi carta, juro será breve.
Hace tantos años que nos dejamos, que no sé de ti, que no nos sabemos. No quiero recordar el motivo, ahora sólo me importa el aquí, el presente. Te cuento que ya soy un hombre. No sé si tú hagas el cálculo de mi edad pero ya tengo 19 años. ¡Qué rápido se nos pasó el tiempo!, ¿no?

Total, pero seguimos siendo cuatro: mi hermana Verónica, mi hermano Ismael, mi mami Tere y yo; Israel, igual que tu nombre. ¿Me recuerdas? Espero que no te hayas olvidado de nosotros, al menos debes recordar quién fue el primero.

Lo poco que yo sé de ti es que te juntaste o te casaste, algo así, pero que tienes otra familia. Me duele un poquito que hayas encontrado sustituir nuestro vacío. Aunque, qué le ibas hacer, te dejamos. Tú, tal vez nos buscaste como tantas veces, pero aquel miedo a ti nos hizo perdernos. Te confieso que antes tenía miedo ir a la primaria y encontrarme contigo. Ahora no creo poderte tener miedo, imagino a veces que cuando salgo a la calle te veré hecho un viejo. Dice mamá que has de estar acabado, porque has sufrido mucho. Aunque, sin embargo, tuviste tus tiempos de disfrute y descontrol. Logramos por fin hablar de ti, antes teníamos cierto miedo, luego coraje, después misterio, ahora cierta curiosidad. A veces sale la pregunta en las noches, tirados en la cama, decimos: ¿Quién se parece más a ti, mamá?, ¿quién tenía los ojos de color en tu familia?, ¿cómo era mi papá?, ¿qué te gustó de él? Yo realmente antes tenía miedo parecerme a ti, ahora como que me da igual. Creo conocerme y sé hasta dónde pueden llegar mis límites. Aunque te he de confesar que a veces tengo miedo a tener mi propia familia, a ser papá; no quiero maltratarla, no quiero hacerla infeliz, tal vez sólo darle lo que esté a mi alcance y la felicidad, mi apoyo no es problema.

No sé si te guste leer, espero que no te falle la vista o que tu trabajo me regale un trozo más de tu tiempo para seguir leyendo esto. A mí me gusta leer, apenas me he definido por ser escritor. No soy tan bueno en la teoría como algunos chicos que he conocido en talleres literarios y, que hasta estudian la carrera. Yo realmente creo tener talento para hacer letras, pero en cierta manera, venir de una familia con trayectoria y el dinero son positivos ingredientes que hacen más rápido impulsarte en el camino de los escritores.

Total, pero a lo que voy es a decirte en que yo te perdono… ¡Sí, te perdono! Trataremos como amigos, después veremos si puedo llamarte PADRE para podernos dar el hombro mutuamente. Por mis hermanos tal vez haya uno poquito de inconveniente, pero seguro y podremos acercarnos, pues, el tiempo creo nos ha borrado un poco las malas experiencias que nos hicimos años atrás.

Yo estoy tranquilo y puedo acercarme a ti sin rencores o resentimientos, siempre he tratado de perdonar, si en algo me parezco a mi madre es en ser una persona noble.

Bueno, me despido. Cuídate mi viejo y espero saber pronto de ti, la carta la dejo con una tía mía hermana tuya, que creo vive por Indios Verdes, iré con mi mamá para allá dentro de unas horas, y seguro y también te dejo el número de mi celular para que nos sea más fácil ubicarnos y nuestros destinos por fin puedan cruzarse como creo se deben de padre a hijo. Cuídese mi viejo y espero pronto poder estrecharle. Un saludo bien afectuoso de un hijo tuyo que bien lleva tu nombre.


Israel Maldonado Maldonado



** Me hubiera gustado viejito que estuvieras conmigo, poder abrazarte y contarte mis penas. Soy y adulto ya, es verdad, pero a veces no puedo salir adelante, me faltas tú, me falta un trozo de mi vida. Con cuántas ganas necesito un padre, a un viejo a quien abrazar y soltarme en llanto para que enjugue mis mejillas. Necesito a un viejo, cuando la vida me aporrea, cuando el destino incierto me acorrala. Necesito las palabras dulces y los sabios consejos, necesito quien avive la chispa que no encuentro. Voy desandando camino sin una dirección, sin ningún maestro. Necesito a un viejo como el campo necesita de la lluvia. Tú eres mi pilar y mi sustento. Ven abuelo de todos mis años, ven hombre y canas de mi sueño, mírame con tus ojos engafados por esos lentes delgados, ven y escribe en mí tus sabios consejos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario