viernes, 18 de marzo de 2011

Amor cotizable




Ella comenzó a quererme, aun no sé por qué, pero yo por su dinero. Era hija de una familia que, era el auténtico monopolio de tanta cadena de laboratorios en la ciudad de México existen. Recuerdo que, todo fue pura coincidencia, yo fui a dejar a un amigo por aquellos rumbos de las zonas residenciales. Mi amigo no tenía una gran mansión más bien era una casa bonita y grande, aunque antigua y llena de insectos sus techos tanto como sus jardines. Era tiempo de lluvias y verde, tal vez era abril. La cosa estuvo en y por aquellas casas de ensueño y diseños tan modernistas encontré a Karen, la vi saliendo o más bien plantada frente a un gran portal, de eso portones que luego dejan salir la colección de coches. Total, nos reconocimos y mira que comienzo a hablarle, no hubo restricciones para que tuviera acceso a su enorme recinto. Hubo atracción, sí, pero yo sinceramente estuve deslumbrado por tanto mundo puede esconder una residencia de uno de los hombres más ricos del país, de una de las familias más ambiciosas de estos lares. Total, Karen tenía un hijo, esto no me lo dijo a la primera, lo supe cuando ya nos habíamos amado. Al principio fue todo para como un juego y un reto, pero terminé enamorándome. Primero, fue un juego de amigos y principiantes, luego ya entré en su familia, tenía acceso hasta al negocio de su familia, de su padre. Recuerdo hice a un lado a mis amigos y amistades. Mi mundo ya era otro y en parte lo disfrutaba, pero en tanto añoraba regresar a mis raíces, y no desconocer a las chicas y amigos que estaban en mi corazón. El amor se me fue acabando por Karen, sólo el dinero, los viajes, no sé, todas esas cosas nuevas que descubres al tener riquezas, autoridad y poder sobre otros me mantenían alegre. Para Karen era yo su todo, ya dije que tenía un hijo, pero yo nunca fui ni su padre, ni su amigo, nunca conocí al niño. Aquella residencia era tan grande que Karen se tomó esas ocupaciones de encargar al servicio su único retoñito. Yo ocupé su tiempo y su corazón. Aunque yo ya me sentía un objeto de su enajenación. No sé, quería presumirme en cualquier parte como trofeo, íbamos a la playa y me cuidaba hasta en el menor detalle. Nunca me celó, pero sí absorbía mi atención, en cada sonrisa, en cualquier broma para divertirse. ¿Y a dónde quiero llegar con este párrafo? Pues es tan simple, a aclararles que nunca se debe enajenar al amor, y si es tuyo, brotado de tu corazón en el menor de los casos debe ser cotizable. Yo estuve arrepintiéndome algunos años, conocí mucho, pero también aborrecí todo lo superfluo y cotizable. Total, abandoné a Karen, no le di ni un hijo, sólo lágrimas y mocos. Y es que me enfermó su obsesión, ya no podía salir a ninguna parte, sino era con ella y su apellido. Me constó volver a echar mi paso. Tuve que apartarme de todos los beneficios que puede una vida de lujos brindarte. Total, ahora estoy en mi casita, disfruto de mi familia, de mi hermano y de mi madre. Estoy rehaciendo el círculo de amigos, las cosas no son las mismas, pero algo es algo, y pienso apenas titularme. Del amor que ahora acepto es un amor que puede decirme algo interesante. Aclaro, me gustan las chicas todavía huecas. Pero sólo es un gusto y un recuerdo en cierta parte.

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