domingo, 24 de abril de 2011

¿Tiene la vida sentido?



¿Cree usted que la vida tiene un propósito? El evolucionista William B. Provine dice: “Lo que hemos aprendido sobre el proceso evolutivo tiene enormes implicaciones para nosotros, pues influye en nuestra noción del sentido de la vida”. ¿Y a qué conclusión se llega? “No le encuentro un sentido cósmico ni último a la vida humana”. *

Evaluemos el significado de esas palabras. Si, en efecto la vida no tiene un sentido último, nuestra existencia no tendría otro fin que el de tratar de hacer algún bien y quizás transmitir nuestros genes a la siguiente generación. Al morir, dejaríamos de existir para siempre. Nuestro cerebro, con su capacidad para pensar, razonar y mediar en el sentido de la vida, sería un simple accidente de la naturaleza.

Y eso no es todo. Muchos partidarios del evolucionismo aseguran que Dios no existe o que no intervendrá en los asuntos humanos. En cualquier caso, nuestro futuro quedaría en manos de los líderes políticos, intelectuales y religiosos del mundo. Y a juzgar por la manera como estos han obrado en el pasado, el caos, los conflictos y la corrupción seguirán plagando a la humanidad. Si la evolución es una realidad, estamos más que justificados para regirnos por el lema fatalista que dice: “Comamos y bebamos, por que mañana hemos de morir” (1 Corintios 15:32).

La Biblia, por su parte, enseña que “la fuente de la vida” está con Dios (Salmo 36:9). Estas palabras conllevan profundas repercusiones.

Si lo que la Biblia dice es cierto, quiere decir que la vida sí tiene sentido. Amorosamente, nuestro Creador se ha propuesto bendecir a todo aquel que opte por vivir de acuerdo con Su voluntad (Eclesiastés 12:13). Su propósito incluye la promesa de vida en un mundo libre del caos, conflictos y corrupción… libre incluso de la muerte (Salmos 37:10, 11; Isaías 25:6-8).

Millones de personas por todo el globo terráqueo dan fe de que nada aporta tanto sentido a la vida como aprender acerca de Dios y obedecerlo (Juan 17:3). Estas personas no se alimentan de fantasmas. Las pruebas son contundentes: la vida es obra de un creador.



*Provine, William B.: “Evolution and the Foundation of Ethics”, en Science, Technology, and Social Progress (ed. Steven L. Goldman), 1989, pp. 253,266.

No hay comentarios:

Publicar un comentario