martes, 19 de abril de 2011

Llàmame



Rómpeme el corazón, amor, anda rómpemelo. Estoy aquí esperando tu llamada, tu rumbo, tu señal de que en verdad me amas. Puedes troncharme una mano, un pie, la cabeza si es posible, pero no me quiebres mi corazón, tengo un corazón todo remendado, ¡que va más un remiendo más! Llámame, estoy pegado al teléfono como un desesperado, como un naufrago aterrado a su última existencia flotante. Si es verdad que me amas, amor, llámame, te lo pido a gritos, jalándome los pelos, zurciéndome los nervios del corazón, ¡llámame! Mira que tú me dijiste que me llamarías. Estoy aquí con tus regalos y chocolates, el globo rojo y abrillantado con tu nombre, el estuche que guarda la almohada que extrajimos de nuestros sueños. Llámame, amor. No, no quiero presionarte, pero me siento raro, quiero salir o buscarte, pero no sé en dónde te encuentres, no sé de tu rostro ni de tu cuerpo que han sentido mis manos, que han sentido mis manos en sueños… Ah, qué alivio está sonado el teléfono y estoy seguro que escuchaste mi voz… ¡Ay, qué horror!, no eras tú, amor, dónde te has metido cuando me sobran amistades. Sal, sal de donde te encuentres, muéstrate que quiero verte, total sino te encuentro buscaré a otro corazón, pero qué haré con todo esto que has dejado como un niño que juega y se va, olvidándome como a un juguete.

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