domingo, 19 de junio de 2011

Coyotes


Voy trepado en la burra de mi abuelo, a cada rato escucho el aullido de coyote rebotando en la barranca. Ayer no pude dormir de puro temblar de miedo, mientras trataba de pegar el ojo imaginaba que los ruidos del corral eran manadas de coyotes devorándose a los animales. Todo acabó en un miedo nada más. Mi abuelo dice que soy muy miedoso, dice, te acojonas igual que tu padre. Aunque yo sé que él igual no puede dormir, cuando aúllan los coyotes. Es por eso que ahorita andamos iluminando alrededor del rancho para que no se acerquen esos animales por aquí; ellos les tienen miedo al fuego que hace mi abuelo con la leña que acarrea del monte en las mañanas de lluvia o rocío. Es una leña húmeda que saca chispas y hace crepitar hasta a los mosquitos que se le acercan, es por eso que los coyotes escuchan ruido y se alejan, aunque esos animales son inteligentes, nada más andan viendo meterse en los corrales.

Los coyotes son pardos como un perro revolcado, algunos son flacos y otros bien gordos. Yo los he visto sólo al otro día, cuando mi tata los quema después de haberle sonado un tiro en la noche. Dice que sus ojos son brillantes como los de un cocodrilo. Yo nunca he visto nada de ojos brillantes. Pero mi abuelo ha viajado mucho y me cuenta. Los ojos de mi abuelo han visto mucho. A veces se ríe de los coyotes, cuando bien difuntos, los quema en el fogón que dejó mi abuela después de morirse. Se queda tirado en su poltrona vieja y con la escopeta bien cebadita. Los espera fumando su pipa; llenándola y volviéndola a vaciar al aire, me dice, vete a dormir que ahora yo te cuidaré.

Pero yo no puedo dormir, cuando mi abuelo está afuera esperando a una manada de animales que comen carne y no distinguen si es hombre o animal. Es por eso que cuando termine de poner fogatas, no voy a dejar sólo a mi tata. Esta noche seguro y me escondo bajo el tejaván del guardaganado y veré a mi abuelo matar coyotes, tengo que saber si puede quitárseme el miedo, viéndolos de frente como lo hace mi abuelo; él me cuida después de muertos mis padres. Él no quiere que lo deje sólo, pero a todo esto, yo sé que un día he de irme, ya estoy fuerte y alto, ayer cumplí ocho…
Filiberto se fue a la ciudad y trajo cosas que no hay por aquí. Llegó en una camioneta alta llena de muebles. Pero Filiberto me dijo que todo se lo ha ganado trabajando, yo le creo y quiero seguirle. Pero a dónde dejo a mi abuelo con estos coyotes merodeándolo para dormirlo, es por eso que me he decidido a perder el miedo e irme a buscar su madriguera en el monte para matarlos a todos y demostrarle a mi abuelo que no soy miedoso como mi padre.

Yo quiero ayudarle a ganar dinero a mi abuelo; él vive del campo, de la cosecha y sus animales. Lo poco que me ha enseñado a criar y levantar la semilla lo he aprendido bien. Es por eso que soy obediente y trato hasta lo imposible de decirle que seré siempre obediente, pero luego aúllan los coyotes y tengo miedo de perderlo. Esta noche de aullidos me voy a matar coyotes, yo sólo con una lumbre de ocote, mientras mi abuelo duerme, porque ya lo veo dormitando y ni la burra escuchó salir del corral grande.

1 comentario:

  1. Muy justa tu presentación. También me gusta el sabor local de tu cuento, la manera de manejar el español. Sólo una objeción: Es por eso que... Es un galicismo que no aporta nada, más bien entorpece cuando podemos decir "por eso...
    Salud.

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