lunes, 11 de abril de 2011

Todas las mujeres son iguales


Todas las mujeres son iguales. Hay que ver a las más cotizadas, mordiéndose los labios al pasar frente de ti. Con niños o sin niños, madres o no madres, las mujeres son iguales. No hay una a la que no le gusten los hombres y se aguanten las ganas de verles: sus brazos, el abdomen, sus músculos, su cara. Me gusta verlas y que me miren, me gusta ver a las de mayor edad y a las de no tanto kilometraje. Hoy una niña de quince te coquetea, las señoras casadas no disimulan y hasta muecas y mirillas te regalan, otras hasta verlas saltando de su lugar para observarte. Y no hay que ser muy galán para comprobar como una mujer se despega de sus cimientos y se explaya como toda mujer lo haría sin distingo. ¿Y cuál es el objetivo? ¿Comprobar lo que todos ya sabemos? No, no comprobar nada, hay que ser más cuidadosos como ellas, pero no por eso nosotros somos diferentes. Todos los hombres, respetuosamente, somos unos hijos de puta.

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