lunes, 5 de noviembre de 2012

Olor a ti

Traigo en mis manos el olor a ti. No me las quise lavar para recordarte, para traer tu esencia, para que me sigas, para que sigas conmigo. Tú dices que no te quiero, que sólo me importa el sexo. ¿Pero qué hace un hombre de veintitantos con una niña de quince? Sí te quiero, te quiero a mi manera necia de no mostrártelo todo con palabras, sino con caricias, con gemidos y con secretos indescifrables en tus oídos. Estás manos te escriben a lo que hueles, hueles a mimetismo, a sombra, a fiesta, a libertad. ¿Qué hace una paloma dentro de una jaula con un ruiseñor, si el ruiseñor es mundo y la paloma la paz y la libertad? Puedo decirte con facilidad que te amo, pero aún no siento en la boca del corazón ese deseo de pronunciar. Te quiero es cierto, me gustan tus senos como magnolias, el lunar que tienes en uno de ellos al respirar, me gusta cuando te curvas al placer de mis dedos. Me gusta verte contenta, pero también adoro mi libertad. No es que quisiera cambiarte por otra, no. Sólo quisiera decirte que todavía no hay en mi corazón un te amo. Nada más y más adelante podría germinar en mí esa frase que tú me dices con todo el corazón. Yo comprendo a mis manos y adoro a lo que huelen, te adoro a ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario