viernes, 25 de marzo de 2011

Ya no quiero hablar contigo, señor, porque cada vez que hablo contigo, me pongo triste y lloro.



Yo no te pido fe, señor. Yo no quisiera pedirte nada, es más que ni me escucharas, pero tengo necesidad de ti. En ti es la única persona que, puedo recurrir en este momento de flaqueza. Ya sé que no es bueno llorar, que a ti no te gusta que te hablen con los ojos llorosos, que tal vez y te conmueves y ya no quieres escucharlos. Pero a mí se me ponen los ojos llorosos a la primera. Sé que te levantas conmigo y me das tu luz. Pero pasa un tropiezo, cuando ya di otro. Has de decir que soy bien llorón, que por cualquier cosa me apachurro, pero yo no sé qué hacer con este corazón que hasta por la mínima cosa se deja caer. Total, señor no voy a ponerme de corazón blando contigo, ni menos voy a pedir milagros y favores. Yo sé que tú existes, pero ahora en quién voy a depositar esta esperanza, el tiempo ya me defraudó, y ahora sólo me tortura esperar. Total, no te pido fe, señor, sólo aligerarme la carga para poder dormir y olvidarme.

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