domingo, 3 de abril de 2011

Devora


Devora no cree en el amor porque es una prostituta. Yo me he enamorado de ella, y la voy a ver los domingos en la avenida. No tengo dinero a veces para quererla como a ella le gusta. Hoy no quiero pelear con ella ni con los hombres, por eso no quiero ir a verla.

La conocí en un table-dance de la Avenida Central. Ella fue la última que se sentó conmigo a tomar directamente de mi cubeta, porque cabe decir que la cerveza de una mujer nocturna es aparte, en tiempo y en forma, como en dinero también.

Devora es bonita, es blanca y de unos ojos color azul incomparable que, hasta me enoja que algunos hombres con un par de billetes puedan todo su cuerpo tocarle. Pero qué le voy hacer, porque aún yo soy joven y, las ilusiones no mantienen ni llevan a ninguna parte.

Hubo un día en que, Devora me dijo: te quiero, ese mismo día quise sacarla de trabajar y emprender rumbo con ella, pero palpé mis bolsillos y aún no creo que sea buena idea, porque apenas el milagro de estar con ella se me hizo realidad, y ahora no paro de soñarle, aunque me arda y dé comezón alrededor de mis genitales, yo la quiero y la bendigo es mi amor y mi estandarte.

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