domingo, 20 de febrero de 2011

Soledad sin pausas, soledad con comas


Creo que a nadie le importa lo que hago en vacaciones de diciembre, ni una invitación o correspondencia, el teléfono está muerto, a veces creo que la universidad es el lugar más obscuro y aburrido, pero rasco, hurgo en mi interior y creo que no es verdad, me he vuelto gris y aburrido, me encierro diario como caracol y me aburro como una ostra en el ancho mar, no sé qué pasa conmigo, siempre tirado en la cama, ya casi no leo ni escribo y cuando hay una fiesta cerca de la casa me duermo temprano, no hay duda que el limón hace gestos conmigo, no sé qué me pasa, nadie me dice que soy aburrido, pero no necesito que me lo digan, ya me di cuenta de lo que soy, un vil hombre atado a su almohada, que se llena de sueños y tal vez despierte, cuando el tiempo traiga funestos presentes, que no me despierten que quiero seguir soñando, que no me digan que en sueños existen la felicidad absoluta, porque no les creo, no la he visto, será que por eso estoy así y otros ya la han conocido, por qué no me dicen, qué pasa en este mundo globalizado, hoy nadie guarda secretos, díganme, cómo funciona el mundo, díganme, que ya no puedo, no he visto nada en los libros, ni en los sitios de inteligencia secreta, en mis familiares y amigos, no me salgan con su cuento, no he visto la vida real, ni la de los cuentos, no abusen de lo que no sé, no he visto a papá perfumado antes de morir, no he visto la corona de flores inmortales que presumen los poetas, no he visto vencer al tiempo, no he visto a nadie sufrir en las empresas de amor, todos son felices, no los he visto atados a su almohada llorando por no descubrir la realidad de sus sueños, qué me pasa, por qué no puedo sentirme de otra forma, como una piedra, un sacapuntas, una mesa, un teclado o algo así, no siento nada, no estaré muerto, pero por qué me miro así, qué tengo, ya no quiero irme, no quiero pensar, no quiero teclear nada más, nada, por qué todos son felices en la nada, cómo lo han hecho, quién se lo dijo, cómo lo saben, ustedes no sufren, no los he visto sufrir en las empresas de amor, no he visto a nadie entablar una amistad intima con la muerte, no he visto héroes de los que mamá relata en sus cuentos a mi sobrino Leonardo, no los he visto con su piel de pantera, su máscara de contento, su capa o su espada, no los he visto ni en los sueños ni brincar en los edificios, ni he visto a los villanos, su alma de crueles serpientes, riendo con su súper ego, mordiendo su freno dorado, no es verdad lo que cuenta el abuelo, no es verdad que existen caballos pegasos en los cuentos; cruzando el cántico del mar, o arañas brincando los edificios, no es verdad lo que cuentan mis compañeros y amigos, al menos no lo he visto, ni lo conozco, ni lo he conocido o a la mujer o al vino más atractivo de la tierra, el oro de los cabellos de las sirenas o la cara blanca de la ninfa y rubia como una espiga, el oro del sol, el oro de las monedas, el oro de la seda, el oro del oro, no he conocido a la mujer como una risa, con sus mejillas entintadas de mil rosas, con sus cejas hacia las sienes, fina como el amor, fina como las cortinas púrpuras de seda de mamá, como la finísima pulpa néctares de amor de mis vecinos, no he conocido el amor, sólo lo veo escrito y escucho del poeta azul como algo muy fino, como el agua diamantina y sonora, como las gotas de cristal que te calan el corazón, pero no sé si lo he sentido, hace mucho tiempo que lo quemé en unas cartas, se fue el amor, se marchó lejos del cajón de mis recuerdos, atiborrado de tareas, un escape más de mis sentimientos amargos, un hombre más muerto para México, solo entre la muchedumbre, más muerto que mi lengua enmudecida, que mi frío pecho de acero, más muerto que este corazón a una tinta, ya no quiero esta vida arbitro de mi existencia, no me importan las vacaciones de diciembre, ni lo que haré con ellas, no me importa el dos mil nueve, no me importa si el teléfono igual se ha muerto, no me importa qué carajos harás con mi cadáver, si lo entregas a la facultad de medicina o a una universidad gringa o al viento, no quiero verlo, qué diablos si me arreglas cuando me muera de traje o peinado con garra al aire, qué carajos quiero ver mi cruz grabada con la fecha relativa de diciembre dos mil ocho o por el ruido violador del silencio, sólo que me trueques mi suerte, mi olvidada suerte y saber si existió, mi suerte canija en algún lugar deben haberla visto.

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