domingo, 19 de junio de 2011

Un sabio triste, un pollo pálido


Ignoro las leyes de composición que me contienen por estas tierras de arena y sol revolcado. Manzanillo es bonito, pero hoy mi amanecer tiene los síntomas perfectos para achicopalarme, ponerme triste y gris, en bajorrelieve. Aclaro, que, no tengo vocación ni virtud de narrador, sólo quiero hablarles sin desmayo, sin la grandilocuencia de mis maestros de gramática y latín que creyeron allá en la UNAM en la pureza de mis principios para contarles sobre una amplia y abundante filosofía que se dibuja en mi boca y en las palmas de mis manos. El síntoma de mi amanecer tiene la palidez del pollo a vapor que, se cuece a disparos de fuego sin preámbulos y altibajos. A leguas se me distingue mis desfachateces de mal narrador de principio a fin, quisiera recobrar enseguida el dominio de mi arte, pero soy un sabio triste con esa opciones deleitables que se distinguen a leguas en un chilango: anacrónico, poliglota y garibaldino. Me vine a Manzanillo sin el pudor social, más bien con el arrojo y el horizonte remoto de una aura feliz, todo radiante de sol, esperanza y buenos principios, pero hoy claudica el bramido de mi buque en el canal del puerto interior de Manzanillo, Colima. No es nada natural el amor tan lejano que se me viene, me cambia como dolor en todo el cuerpo, ayer fue un lunar hecho zarpazo, hoy sólo palidez y humo condenado a la juventud eterna como tizne. Mientras duren los huecos de mi memoria lloraré esas lagrimas de vidrio cortado que, estallan sobre este papel marchito de letras y desolación. Total, me bañaré mientras está el café helado, las lágrimas que lloré, son lágrimas sobre mi cráneo que está cansado, disgustado a fuerza de no serlo. Seguiré sin mujer y sin fortuna contemplando el horizonte colmado de bodegas en el muelle fluvial y el vasto sol almendrado que estalla para enseguida enfriarse en el crespón de las olas más altas, dicho en romance crudo, voy a dormirme una siesta en esta penumbra ardiente, tirado en el piso ajedrezado de mis pesares, sólo es cuestión de tiempo escuchar me canta el mar sus arias de amor, para ir hasta su fondo y contemplar el consuelo deleitable.

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