domingo, 10 de abril de 2011

La discusión de un pene



Quiero hablarte de rápido, pene. Esta es la última y definitiva llamada, no quiero que tu ausencia me convierta en un intolerante castrado. Tú siempre te venías en esa boca, y hoy me desilusionaste a medias, sacaste chorros y chorros de leche, pero el objetivo era en sus labios, tuve que ayudarte con mi diestra, y ella lame que lame tu par de testigos. No te exijo una explicación, sino más bien es un regaño, tal vez quiero comprenderte y es que una mamada en un lugar improvisado no es para luego, luego correrse; tal vez en eso estás bien, tampoco eres un fácil y precoz aparato. Pero es que esa boca hizo de todo, te estimuló con doctorado y tú, rígido e inmisericorde, todo rojo y gustoso, pero nada, nada que te corrías. Te debo agradecer en cierta parte, pero en otra me has desilusionado, quiero que te corras con gusto y no necesites de mis manos. Quiero informarte, además, que usar mis manos es una falta de respeto para esa boca y su par de labios. Total, estimulado miembro de mi concurrido cuerpo, voy a salir, luego te doy tu baño, tengo hambre y ganas de saber qué es lo que ha pasado afuera, de mujeres ya no te hablo. Arrúgate lo que quieras, has trabajado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario