martes, 29 de marzo de 2011

Cuerpo y Madre



Cómo agradecer lo que haces por mí, madre. Elevarte un altar no puedo, tal vez una oración. Quisiera hacerte saber que, te quiero todos los días, pero tú has de saber que no soy tan expresivo, puedo darte un beso en la frente y escapar como un niño. No sé que voy hacer sin ti cuando partas, cuando me faltes, cuando faltes en la casa, en la cama, junto a mí. Sé que tengo que ser fuerte y arengar como los hombres, pero sinceramente no quiero aceptar el destino del que todos parten. Tú nos has hecho hombres de bien, hombres que pueden salir adelante, pero no sé si podré salir adelante sin ti. Agonizas y yo ya no sé qué medicamentos son los más eficaces. Sólo el tiempo y las buenas noches me traen fe y esperanza, pero para qué quiero marchitar el presente, si tú te me mueres y para el mal del corazón no puedo bombearte la vida. Siento el dolor y las punzadas que agobian y marchitan día a día tu corazón. Madre, yo no quiero verte sufrir, me han dicho que te duerma definitivamente, pero sinceramente no puedo. Tú me das fuerzas; estás dos últimas semanas las necesitaré. Tú con tu mirada me aconsejas, yo ya lo sé aunque estés casi muerta, para mí no, tu cuerpo y tu sonrisa reverberan de vida.

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